No tuvo suerte el Gobierno español con los primeros intentos de transporte de correo y pasaje a las Antillas usando buques de vapor. Ni la Empresa de los Correos Marítimos, explotada por el Banco de Fomento y Ultramar, ni la Compañía Trasatlántica Española de Zangroniz Hermanos y Cia y menos Gauthier Hermanos y Cia. del Comercio de Paris, dieron la talla en el transporte de estas mercancías. Esto forzó al Gobierno de la nación a la compra de vapores de guerra especialmente destinados a este servicio; uno de ellos, el DON FERNANDO EL CATOLICO, que se perdió prontamente en Cuba, en el año 1856, es el que hoy estudiaremos.
Un excelente relato de la perdida del buque y sus características lo obtenemos del libro CORREOS MARITIMOS ESPAÑOLES. CORREOS MARITIMOS ESPAÑOLES A LA AMERICA ESPAÑOLA. (CUBA, PTO. RICO Y STO. DOMINGO) VOL II- DE 1827 A 1861, escrito por el historiador Francisco Garay Unibaso y publicado por Ediciones Mensajero. Es una obra en cuatro pequeños volúmenes, interesantísima, cuyo ISBN es 84-271-1496-6 para el TOMO II y 84-271-1499-0 para la obra completa. Se publico en el año 1987. Sobre el vapor a peletas que estudiamos cita: «DON FERNANDO EL CATOLICO»
Construido como su gemelo «DOÑA ISABEL LA CATOLICA» el año 1 850 en Inglaterra por expreso encargo del Gobierno español, para ser empleado como vapor-correo en la línea Península-Habana aprovechando el empréstito especial de 300 millones que estableció para la modernización de la Armada española.
Llegó a Cádiz el 7 de agosto de 1 851 junto al vapor de guerra «ISABEL II», pasando al arsenal de la Carraca para su inspección, con órdenes severas para que su habilitación y entrega se hicieran con toda urgencia.
Dos días después un periódico de Cádiz publicaba: «Ayer hemos estado a bordo de los dos grandes vapores que acaban de llegar de Inglaterra. El «ISABEL II» montado en guerra con 16 piezas de artillería de grueso calibre y una fuerza de su máquina de 500 caballos, es de lo mejor que se presenta en la mar. No puede darse un buque ni más sólido ni más gallardo, ni más primoroso en lo bien acabado de todas sus partes. Puede considerarse sin disputa como la gran joya de nuestra armada. Todas las personas que los han visitado han quedado agradablemente sorprendidas.
El «DON FERNANDO EL CATOLICO» es igual en todo al «DOÑA ISABEL LA CATOLICA», como destinado al servicio de correos, llama en otro concepto la atención. No tiene exactamente las mismas propiedades que el «ISABEL II» pero su repartimiento interior nada deja que desear y el gran comedor o galería que hay sobre cubierta es de lo más pintoresco y magnífico que hemos visto. Aquello es verdaderamente digno de un palacio. Las cámaras y camarotes están preparados con cuantas comodidades pueden apetecerse».
El 16 de agosto de 1851 inicia su viaje inaugural como vapor-correo al salir de Cádiz con la correspondencia pública y de oficio para Canarias-Puerto Rico y Habana.
Realizó sus viajes de vapor-correo a las Antillas según la relación adjunta.
El 12 de diciembre de 1855 salió de Cádiz para Canarias-Puerto Rico y Habana con la correspondencia pública y de oficio, así como con pasajeros en el que iba a ser su último viaje, pues embarrancó, perdiéndose totalmente, la noche del 2 de enero de 1856 en Punta Cobarrubia al norte de la isla de Cuba cuando iba navegando en demanda de la Habana, siendo precisamente el Boletín de Comercio de Bilbao, el que con fecha 2 de febrero de 1856 daba a conocer la triste noticia de esta forma, «El vapor-correo «DON FERNANDO EL CATOLICO» ha varado en un arrecife cerca de Nuevitas, pero afortunadamente todos los viajeros que conducía se salvaron a bordo del vapor mercante «PELAYO», que los recogió, así como a la correspondencia pública y de oficio.
El vapor «DON FERNANDO EL CATOLICO» es uno de los mejores vapores de nuestra marina y su pérdida muy sensible».
Posteriormente y por las propias declaraciones de los supervivientes se pudieron conocer mejor los hechos: «El día 3 a la una y media de la madrugada, con tiempo bueno y caminando el vapor 11 nudos, embarrancamos en el arrecife de Cobarrubia, en la costa de esta isla de Cuba a la distancia de 10 a 12 leguas al Este de Nuevitas. Considere V. el desorden, los lamentos y llantos de las señoras y niños que venían en el vapor, pero afortunadamente se les pudo persuadir de que no había peligro de perder la vida y esto les tranquilizó en cierto modo.
