Siempre que empiezo un artículo sobre buques de guerra recuerdo lo mismo; no soy un especialista en temas militares. Dicho esto, y como se trata de dar una opinión personal en un blog personal, diré que en mi opinión no deberían haberse seleccionado estos buques para la Armada. Vickers era socio mayoritario en la S.E. de C.N., y esta, a su vez, era propietaria de la mayoría de astilleros del Estado, entre los que se incluían los tres antiguos arsenales de la Armada.
Vickers por aquellos años ya tenia diseñada y en gradas la clase L, derivación de la clase E de sumergibles, y este, en mi opinión, era superior al diseño 105 F de Electric Boat Co.
Se podrían haber construido más, y más baratos, al tiempo que habrían podido tener continuidad en la clase O, escogida por Chile en los años 20 y, por que no, en la serie ESPADARTE, que eligió en los años 30 nuestro país vecino, Portugal, y que veremos en el futuro en esta pagina web. También, acabada la Gran Guerra, se podrían haber comprado a un precio asequible algunas de estas unidades. Disculpen los expertos estas pequeñas reflexiones sin más valor que el de una opinión personal.
Como se trata de conocer el origen y la pequeña vida operacional de estos dos submarinos, recurriremos en un primer momento, para saber sus características técnicas, al estupendo libro LOS SUBMARINOS ESPAÑOLES; otro libro de esos que marca un antes y un después en cuanto al conocimiento del Arma Submarina de la Armada. Editado por Agualarga / Grupo Cultural, su ISBN es 84-8055-952-7, y se publico en el año 2002. No vale el poder consultarlo; debe estar en nuestras bibliotecas. Sus autores son firmas reconocidas en los temas militares: Camil Busquets i Vilanova, Albert Campanera i Rovira, Juan Luis Coello Lillo y Agustín Ramón Rodríguez González. De la A a la Z en este apasionante tema y con una abundante bibliografía en la que todo buen aficionado a la investigación puede basarse para profundizar aun mas en el tema. De la Segunda Parte del libro, titulada Nacimiento y Consolidación del Arma Submarina. (1900-1936), escrito por Agustin Ramon Rodriguez Gonzalez, transcribimos y condensamos el apartado titulado La Clase B: Como ya sabemos, seis buques del proyecto 105-F estadounidense iban a ser construidos por la SECN de Cartagena por algo más de 21 millones de pesetas, poniéndose la quilla del primero el 1 de febrero de 1917 y la del segundo el 24 de agosto del mismo año. Todo parecía ir viento en popa cuando la entrada en la contienda mundial de los EE.UU. hizo que se interrumpiera casi por completo la entrega de materiales, retrasando la construcción de tal modo que el primero no fue botado hasta el 2 de junio de 1921, para ser entregado a la Armada el 11 de enero de 1922
, siéndolo el segundo el 1 de junio del mismo año. La segunda pareja vio así retrasada su puesta de quilla hasta enero y mayo de 1920, aunque su construcción fue algo más rápida, entregándose en agosto de 1922 y mayo de 1923 respectivamente. Las quillas de la tercera pareja se colocaron en 1921, entrando en servicio a fines de 1925 el primero y en enero de 1926 el siguiente y último de la serie. En resumidas cuentas, la duración total de la construcción de los «B» se acercó a los nueve años, mientras que la de cada submarino rondó los cinco años en la primera y última parejas, siendo de algo menos de tres en la segunda. Aquello se contradecía con los optimistas plazos dados en la «orden de ejecución», que estimaban que el primero de los buques podría terminarse en 24 meses desde la fecha de aprobación (12 de febrero de 1916), continuándose las entregas cada tres meses hasta finalizar el programa hacia la mitad de 1919, pudiéndose estimar, con las demoras impuestas por las pruebas, que hacia fines de 1919 o comienzos de 1920, la serie entera sería operativa. El retraso total fue, pues, de unos seis años.
Aparte de la razón indicada, lo cierto es que se trataba de los primeros sumergibles construidos en España -a excepción de los prototipos del siglo anterior- y que era inevitable que algo así sucediera.
En cuanto al precio, fijado globalmente en 21.321.000 pesetas, se consideró que el de los cuatro primeros sería de 3.553.500 pesetas cada uno, sin contar con determinados aparatos eléctricos (como el compás giroscópico, radio, etc.), reservándose la SECN incrementar el de la última pareja en razón del alza de precios atribuida al tiempo transcurrido y a posibles mejoras en el diseño. Indudablemente, la cantidad real desbordó las previsiones de gasto.
Una Real Orden de 6 de julio de 1921 estipulaba que se denominarían correlativamente con los anteriores, siendo el primero el A-4, pero una R.O. de 6 de octubre del mismo año decidió que se numeraran B-1 y sucesivos, por lo que desde entonces serían conocidos como la clase o serie «B». A diferencia de sus antecesores y de muchos de los submarinos que les siguieron en la Armada, no llevaron nombre alguno, aparte de su distintivo alfanumérico.
