EL ROCAMBOLESCO NAUFRAGIO DEL BERGANTIN ALGORTA

NOTA- Nuestro agradecimiento a David Crestelo y al Museo de Plentzia por su amabilidad al darnos permiso para publicar este pequeño artículo.
Colaboración del Sr. Juan Mª Rekalde.
Hace un par de meses volví a visitar el museo marítimo “Plasentia de Butron” en Plentzia, cuna de infinidad de bravos marinos que llevaron el nombre de esta bonita villa de la costa vizcaína por todo lo largo y ancho del mundo.
Al finalizar la visita y después de una didáctica charla con David Crestelo, adquirí las últimas ediciones a la venta.

Cuadro pintado por J. Barneda que muestra al bergantin ALGORTA. Propiedad de Jose Mª Hormaza Igartua. Foto cedida por el Museo de Plentzia.JPG
Cuadro pintado por J. Barneda que muestra al bergantin ALGORTA. Propiedad de Jose Mª Hormaza Igartua. Foto cedida por el Museo de Plentzia.JPG

Tiene este museo, por buena costumbre, hacer una pequeña, pero esmerada, edición de cada exposición temporal que organiza.
Ya en casa y disfrutando con la lectura de mis nuevas adquisiciones, en el librito sobre la exposición “Plentzia. Pinturas y objetos cedidos por familias de Plentzia y su comarca” que tuvo lugar de Octubre de 2006 a Octubre de 2007, vi un cuadro del bergantín ALGORTA y me acordé que hace tiempo encontré la noticia de su singular naufragio.
Periódico Bilbaíno “Irurac-Bat” de mayo de 1864: …“Vamos a dar cuenta a nuestros lectores de un episodio marítimo que, aunque parezca extraño a algunas personas, es de entera verdad, como que tenemos pruebas a la vista para poderlo acreditar con el mayor fundamento.
El bergantín de nuestra matricula titulado ALGORTA, salió de Nueva York hace poco tiempo con destino a Liverpool y cargado de algodón.
Hallándose cerca del Canal de La Mancha, fue asaltado por una tempestad horrible, de la cual, desprendiéndose dos rayos sobre los palos del buque, penetraron en la bodega.
Los tripulantes se preocupaban más de enderezar la nave evitando las gruesas mares que sobre ella rompían, que de los efectos de los rayos, cuando repentinamente vieron salir de las bodegas espesas nubes de humo.
Descubrirlo y penetrar la situación angustiosísima en que se hallaban, fue cosa de un instante: creyeron muy oportunamente que incendiando los rayos el algodón que constituía la carga, estaban expuestos a ser victimas de uno de estos horribles siniestros marítimos demasiado frecuentes por desgracia.
En el acto arrojaron agua sobre las bodegas, picaron las bombas, cerraron las escotillas; pero el humo no por eso desaparecía, buscando salida por las grietas de la cubierta, por los camarotes y la cámara del capitán; y para que su desconsuelo fuera más profundo, observaron que el buque hacia agua.
Terribles fueron estos momentos para ellos, cuando avistaron una vela, hicieron rumbo hacia ella. Izaron pabellón de socorro, y consiguieron que poco después se arrimase al habla un bergantín que a duras penas pudo recoger a los angustiados navegantes vascongados.
Una vez en la nave auxiliadora se despidieron del desgraciado ALGORTA, que desaparecía de su vista envuelto en una mar amenazadora y en una espesa nube de humo.
Apenas habían salido de este primer trabajo cuando arreciando nuevamente la tempestad, desarbola el bergantín inglés y comienza a hacer agua de tal modo, que no bastaban para mantenerlo a flote las fuerzas reunidas de las dos tripulaciones.
En trance tan extremado la providencia envía una pequeña goleta inglesa por aquellas latitudes, la cual al observar el auxilio que le pide el bergantín, y a pesar del mal estado de la mar se aproxima a él y logra coger las dos tripulaciones naufragas en el momento que el buque que montaban se sumerge en el abismo de las aguas.
