DESPUES DE LLUVIA NEBLINA, HACIA BUEN TIEMPO CAMINA
Un día, curioseando entre las estanterías del Museu Maritim de Barcelona, encontré un libro llamado Cosas Viejas de la Mar. Tenía posibilidades de sacarle, por lo menos, un par de artículos. Su autor; el hacendado canario D. Armando Yanes Carrillo. Se publico en 1953, por J. Régulo Editor, de Santa Cruz de la Palma, y esta dedicado, In Memoriam, a Don Eduardo Morales Camacho, tío del autor y Capitán de la Marina Mercante. El prologo lo firma Julio F. Guillen, Capitán de Navío, quien comienza y acaba recomendándonos…”Buen libro, lector; buen libro este.”
Iba a comenzar con un relato, espectacular, sobre la FAMA DE CANARIAS, pero, como se parece a un “foaf tale,” (Cuentos del amigo de un amigo) prefiero concentrarme en la historia del BENAHOARE, que es la que hoy contaremos, hasta que pueda verificar los datos del otro articulo.
Antes de publicar un artículo siempre doy un barrido por Internet en busca de información complementaria y, hete aquí, me encuentro con la pagina web de Juan Carlos Díaz Lorenzo, quien en uno de sus blogs, el titulado Venezuela, Octava Isla, y en post en el que rinde homenaje al escritor Javier Díaz Sicilia, y a su libro titulado Al Suroeste, La Libertad, cita las vicisitudes y aventuras de los canarios emigrantes a Venezuela entre 1948 y 1951. Juan Carlos Diaz Lorenzo cita, en palabras del autor del libro lo siguiente:…” De momento, la tierra de promisión era Venezuela; hacia este rumbo orientaban sus pasos y aquí llegaban, en solicitud de una oportunidad para abrirse camino en ésta que también ha sido su patria. Eran hombres de distintas ocupaciones, incluidos profesionales y estudiantes (en uno que otro barco alguna mujer, un niño), “enganchados” por organizadores furtivos. Estos, en los primeros viajes, eran gestores de buena fe, que les proponían asociarse para comprar una pequeña embarcación en la cual pudieran llegar a las costas venezolanas. Recurrían, quienes los tuvieran, a liquidar sus pequeños haberes; otros recibían ayudas familiares; los más, obtenían préstamos de usureros que luego cancelarían desde sus nuevos domicilios. Preparaban sigilosamente el barquichuelo y de igual manera, cuando estaba dotado para partir -combustible, agua y alimentos en magra provisión que nunca alcanzó hasta llegar a destino- tomaban sus escasos bártulos y ¡al suroeste! en busca de la libertad y de una vida más próspera”…
También cita el blog, al que recomendamos referirnos para ver la historia completa, que hubo dos periodos en esta inmigración. Un primero, en que había buena fe y no hubo afán de lucro en esta migración, y un segundo, en el que la picaresca y la sinrazón de algunos individuos acerco aquellos movimientos de gente a las actuales migraciones conducidas por organizaciones mafiosas. Sea como fuere, la tragedia de aquellos hombres aparece narrada en los libros recomendados en el post escrito por este historiador canario.
Pues bien, el BENAHOARE fue uno de los veleros que llego con inmigrantes en esta primera etapa. Lo que no sabemos fue el proceso de venta, ni, si como parece poder ser, esta se efectúo como cita la interesantísima pagina web consultada.
Volvamos atrás en el tiempo, ahora, y veamos comos e concibió este estupendo velero. Nos lo narra el Sr. Armando Llanes Carrillo en su libro Cosas Viejas de la Mar. El apunte cita:…” No pude llegar a mandar un barco grande, y tuve que conformarme y aun consolarme con tener mi buen bote que con su vela y la fresca brisa de nuestra bahía atenuaron y tranquilizaron, en parte, en mis días de asueto, mis impulsivos deseos y mis intensas ansias de mar y de barcos.
Así y estudiando llegué a conocer náutica y navegación, tan sólo por mi propio esfuerzo y sin que nadie me enseñara nada, sino solamente con la compañía de mis buenos amigos los libros que de estas materias tratan, convencido de que no hay mejor profesor, siempre que uno llegue a encariñarse con ellos.
Pero no me conformé con esto, y quise también aprender y llegar a conocer el trazado, cálculo y delineación naval, procurándome las obras necesarias que lo enseñaran; y cuando me creí, a mi entender, suficientemente capacitado, me atreví a montar un modesto astillero en la llamada Playa de Bajamar y a trazar y construir un primer barco que aparejé de ketch (balandra, entre nosotros), encontrándome al terminarlo y ya en la mar con que reunía las mejores condiciones marineras por mí apetecidas y a la que bauticé con el nombre de «BREÑUSCA», por haber estado ubicado en la Breña el lugar de su construcción.