Al amanecer se salió de a bordo en la canoa del Comandante con 4 hombres al objeto de reconocer las costas y el punto en que había varado el buque, pues por la derrota era imposible explicar semejante desgracia. Quiso la buena suerte que a dos leguas encontrasen una lancha grande aparejada de balandra y al parecer de otro buque también perdido.
La mayor parte de los pasajeros resolvieron dejar el buque para irse a la playa donde construyeron unos barracones, pero a lo largo de los tres días que permanecieron allí pasaron más penalidades que aquellos pocos que resolvieron permanecer en el propio buque que por entonces no amenazaba ningún peligro.
El amanecer del día 5 llegó el vapor de guerra «DON JUAN DE AUSTRIA» con otra balandra de remolque y el bote del «DON FERNANDO EL CATOLICO» que enseguida salió para Nuevitas por disposición del Comandante con noticias de la desgracia ocurrida.
En la tarde del mismo día llegó el «PELAYO» que se dirigía a Cuba y en vista de que nada más se podía hacer, se determinó que los pasajeros y la correspondencia se trasladaran a dicho vapor, saliendo sin pérdida de tiempo para la Habana a donde nos trasladó a todos los pasajeros que desde Cádiz habíamos hecho el viaje en el desdichado «DON FERNANDO EL CATOLICO», pues no se comprende como trayendo el rumbo perfectamente dirigido y estando bien los compases, ha podido el vapor varar en Cobarrubias.
Sólo suponiendo una alteración físico-magnética ocasionada por la influencia del hierro que guarnece esta clase de buques, puede de alguna manera explicarse las falsas indicaciones de los instrumentos náuticos que han dado lugar a perder el verdadero rumbo».
Un poco antes, en el mismo libro, el autor cita: Pérdida del vapor-correo de la Armada Nacional «DON FERNANDO EL CATOLICO» De este desdichado y heroico suceso, vamos a volver a los primeros días del año 1856, en que el vapor-correo de la Armada «DON FERNANDO EL CATOLICO», navega por la costa de isla de Cuba en demanda del puerto de la Habana que nunca alcanzará, pues en la noche del 2 al 3 y concretamente a la 01 30 horas del día 3 de enero, navegando a la velocidad de 11 nudos embarrancó en las proximidades de Nuevitas y tras ciertas peripecias propias de las circunstancias del momento, el día 5 el vapor mercante «PELAYO» que se dirigía a la Habana, en vista de que nada se podía hacer por salvar al vapor-correo, recogió a los pasajeros y la correspondencia del desgraciado buque, llegando con ellos a la Habana el día 8 de ese enero de 1856.
La causa de semejante embarrancada y consecuente pérdida del vapor-correo «DON FERNANDO EL CATOLICO» sólo se explicaba por una gran alteración físico magnética ocasionada por la influencia del mucho hierro que guarnecía esta clase de buques, que influyó en el compás por donde se orientaba el buque haciéndole seguir un rumbo falso.
Ante semejante pérdida, el viaje Habana-Península correspondiente a ese mes de enero de 1856 lo realizó, con la correspondencia y 24 pasajeros, la fragata de vela mercante «ANA TERESA», mientras que para sustituir al «DON FERNANDO EL CATOLICO» se ponía en servicio de correo-marítimo al también vapor de la Armada «COLON»… que inicia sus viajes regulares desde el puerto de Cádiz el 12 de marzo de 1856.
Por otra parte, y en cuanto a sus características técnicas, José Lledó Calabuig, en su obra BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885, nos da la siguiente información sobre el buque: Vapores de Ruedas «ISABEL II» (1850-1882, desde 1868 se denominó «CIUDAD DE CADIZ»), «FRANCISCO DE ASIS» (1850-1873, desde 1868 se denominó «FERNANDO EL CATOLICO»), «FERNANDO EL CATOLICO» (1850-1856) e «ISABEL LA CATOLICA» (1850-1884, desde 1879 clasificado como transporte).
Características: Casco de madera. Construidos en Inglaterra.
Desplazamiento: 2.879 toneladas.
Dimensiones: eslora 66 m.; manga 14,50 m.; puntal 6.40 m.
Velocidad: 12 nudos.
Máquina: de 500 caballos nominales y 1.500 indicados.
Armamento: 16 cañones de a 68 o sea de 20 centímetros. Montados siete por banda y dos giratorios a proa y popa en el castillo y alcázar, respectivamente.
Dotación: 300 hombres.
Incorporados a nuestra Armada, los FERNANDO EL CATOLICO e ISABEL LA CATOLICA fueron destinados al servicio de correos con Ultramar…
No fue hasta la llegada de los vapores de López y Cia, que se pudo dar un correcto servicio postal a las Antillas.