Pueden figurarse nuestros lectores como se hallarían estas tres tripulaciones reunidas en un buque tan pequeño, sin espacio siquiera para revolverse, y lo que es peor sin víveres.
Así permaneció uno o dos días navegando cuando acertó a pasar cerca de ellos un bergantín español. Le pidieron habla y hecho cargo de lo que ocurría, el nuevo salvador se llevo a la mitad de todos los tripulantes embarcándose en él los del ALGORTA.
Estos y el bergantín llegaron a Alicante pocos días después, favorecidos por un buen tiempo, los náufragos se presentaron a la autoridad competente para prestar la declaración de lo que había acontecido.
Entre tonto otro bergantín inglés sufría la misma suerte que los dos buques náufragos de que hemos hecho mención. Asaltado por la furia de la tempestad, yéndose a pique por momentos, acertó a divisar una nave cerca de él, la pidió amparo y no recibió respuesta.
Acercase más y estando casi sumergido, resolvió la tripulación embarcarse en las lanchas y abordar el buque que no contestaba.
Subieron a él y cual fue su asombro al ver que era un buque abandonado haciendo agua. Pocas horas más tarde este buque embarrancaba en las costas de Inglaterra.
Era el Bergantín ALGORTA de la matricula de Bilbao del que según dice el Lloyd´s podrá aprovecharse parte de la carga, y cuyas tripulaciones nueva y vieja, después de pasar por terribles pruebas, han logrado salvarse sin experimentar pérdida personal alguna”…
Si accedemos a la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional podemos ver la misma noticia en el periódico madrileño “El Clamor Publico” de lunes 2 de mayo de 1864, página 3: …”El bergantín ALGORTA había sido construido por D. Julián de Unzueta en el astillero de La Rivera en la anteiglesia de Deusto (Bilbao) en el año 1850.
Fue arqueado en Bilbao el 14 de octubre de 1850 por el constructor honorífico de la armada D. Juan Felipe de Abrisqueta.
Eslora de branque a codaste, 105 Pies de Burgos.
Manga de construcción, 27 Pies de Burgos.
Manga de Arqueo, 25 ½ Pies de Burgos.
Puntal desde el plan de la bodega a la cubierta, 15 Pies de Burgos.
Toneladas de arqueo, 253
Armador D. Santiago Maria de Igunza (1) de esta vecindad y comercio (Bilbao)
El casco en rosca con su lancha costó 170.000 reales de vellón y 230.000 más las vergas, anclas, jarcia, velamen y demás para dejarlo listo para navegar.
El armador nombra capitán a D. Angel Zabala vecino de la Anteiglesia de Guecho.
(1) D. Santiago Maria de Igunza y Zamacola fue alcalde de Bilbao 1847-1847.
Como curiosidad, en el año 1855 hay un contrato, ante notario, de tripulación en el que podemos ver la dotación que llevaba un bergantín en viaje a las Antillas y la parte que cobraba cada tripulante:
D. Angel de Zabala capitán del bergantín ALGORTA contrata la tripulación para hacer viaje al puerto de Gibara (Cuba). Piloto: D. Manuel Antonio de Zobaran; Contramaestre: D. Santiago de Zalduondo; Cocinero: D. Juan Francisco de Arana: Marineros: D. Juan José Zalduondo; D. Víctor de Larrazabal; D. José Ramón de Urresti; D. José Maria de Echeandia; D. José Francisco de ¿Bienza?; Mozos: D. Valentín de Urresti; D. Constantino Sala; Paje: D. Valentín de Larrazabal.
El capitán cobrará dos soldadas y 5 % de todos los fletes que rinda el buque.
El piloto una soldada y ½ %.
El contramaestre una soldad y ¼ %.
El cocinero ½ %.
Los marineros 1%.
Los mozos ½ %.
El paje ¼ %.
Deduciendo el 58 % que llevan los armadores”…

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