Posteriormente tracé y construí también dos más pequeños para destinarlos a la pesca, que se llamaron «MARIA DEL CARMEN» uno y «ESTRELLA DE ORO» el otro; y animado con el buen éxito de estas obras y como a pesar de todo no lograba apagar en mi espíritu el fuego de mi ardiente deseo de verme en la mar, decidí estudiar y calcular con gran cariño el cuarto, ya con miras a ser por mí tripulado y navegado, de donde salió el que yo he llamado mi barquito y que con el nombre de «BENAHOARE» (mi tierra aborigen) fue lanzado a la mar el 25 de marzo de 1948, aparejado de goleta y cuidadosamente equipado y completado con su cómoda y bien distribuida camarita, dentro de la cual nada me faltaba.
Sus dimensiones fueron: eslora 22 metros, manga 5,35, y puntal 3 metros, con 62 toneladas de arqueo, y un motor auxiliar marca Thornycroff de 95 / 145 B. H.. P., que le hacían adquirir una velocidad de 7 millas.
Su tipo elegido fue el tan conocido Bermuda-Race americano, según puede verse en las fotografías que ilustran estas páginas; y tuve la satisfacción, por qué no decirlo, de que tanto en Tenerife como en Las Palmas, en donde fue muy visitado, gustó grandemente y fui elogiosamente felicitado por toda la afición de dichos puertos en mi primer viaje a ellos.
En esta obra creo haber logrado obtener también las mejores y mayores condiciones marineras que igualmente pude apetecer, pues se me presentaron varias ocasiones de probarlo y conocerlo en la mar, que es donde sólo pueden probarse los barcos, dejándome completamente satisfecho. Lo nombro y me refiero especialmente a él, por haber sido el último aquí construido y porque probablemente le tocará ser también el último de los que aquí se construyan ya, por haber desaparecido hasta los carpinteros de ribera que a estos trabajos se dedicaban, y sin ellos nada podrá hacerse”…
Continúa el autor con sus aventuras en la obtención de la titulación necesaria para poder mandar su propio buque, cosa que efectivamente realizo y cumplió.
También es muy interesante el siguiente apunte del mismo libro. Leamos:…” Todo salió a pedir de boca; y ya he dejado dicho llegué a navegarlo disfrutando en sus bolinas del encanto de verme impulsado por la suave brisa de la mar; y hoy lo veo como un recuerdo que no puedo olvidar, pues, aunque me supo a poco, no fue posible alargarlo como yo lo apetecía y hubiera sido mi gusto, por razones que no son del caso contar en esta ocasión»…
Supongo que las razones del Sr. Armando Yanes Carrillo fueron la venta del velero a los intereses e ilusiones, tristes ilusiones, de los inmigrantes canarios que se embarcaron hacia Venezuela.
El BENAHOARE fue utilizado aparte de yate, como costero de cabotaje y, posteriormente, vendido, a algún grupo de emigrantes cuyo destino fue Venezuela.
Juan Carlos Díaz Lorenzo, en el mismo post que citamos anteriormente, cita como fue esta pequeña odisea: …” El viaje más corto de todo el proceso lo realizó la goleta BENAHOARE. Este barco, que había sido construido por Armando Yanes Carrillo, cruzó el Atlántico al mando del patrón Esteban Medina Jiménez y tardó tan sólo 21 días. El 21 de abril de 1950 zarpó de las costas de Fuencaliente. Las autoridades venezolanas prohibieron su entrada y fue remolcada varias millas afuera. A la mañana siguiente, la BENAHOARE se presentó de nuevo ante La Guaira. Los 151 pasajeros fueron enviados a La Orchila durante 50 días y la tripulación devuelta a España e ingresada en prisión. Esta elegante goleta quedó en Venezuela, como el resto de los barcos de la emigración”…
El BENAHOARE, como otros buques de esta particular emigración, quedaban en Venezuela y el tiempo acababa con ellos.
Para conocer a fondo esta interesantísima historia recomendamos el libro La Palma y el Mar, cuyo ISBN es 84-88605-02-1, publicado en 1993 por Juan Carlos Díaz Lorenzo.
Como siempre magnifica entrada. Curiosa e interesante.
Le sigo leyendo. Un saludo.
muy intersantes resultan estas verdaderas historias de las cuales podemos dar fe muchos hijos de aquellos que un dia abandonaron su lugar de nacimiento buscando una mejora para vivir dejando lo mas querido que era su familia atras, supongo con lagrimas en los ojos pero asi fue la historia de la cual formamos parte una buena porcion de familiares unos en venezuela y otros en canarias pormi parte como hijo que soy y nieto de hombres y mujeres que cruzaron el oceano atlantico nada tengo que reprochar todo lo contrario la historia nos ha enseñado del cual nunca nos avergonzaremos humildemente y con mucha honrradez hemos cumplido y actuado.
Me alegra por el barco ,al fin como un pájaro ,creado para surcar océanos y no paseos costeros con travesías como de mentiras …al fin el barco pudo realizar su destino ,21 días ,el señor Yanes estaría orgulloso de su barco y sentiría secreta envidia de todos esos emigrantes pobres ,por la emoción que no puede dar sino la aventura y s veces las penurias