Cuando yo era joven -de un día para otro- decidí que el futuro de mi vida era irme a Costa Rica, montar una gasolinera y después una cadena de estas; al final seria millonario.
¿Por qué Costa Rica? No lo sé.
¿Por qué gasolineras? Supongo que de pequeño veía que hacían dinero.
¿Cuánto tiempo duro esta insensatez? Creo que horas o días, pero viví un sueño increíble en el que pensé que solucionaría mi vida; los demás pensaron, con sensatez, que estaba como una cabra.
Jaume Matamala es compañero de alegres mañanas en el Museu Maritim de Barcelona y sus locuras acreditadas de juventud fueron ser Jesuita y presentarse voluntario en la Armada; ¡Muchacho, la Marina te llama!
El libro que edita Jaume se devora en cuestión de minutos y es tan agridulce como las recetas de pollo agridulce de Filipinas; no puede dejar de leerse y, en mi caso, entristecerme.
Se vive –al leerlo- la ilusión de un joven inocente que tiene necesidad de arreglar el mundo con la bondad y, tras el desengaño, salir del circulo vicioso de la uniformidad y la obediencia yendo a un estado superior de disciplina, uniformidad y obediencia; que tontos somos de jóvenes y que gran verdad es que la experiencia es un grado y que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Afortunadamente, en la vida, toda piedra hace pared, y las experiencias vividas –narradas de una manera deliciosa en este libro- han permitido a Jaume labrarse una honrada y holgada vida y adquirir una gran y admirable personalidad.
Conozco a Jaume y, créanme ustedes, podría hacer que Trump y Kim Jong-un jugaran al Mario Kart de por vida en vez de incordiar a la humanidad o también podría venderle petróleo al rey de Arabia Saudí; tres años arrastrando el culo por las cubiertas de según qué barcos de la Armada así lo atestiguan.
Buenas anécdotas y una buena cantidad de añoranza y recuerdos asaltaran a todo aquel que tenga la suerte de leer este libro; palabra de Vicente.
Me ha gustado por ser una muestra de lo que fue su juventud en los años cincuenta y sesenta. Son exactas vivencias de aquella época, ni mejor ni peor. El aprendizaje de la vida.
Gracias Vicente por tan generosa opinión de mi libro.
Te quedo agradecido. Jaume.-