MARIA ELENA; CON MUCHO SALITRE

NORDESTE DURO, VENDAVAL SEGURO

Salitre. Crónicas de la mar y de los barcos. Recopilatorio Rafael González Echegaray, es un gran tesoro para los amantes de la historia marítima, novelada por el inolvidable marino y escritor cántabro.
Publicado por un equipo liderado por Juan Peña de Berrazueta, incluye una …”recopilación de artículos, entrevistas y crónicas sobre acaecimientos marítimos, buques y compañías navieras relacionados con Cantabria, Santander y su puerto, publicados desde 1950 en prensa y revistas.
Incluye catorce artículos de su Archivo personal donados por su familia”… según se cita en el libro.
Lo edita la Asociación de Amigos del Museo Marítimo del Cantábrico e incluye en su portada una acuarela de Roberto Hernández, El Ilustrador de Barcos.
El titulo no cabe duda que está inspirado por el gran modelista naval Pedro Blanco Álvarez, que a su vez es Presidente de la citada Asociación, y nos introduce al libro a través de su prologo.
Un libro, como no iba a ser así, imprescindible en nuestras bibliotecas, que perfumara con su inequívoco olor a mar salada cada delicioso momento que podamos disfrutar leyéndolo; bravo por la idea señor Juan Peña.

El vapor MARIA ELENA en lugar y fecha indeterminados. Del libro Salitre.tif
El vapor MARIA ELENA en lugar y fecha indeterminados. Del libro Salitre.tif