Foto 1.- El vapor a paletas DON FERNANDO EL CATOLICO. Existe la posibilidad de que esta foto no sea el buque original, sino el FRANCISCO DE ASIS rebautizado. Foto del libro BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885.
Un excelente relato de la perdida del buque y sus características lo obtenemos del libro CORREOS MARITIMOS ESPAÑOLES. CORREOS MARITIMOS ESPAÑOLES A LA AMERICA ESPAÑOLA. (CUBA, PTO. RICO Y STO. DOMINGO) VOL II- DE 1827 A 1861, escrito por el historiador Francisco Garay Unibaso y publicado por Ediciones Mensajero. Es una obra en cuatro pequeños volúmenes, interesantísima, cuyo ISBN es 84-271-1496-6 para el TOMO II y 84-271-1499-0 para la obra completa. Se publico en el año 1987. Sobre el vapor a peletas que estudiamos cita: «DON FERNANDO EL CATOLICO»
Construido como su gemelo «DOÑA ISABEL LA CATOLICA» el año 1 850 en Inglaterra por expreso encargo del Gobierno español, para ser empleado como vapor-correo en la línea Península-Habana aprovechando el empréstito especial de 300 millones que estableció para la modernización de la Armada española.
Llegó a Cádiz el 7 de agosto de 1 851 junto al vapor de guerra «ISABEL II», pasando al arsenal de la Carraca para su inspección, con órdenes severas para que su habilitación y entrega se hicieran con toda urgencia.

Dos días después un periódico de Cádiz publicaba: «Ayer hemos estado a bordo de los dos grandes vapores que acaban de llegar de Inglaterra. El «ISABEL II» montado en guerra con 16 piezas de artillería de grueso calibre y una fuerza de su máquina de 500 caballos, es de lo mejor que se presenta en la mar. No puede darse un buque ni más sólido ni más gallardo, ni más primoroso en lo bien acabado de todas sus partes. Puede considerarse sin disputa como la gran joya de nuestra armada. Todas las personas que los han visitado han quedado agradablemente sorprendidas.
El «DON FERNANDO EL CATOLICO» es igual en todo al «DOÑA ISABEL LA CATOLICA», como destinado al servicio de correos, llama en otro concepto la atención. No tiene exactamente las mismas propiedades que el «ISABEL II» pero su repartimiento interior nada deja que desear y el gran comedor o galería que hay sobre cubierta es de lo más pintoresco y magnífico que hemos visto. Aquello es verdaderamente digno de un palacio. Las cámaras y camarotes están preparados con cuantas comodidades pueden apetecerse».
El 16 de agosto de 1851 inicia su viaje inaugural como vapor-correo al salir de Cádiz con la correspondencia pública y de oficio para Canarias-Puerto Rico y Habana.
Realizó sus viajes de vapor-correo a las Antillas según la relación adjunta.
El 12 de diciembre de 1855 salió de Cádiz para Canarias-Puerto Rico y Habana con la correspondencia pública y de oficio, así como con pasajeros en el que iba a ser su último viaje, pues embarrancó, perdiéndose totalmente, la noche del 2 de enero de 1856 en Punta Cobarrubia al norte de la isla de Cuba cuando iba navegando en demanda de la Habana, siendo precisamente el Boletín de Comercio de Bilbao, el que con fecha 2 de febrero de 1856 daba a conocer la triste noticia de esta forma, «El vapor-correo «DON FERNANDO EL CATOLICO» ha varado en un arrecife cerca de Nuevitas, pero afortunadamente todos los viajeros que conducía se salvaron a bordo del vapor mercante «PELAYO», que los recogió, así como a la correspondencia pública y de oficio.
El vapor «DON FERNANDO EL CATOLICO» es uno de los mejores vapores de nuestra marina y su pérdida muy sensible».
Posteriormente y por las propias declaraciones de los supervivientes se pudieron conocer mejor los hechos: «El día 3 a la una y media de la madrugada, con tiempo bueno y caminando el vapor 11 nudos, embarrancamos en el arrecife de Cobarrubia, en la costa de esta isla de Cuba a la distancia de 10 a 12 leguas al Este de Nuevitas. Considere V. el desorden, los lamentos y llantos de las señoras y niños que venían en el vapor, pero afortunadamente se les pudo persuadir de que no había peligro de perder la vida y esto les tranquilizó en cierto modo.
Al amanecer se salió de a bordo en la canoa del Comandante con 4 hombres al objeto de reconocer las costas y el punto en que había varado el buque, pues por la derrota era imposible explicar semejante desgracia. Quiso la buena suerte que a dos leguas encontrasen una lancha grande aparejada de balandra y al parecer de otro buque también perdido.
