VIENTO A RACHAS PRONTO CALMA
El vapor nombrado CARADOC fue botado el 2 de diciembre de 1872, con el número de grada 148, en los astilleros de Andrew Leslie & Co., en Hebburn.
Era un clásico carguero del momento, tipo spar-deck, con casco de hierro, una hélice, maquina alternativa compound y con el número de registro (O.N.) 65451.
Después de andar de mano en mano se vino a la contraseña nacional en el año 1900, con el nombre de SEVILLA, para la Compañía Sevillana de Navegación a Vapor, y su final, en gran tragedia, ocurrió el día 24 de febrero de 1925, en medio de un gran temporal, en Ile de Ré, un paraje que -quien haya navegado por esos lares ya sabe cómo las gasta el Atlántico- supuso la tumba del CRISTINA RUEDA, que era como se llamaba entonces el vapor que hoy estudiamos.
Su vida marítima, resumida, fue la siguiente:
1872. Pertenece a Adamson & Co., de North Shields.
1876. Cambia de titularidad, aunque según parece ser no de compañía, a Adamson & Short, de North Shields.
1887. Vuelve a cambiar de titularidad, esta vez a nombre de HEP Adamson, de North Shields.
1891. Figura bajo la contraseña de Fisher, Renwick & Co., también de North Shields.
1899. Luce la contraseña italiana de Angelo Parodi, de Venecia; se renombra CITTA DE VENEZIA.
1900. Lo compra la Cía. Sevillana de Navegación a Vapor, de Sevilla; se renombra SEVILLA.
1916. Pasa a la matrícula de Gijón al comprarlo Dionisio Rueda. Se renombra CRISTINA RUEDA.
1920. Figura a nombre de J. Garrigos e Hijos, de Gijón.
1924. Figura a nombre de Antonio Menchaca, de Bilbao, armamento con el que finaliza sus días, en gran tragedia, como ya hemos dicho.
Las características técnicas del buque, según el Lloyd´s Register of Shipping: Año 1904-1905, eran las siguientes:
…”Vapor a hélice con casco de hierro; señal distintiva: JRHB; ex CITTA DE VENEZIA; ex CARADOC; registro bruto: 1.335 toneladas; registro neto: 753; entregado en diciembre de 1872; astillero: A. Leslie & Co., de Newcastle; armador; Cía. Sevillana de Nav. a Vap.; eslora entre perpendiculares: 240, 4 pies; manga: 30,8 pies; puntal en bodega: 17,6; matricula de Sevilla; 5 mamparos cementados; maquina alternativa compound de dos cilindros; diámetro de los cilindros: 26 y 54 pulgadas; carrera: 33; 134 nhp; 2 calderas; 4 hornos; superficie de parrilla: 71 p.c.; superficie de calefacción: 2.390; maquinas construidas por: Thompson, Boyd & Co., de Newcastle”…
El buque empieza en la línea habitual de la Compañía Sevillana; de Sevilla a Barcelona, Cette y Marsella, tocando en todos los puntos intermedios donde haya carga o pasaje. La contraseña de esta compañía, cuadra blanca con los bordes rojos y las letras C.S. en el centro, se acompañaba con su clásica chimenea de color negro y franja roja.
Tras su paso a la matrícula de Gijón empieza su trajinar, costa arriba y abajo, pasando y repasando el estrecho de Gibraltar, entre Gijón, y sus cargaderos, y Barcelona, principal puerto receptor del carbón asturiano.
Su final fue muy triste, ya que sumadas a las víctimas del buque naufrago, hubo que añadir la de valientes que en plena noche salieron por segunda vez a intentar ayudar a un puñado de hombres que habían quedado refugiados en el viejo vapor. Al final, tras rendirse a los bárbaros golpes de mar que lo torturaban, el buque se va al frio bentos con el resto de tripulación que quedaba a bordo.
La web Archeosousmarine.net narra con precisión y detalle la pérdida del CRISTINA RUEDA. Supongo que la web toma la información de Récit des secours (Annales du Sauvetage Maritime). Traducido del francés, el relato es el siguiente:
…”El domingo por la tarde del 22 de febrero (de 1925) un carguero español, el CRISTINA RUEDA, matriculado en Bilbao sale de Paimboeuf con destino a Pasajes con un cargamento de 1850 toneladas de superfosfato. Abordo lleva 19 marineros españoles bajo el mando de su capitán Marcelino Monasterio, de treinta y cinco años.
Durante el lunes, a pesar de la mar gruesa, la navegación prosigue sin incidentes. Hacia las ocho horas de la tarde, la mar arranca el timón del buque mientras este doblaba la punta norte de Ile du Ré. Sin gobierno, el CRISTINA RUEDA deriva sobre la isla. Va a varar sobre las rocas de la costa salvaje, al Sur de la Ile du Ré, a lo largo de Pointe de la Couarde, en la noche del 23 al 24 de febrero.