El botón de muestra, de ancla, es el siguiente:
…”93. –Otro viejo caballo de la matricula está muriendo en Parayas, el MARIA ELENA.
Diario Alerta, 11 de mayo de 1966
Este CEMENTOS REZOLA NUMERO 2, un barco de nombre terrestre y edad razonable, que ha llegado, como sabemos, a morir a Parayas por sus propios medios, directamente, en el más despreciable de los silencios y sin una lágrima de tinta de imprenta, tiene patente de origen santanderina. Por eso, en su insignificancia naval y a pesar de la modestia de su entierro sin reparto de esquelas, se nos hace obligado un recuerdo.
El CEMENTOS REZOLA NUMERO 2, con otro nombre mucho más bonito, por supuesto, nació para nuestra matricula en los últimos días de la guerra europea. La flota pejina de vapores había llegado brillantemente a la mayoría de edad con cuatro lustros de experiencia y empezaba la historia chocante y descalabrada de la heterogénea flota de Liaño, que lleno un periodo bien caracterizado de la vida naviera santanderina en el siglo actual.
Don Luis Liaño. Un gran naviero.
El capitán don Luis Liaño, que llego a armar hasta diecisiete vapores en diferentes etapas, fue una de las figuras más notables y representativas de la época. Cuando se liquidaban las fabulosas ganancias del reciente periodo bélico, empezaban a desintegrarse las más sólidas y antiguas navieras montañesas y el arte económico de la navegación mercante amagaba entrar -y entró- en uno de los periodos más difíciles de toda su historia.
Entonces Luis Liaño constituía la naviera Luis Liaño y Compañía, S. en C., con su hermano Alfredo, don Antonio Huidobro, don Antonio Junco y acaso algún socio más. Para aquellas fechas Liaño había sido ya armador de los vapores RUDA, PARAYAS, ESMERALDA y LUIS, y se sabía bien los sinsabores y las sorpresas del negocio.
Dos de los primeros barcos de la nueva sociedad se encargaron a los modestos astilleros de Ardanaz, en Bilbao, junto a la campa del Desierto. Iban a ser el ANTONIO y el MARIA ELENA. El MARIA ELENA es nuestro CEMENTOS REZOLA de hoy.
A este barco se le instaló la maquina y caldera del LUIS, otro paquete de Liaño, antiguo yate correíllo portugués, construido en 1881 en Glasgow, de 418 toneladas de arqueo bruto, y que fue desarmado a medias en Requejada. El casco desnudo se vendió a su vez a un armador bilbaíno –Abaitua– y el 9 de octubre de 1929, todavía con el nombre de LUIS y la matricula de Málaga, se perdió en Punta La Mesa, en la playa de Noja, haciendo un viaje carbonero de Gijón a Bilbao para los vecinos Altos Hornos.
El casco del MARIA ELENA se empezó exactamente el 14 de marzo de 1918, se botó el 26 de octubre siguiente, y el 26 de junio de 1919 lo inscribe a su nombre Liaño: MARIA ELENA, Santander.
De AMATXU-BEGOÑAKOA a ITXAS-ZURI.
Pero no se hizo viejo en la matricula. En 1923 se vendía a don Mariano de la Torre, otro armador de Bilbao, que lo rebautiza AMATXU-BEGOÑAKOA y así continua hasta que en 1929 lo adquiere la empresa de cementos Rezola y con el numero 2 y el propio nombre registrado de la casa, lo pone a navegar.
Durante los días difíciles de la guerra de España, estando en San Sebastián, su nuevo domicilio, en poder de los nacionales, el CEMENTOS REZOLA NUM. 2, que andaba por aguas bilbaínas, fue requisado por la Dirección de Navegación del Gobierno de Euzkadi el 18 de noviembre de 1936, juntamente con el LOLITA ARTAZA, el JOSE MARIA ARTAZA, el JUAN ARTAZA y su compañero el CEMENTOS REZOLA NUM. 1; todos ellos de armamentos guipuzcoanos. Según la norma del gobierno vasco, tomaron nueva denominación y nuestro CEMENTOS REZOLA NUM. 2 cambió la suya por ITXAS ZURI (Mar Azul). Los mercantes requisados por el gobierno de Bilbao llevaban todos el prefijo Itxas (lTXAS ONDO, ITXAS-ZABAL, ITXAS-ALDE…)
Después de la caída del Norte, quedo internado en el puerto ingles de Cardiff, y allí permaneció hasta que pudo serle enviada una dotación a bordo del crucero-auxiliar CIUDAD DE VALENCIA, al final de la campaña y, haciéndose cargo del buque, lo trajo a Pasajes. Volvió a ser el CEMENTOS REZOLA NUM. 2 de siempre, con su pintura gris y su escarapela amarilla en la chimenea, con ancla y todo. Y así hasta 1966, en que le ha llegado pacíficamente su turno como a cualquiera de los demás mortales.
Una empresa de los dificiles «Veinte»
El viejo MARIA ELENA nació a la vida comercial activa en Santander y en Santander vuelve a la nada. Son muchos los testigos mudos de nuestro devenir marítimo que en estos años están desfilando por Parayas: el PEÑA ROCIAS, el MOGADOR, el GALICIA… y todavía parece que fue ayer —1932— cuando empezaron seriamente los desguaces de vapores en la ría de Astillero y caían los primeros cadáveres santanderinos: el FERNANDO, el IGNACIA AGUADO y el PEÑA LABRA.
Pero este final del MARIA ELENA tiene la particularidad de ser el del único barco de la larga flota de Liaño, la surtida y renqueante flota de los difíciles «veintes», que ha venido a morir en casa, si exceptuamos al remolcador gigante CHITA, una elucubración de dos chimeneas, que fue importado también a la postguerra primera por nuestro naviero.
Los barcos de Liaño, un saldo de toda clase de cacharros con algunas salvedades, fue el último gran esfuerzo naviero montañés del primer cuarto de siglo. Un esfuerzo titánico contra viento y marea, al que arrimó heroicamente el hombre una generación de capitanes, pilotos y maquinistas de nuestra Escuela de Náutica. Mientras en Santander empezaba a entrar el veneno turístico y la bahía se llenaba de escuadras y de velas de recreo, la industria, el comercio y la navegación mercante de todo el mundo se hundía en una crisis espectacular que sacudía los hondos pilares económicos de vencedores y vencidos.
Los barcos se amarraban inútiles, parados, vencidos, por todos los puertos del mundo. Las navieras se arruinaban estrepitosamente sin distingos de pabellón ni contraseña. Los bancos quebraban y los millones de parados eran una fila interminable que daba vuelta a la tierra. En aquellos penosos «veintes», los «felices veintes» como ahora se dice cuando parece que se han olvidado demasiadas cosas, un marino santanderino se embarcaba en la última romántica aventura de la historia secular de nuestra matrícula: crear una flota fantasma contra toda esperanza. Y le siguieron.
Es una época de la vida de Santander que está pidiendo su crónica sentimental. La época que barrió una generación de empresas, de hombres y de negocios, para dejar paso a una ciudad nueva que empezaba a estrenar su vida en la preguerra española. Los barcos de Liaño, con las diagonales rojas en el rectángulo blanco de sus chimeneas, caían uno tras otro.
Hoy, al cabo de treinta años, liquidamos piadosamente en Parayas -¡PARAYAS se llamó el primer barco de Liaño!- el último recuerdo a flote que de entonces quedaba: el MARIA ELENA, de Santander”…
Desde Vida Marítima nuestro más sincero agradecimiento a Juan y Pedro, por su amabilidad y dedicatoria, y un gran recuerdo a Rafael, pintor barroco de la vida marítima nacional.

8 comentarios en “MARIA ELENA; CON MUCHO SALITRE

  1. Para completar los datos, según la LOB/58
    Señal de llamada: EEHI
    Arqueos: 552 bruto y 208 neto
    Peso muerto: 680
    Esloras: 50,75/48,76
    Manga: 7,94
    Puntal: 3,96/3,52
    Calado: 3,88
    Máquina: Alt. triple, 302 IHP y 8 de velocidad.
    (Todo ello, dentro de la relativa credibilidad dela LOB)

  2. Saber alguien si se pueden consultar números antiguos de la revista Industrias pesqueras (año 1929). Y dónde.
    Saludos

  3. El Maria Elena, está fotografiado en el muelle de Ripa, de Bilbao. Entre la Salinera Bilbaina y la Sierra de la chimenea, la calle Buenos Aires.

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