El vapor BAZAN se boto en junio de 1880 en South Shields, en los astilleros de John Readhead, con el número de grada 161. Se perdió en la Cote Vermeille, como luego veremos, el 21 de diciembre de 1917, y sus características técnicas, según el LLOYD´S REGISTER OF SHIPPING de los años 1904-1905 eran las siguientes: …”Vapor a hélice con casco de hierro y tres mástiles; señal distintiva, HDPI; 1 cubierta corrida con dos mamparos transversales; maquinaria a popa; registro bruto, 805 toneladas; under deck, 679; registro neto, 479; clasificado como + 90 A1; botado en junio de 1880; astillero, J. Readhead & Co., de South Shields; armador, Compañía Marítima; eslora entre perpendiculares, 194,5 pies; manga, 29,6 pies; puntal en bodega, 15,5 pies; matricula de Barcelona; maquina Compound; 2 cilindros de diámetro, 23 y 46 pulgadas; carrera, 30 pulgadas; presión de trabajo, 80 libras; potencia nominal, 87 caballos; 1 caldera; 4 hornos; superficie de parrilla, 60 pies cuadrados; superficie de calefacción, 1382 pies cuadrados; maquinas construidas por J. Readhead& Co., de South Shields”…

Cuando el buque se perdió pertenecía a F. de Azqueta, naviera guipuzcoana creada en 1887 y que contaba con tres vapores; el BAZAN, el ANTONIO y el pequeño ANA. Su tráfico más importante era el de carbón, entre Inglaterra y la Península.
Su tragico final esta narrado en el libro LES EPAVES DE LA COTE VERMEILLE. HISTOIRE ET EXPLORATION, escrito por Herve Levano y publicado por SIB imprimerie en 1998. Tiene una bonita dedicatoria en que agradece las pasiones que se le inculcaron; la mar, el submarinismo y los naufragios. Veamos lo que narra de este buque: …”En la noche del 21 al 22 de diciembre de 1917, un buque desarbolado vino a varar sobre el cabo Béar sin ningún tripulante a bordo. Era el BAZAN. Un vapor con aparejo con casco de hierro de 60 metros construido en 1880 en los astilleros ingleses de J. Readhead & Co., de South Shields, para el armador español F. de Asqueta, de San Sebastian.
La mar era gruesa y empotro el vapor entre el cabo y una gran roca que aflora. Algunas horas mas tarde, la proa estaba completamente sumergida, la parte de popa afloraba aproximadamente un metro cincuenta y el buque estaba escorado 35º a babor. De las bodegas desventradas se escapaban barricas de vino que no se perdieron para todos. A la mañana siguiente se encontraron una gran cantidad de ellas, lanzadas sobre las playas de la bahía de Paulilles, al otro lado del cabo.
¿Qué pudo haber pasado? ¿Porque diablos no había nadie a bordo del buque?
Una semana antes en el puerto de Oran. Los estibadores acaban de estibar la carga de vino y alcohol en las bodegas del BAZAN. Es 16 de diciembre, bajo un sol inmenso, el barco emprende su viaje hacia Sete. Pero el sol de invierno no le escolta mucho tiempo: dos días más tarde se desencadena una violenta tempestad del Nor-Este. La tripulación es cogida por sorpresa. Como a menudo ocurre en el Mediterráneo, el mal tiempo llega de repente, sin ningún signo de prevención. La tripulación española recoge vela y el barco se prepara para la tempestad. Cada uno debe pensar en su interior que la pequeña caldera aguantara y dará la suficiente potencia para luchar contra la mar. La caldera resistirá, pero es de otra parte del buque de donde vendrá la catástrofe: al día siguiente, hacia las seis de la tarde, la mecha del timón se rompe, muy solicitado este por el estado de la mar. A bordo cunde el pánico. Todos se movilizan para acudir bombear el agua que entra en las bodegas por los cuarteles que hace tiempo no pueden impedir la entrada de esta. La batalla parece perdida de antemano. Para acabarlo de arreglar, el viento refresca durante la noche y la esperanza de salvar el vapor disminuye.
Por lo tanto, hacia las diez de la mañana del día siguiente, uno de los vigías percibe el humo de un vapor en las cercanías. Es el aviso ALGOL que acaba de dejar la escolta del VILLE DE MADRID (la guerra submarina contra el comercio esta en su apogeo y los mercantes son frecuentemente escoltados por buques de guerra) en el limite de las aguas jurisdiccionales españolas. El capitán español pide socorro por señales y explica que la avería en el timón obliga a abandonar al BAZAN. Pero el estado de la mar hace imposible arriar los botes del ALGOL. Y no es sino hasta el mediodía, que con la energía que da la desesperación, los iberos pueden por fin poner en el agua el bote de los pescantes de popa. El aviso maniobra para tomar la embarcación y recupera los 19 españoles.
Si todo peligro ha desaparecido para las dos tripulaciones, el BAZAN, en contra, parece que esta sentenciado. La mar todavía es dura, la tempestad esta en su apogeo, y el puerto mas cercano, Port Vendres, esta todavía a 25 millas al Sud-Oeste.
Toda tentativa de remolque esta condenada al fracaso. Para ambos capitanes no existe la menor duda de que el buque se hundirá. Contra toda esperanza, el BAZAN romperá este pronóstico y acabara, 36 horas mas tarde, este viaje sobre las rocas de cabo Bear. Unos centenares de metros mas y hubiese entrado en el puerto de Port Vendres”…
El autor continúa describiendo como se efectúa la inmersión para ver los restos del buque.
Este buque, gemelo del CISCAR, construido en el mismo astillero, perteneció en un principio a la flota de MacAndrews que explotaban testaferros españoles. Como dato curioso, en el mismo astillero, y el mismo año, se botaba también el vapor JATIVA.