El temporal golpea en toda su dureza y una serie de hechos se van a encadenar. La tripulación intenta largar los dos botes salvavidas a la mar. La mar se los lleva cuando solo dos hombres iban a bordo.
El primer bote zozobra inmediatamente, ahogándose uno de los tripulantes, mientras el segundo, llevado por la mar encalla en la costa de grava, encontrándosele al dia siguiente inconsciente. El segundo tripulante alcanza el poblado de Bois y da la alarma.
Las estaciones de salvamento de la Pallice, La Rochelle y Baleines son alertadas.
La población se acerca al lugar de los hechos, pero la mar rota hace la misión imposible. Entre tanto, dos de los patrones de pesca, Guerande La Fleur y Cochard padre e hijos a bordo de sus barcas de pesca miran de dar socorro a los españoles. No pueden acercarse al buque, pero recogen a dos marineros que estaban a bordo de una balsa de fortuna. Un tercer marinero que había a bordo de esta balsa murió al intentar ganar la costa a nado.
A las 13 horas, los testigos aperciben a tres tripulantes que saltan sobre una balsa, y esta naufraga a menos de cien metros de la costa. Se forma una cadena humana para socorrer a los desgraciados, que son llevados a la playa; uno de ellos sin vida. Los otros dos son el segundo maquinista y el capitán del CRISTINA RUEDA, Marcelino Monasterio.
La lancha a motor de salvamento de La Rochelle, la COMMANDANT VIORT, se hace a la mar, mientras que la de La Pallice aborda a otra lancha al ser varada y debe ser inmovilizada. El bote a remos de Saint Denis d´Óleron debe dar media vuelta ante la violencia del temporal. Llegado al lugar del naufragio, la lancha de salvamento de Ré encuentra un pecio casi completamente sumergido y no ve signos de vida. Estimando que no hay esperanza, da media vuelta y comunica la información al COMMANDANT VIORT, de la Rochelle, con el que se cruza. Este a su vez vuelve a su base que alcanza la noche del martes.
Durante la noche, los agentes de aduanas de vigilancia descubren señales de luz sobre el pecio. Los tripulantes que quedan a bordo solo puedan hacer señales en la bajamar, ya que la mar cubre casi todo el buque.
Se llama de nuevo a los buques de salvamento. Solo el de la Rochelle responde a la llamada, pero el patrón Le Hecho, solo dispone de la mitad de la tripulación; el segundo patrón Tabourin, el mecánico Jaeger y el marinero-piloto Tonnerre. Para salir recluta en el puerto a Jules Bartbot, Cadoret, Louis Le Pen y Joachim Uhel”…
Estos hombres, muy valientes, unirán su destino a la mayor parte de la tripulación del CRISTINA RUEDA. La misma web cita:
…”Solo la lancha a motor de La Rochelle, el COMMANDANT VIORT, puede, en la madrugada del 24, aparejar de nuevo. Llega a las proximidades del CRISTINA RUEDA hacia las 13 horas y mientras se dispone a dar socorro al buque, una ola le hace zozobrar…
…Empujado por el viento y la mar llega a varar a la costa arenosa de Ile, en donde queda firme sobre sus soportes de proa y popa. Con la lancha, tres hombres, entre ellos su patrón, consiguen subirse a la quilla y llegar vivos a tierra. Los otros cinco perecen en la catástrofe”…
En total de los diecinueve tripulantes del CRISTINA RUEDA, cinco se salvan, cinco perecen al intentar abandonarlo y los nueve que se quedan a bordo son engullidos por la mar que se lleva el casco a golpe de terribles cáncamos. Es la mar cruel en toda su tragedia.
El diario El Heraldo de Madrid, en su edición del lunes, 2 de marzo de 1925, da los nombres de los supervivientes:
…”Bilbao 2.-—De los náufragos del vapor «CRISTINA RUEDA», que se fue a pique frente a la isla de Ré, se han salvado el capitán, Marcelino Monasterio; el contramaestre, Gregorio Arzade; el mayordomo, Remigio Moluoitio; el mozo Nicolás Azcuna y el palero Ricardo López. Perecieron catorce de los tripulantes.
Los supervivientes de esta catástrofe fueron solícitamente asistidos al llegar a la isla”…
El nombre de los fallecidos era: Don Gregorio Amezaga, primer oficial; don Claudio Oar-Arteta, primer maquinista; don Alvaro Fernandez, segundo maquinista; don Jose Muñiz, don Antonio Trubio, don Jose Lopez y don Jose Marelo, marineros; don Leandro Orbe, calderetero; don Benito Sanmartin, don Perfecto Sanchez y don Eugenio Agis, fogoneros; don Jose Berdiel, palero; don Matias Goti, camarero y don Jose Maria Zubeldia, cocinero.