La mayor parte de los pasajeros resolvieron dejar el buque para irse a la playa donde construyeron unos barracones, pero a lo largo de los tres días que permanecieron allí pasaron más penalidades que aquellos pocos que resolvieron permanecer en el propio buque que por entonces no amenazaba ningún peligro.
El amanecer del día 5 llegó el vapor de guerra «DON JUAN DE AUSTRIA» con otra balandra de remolque y el bote del «DON FERNANDO EL CATOLICO» que enseguida salió para Nuevitas por disposición del Comandante con noticias de la desgracia ocurrida.
En la tarde del mismo día llegó el «PELAYO» que se dirigía a Cuba y en vista de que nada más se podía hacer, se determinó que los pasajeros y la correspondencia se trasladaran a dicho vapor, saliendo sin pérdida de tiempo para la Habana a donde nos trasladó a todos los pasajeros que desde Cádiz habíamos hecho el viaje en el desdichado «DON FERNANDO EL CATOLICO», pues no se comprende como trayendo el rumbo perfectamente dirigido y estando bien los compases, ha podido el vapor varar en Cobarrubias.
Sólo suponiendo una alteración físico-magnética ocasionada por la influencia del hierro que guarnece esta clase de buques, puede de alguna manera explicarse las falsas indicaciones de los instrumentos náuticos que han dado lugar a perder el verdadero rumbo».
Un poco antes, en el mismo libro, el autor cita: Pérdida del vapor-correo de la Armada Nacional «DON FERNANDO EL CATOLICO» De este desdichado y heroico suceso, vamos a volver a los primeros días del año 1856, en que el vapor-correo de la Armada «DON FERNANDO EL CATOLICO», navega por la costa de isla de Cuba en demanda del puerto de la Habana que nunca alcanzará, pues en la noche del 2 al 3 y concretamente a la 01 30 horas del día 3 de enero, navegando a la velocidad de 11 nudos embarrancó en las proximidades de Nuevitas y tras ciertas peripecias propias de las circunstancias del momento, el día 5 el vapor mercante «PELAYO» que se dirigía a la Habana, en vista de que nada se podía hacer por salvar al vapor-correo, recogió a los pasajeros y la correspondencia del desgraciado buque, llegando con ellos a la Habana el día 8 de ese enero de 1856.
La causa de semejante embarrancada y consecuente pérdida del vapor-correo «DON FERNANDO EL CATOLICO» sólo se explicaba por una gran alteración físico magnética ocasionada por la influencia del mucho hierro que guarnecía esta clase de buques, que influyó en el compás por donde se orientaba el buque haciéndole seguir un rumbo falso.
Ante semejante pérdida, el viaje Habana-Península correspondiente a ese mes de enero de 1856 lo realizó, con la correspondencia y 24 pasajeros, la fragata de vela mercante «ANA TERESA», mientras que para sustituir al «DON FERNANDO EL CATOLICO» se ponía en servicio de correo-marítimo al también vapor de la Armada «COLON»… que inicia sus viajes regulares desde el puerto de Cádiz el 12 de marzo de 1856.
Por otra parte, y en cuanto a sus características técnicas, José Lledó Calabuig, en su obra BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885, nos da la siguiente información sobre el buque: Vapores de Ruedas «ISABEL II» (1850-1882, desde 1868 se denominó «CIUDAD DE CADIZ»), «FRANCISCO DE ASIS» (1850-1873, desde 1868 se denominó «FERNANDO EL CATOLICO»), «FERNANDO EL CATOLICO» (1850-1856) e «ISABEL LA CATOLICA» (1850-1884, desde 1879 clasificado como transporte).
Características: Casco de madera. Construidos en Inglaterra.
Desplazamiento: 2.879 toneladas.
Dimensiones: eslora 66 m.; manga 14,50 m.; puntal 6.40 m.
Velocidad: 12 nudos.
Máquina: de 500 caballos nominales y 1.500 indicados.
Armamento: 16 cañones de a 68 o sea de 20 centímetros. Montados siete por banda y dos giratorios a proa y popa en el castillo y alcázar, respectivamente.
Dotación: 300 hombres.
Incorporados a nuestra Armada, los FERNANDO EL CATOLICO e ISABEL LA CATOLICA fueron destinados al servicio de correos con Ultramar…
No fue hasta la llegada de los vapores de López y Cia, que se pudo dar un correcto servicio postal a las Antillas.
Foto 1.- El vapor a paletas DON FERNANDO EL CATOLICO. Existe la posibilidad de que esta foto no sea el buque original, sino el FRANCISCO DE ASIS rebautizado. Foto del libro BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885.