Los buques tenían una eslora de 64,10 metros, por 5,60 de manga máxima, 5,18 de puntal y un calado máximo en superficie de 3,55. La altura hasta el palo de señales y radio era de 10 metros, y la de la tórreta o «vela» de 4,45. Desplazaban en superficie entre 556 y 563 toneladas, y unas 716-718 en inmersión. Su reserva de flotabilidad era del 28,2 por ciento. Su casco era doble, con quillas de balance, y estaba dividido por once mamparos estancos. Tenían cinco tanques de lastre aparte del de superestructura, situado entre el resistente y la cubierta, que se llenaba por sí solo al sumergirse el buque. Su tiempo de inmersión era de 5 minutos y veinte segundos.
Su cota de inmersión máxima era de 60 metros, aunque la operativa era de 40.
Propulsaban al buque dos motores diesel NELSECO de 700 CV y cuatro tiempos, construidos por la New London Ship and Engine Co., que daban 367 rpm, alcanzando como velocidad máxima en superficie los 16 nudos, con la que tenían un radio de acción de 2.300 millas náuticas, que llegaba a las 4.500 a 12 nudos y a una autonomía máxima de 8.000 a 10,5 nudos. Los dos motores eléctricos para inmersión desarrollaban un máximo de 210 CV cada uno durante una hora, alcanzando durante ese tiempo la velocidad de 10,5 nudos y otras 10,5 millas de autonomía, consiguiendo las 125 millas a la económica de 4,5 nudos.
La batería de acumuladores constaba de 120 elementos, construidos por la firma TUDOR de Zaragoza. Unas y otras máquinas accionaban dos hélices de tres palas de bronce-manganeso.
Los buques llevaban dos periscopios, fabricados por la Kelmorgen Optical, de 74 y 86 cm, siendo el más alto el situado a popa, con un apreciador de distancia Zeiss para el lanzamiento de torpedos.
Justamente el apartado de armamento de estos buques ha sido el peor conocido hasta la fecha: tradicionalmente se ha dicho que llevaban cuatro tubos lanzatorpedos repartidos por mitades a proa y popa, con un total de 8 armas (las de los tubos más cuatro o excepcionalmente seis de reserva en la cámara de torpedos de proa), y ello es cierto, pero lo curioso es que tanto en el diseño original como en la orden de ejecución se mencionan otros dos tubos, montados en pareja y orientables que estaban situados en la superestructura, con campos de tiro de 90 grados a cada banda, con «sectores ciegos» de 45° a proa y popa. Pese a nuestros intentos, nos ha sido imposible averiguar cuándo se decidió prescindir de estos tubos orientables, así como las razones que se adujeron para tal supresión, salvo en el caso de los dos últimos buques en ser terminados, los B-5 y B-6, en que taxativamente se indica que durante su construcción se suprimieron los tubos de cubierta para instalar un cañón de 76,2 mm antiaéreo con 100 proyectiles, modificación aprobada por la Electric Boat Company.
Los torpedos seguían siendo los Bliss Leavitt de 450 mm, con una carrera de dos mil metros a 38 nudos y de seis mil a 27 nudos. Según la orden de ejecución, podían ser disparados en superficie a velocidad máxima, mientras que en inmersión era de ocho nudos. Sólo se admitía una variación de profundidad tras cada lanzamiento de 1 metro para los tres primeros buques y 75 cm en los siguientes.
En cuanto al armamento artillero, nada se dice de él ni en el proyecto previo ni en la orden de ejecución, y parece seguro que durante algunos años los cuatro primeros no montaron ninguno, hasta que ya en los años 30 se llevó a cabo la instalación de un antiaéreo de 76,2 mm, aunque algunos buques lo llevaron sólo en ciertos períodos, al parecer por tratarse de piezas excesivamente complicadas y delicadas para su uso en submarinos, por la dificultad de la adaptación, o por uno u otro motivo.
Aparte de la aguja Sperry, los submarinos contaron con el comunicador Fessenden, boya telefónica, una radio Marconi y un proyector de arco, entre otros instrumentos. Su dotación constaba de 34 individuos, al mando de un teniente de navío, con víveres para 20 días, duración normal de un crucero de guerra.
En cuanto a la última pareja, los B-5 y B-6, ya conocemos la modificación de su armamento, pero además tuvieron una serie de modificaciones sobre el proyecto original de menor entidad, como la posibilidad de manejar desde el exterior la regulación de trayectoria de los torpedos, mejoras en ventilación, aumento del forro de corcho de los alojamientos, servicio de municionamiento de cubierta, etc., que comportaban un sobreprecio de 49.000 pesetas por unidad, modificaciones aprobadas por Real Orden de 10 de noviembre de 1922. Posteriormente, y al parecer, les fueron añadidos equipos hidrofónicos ya en la década siguiente.
Se trataba, en suma y refiriéndonos a la serie completa, de unos buques mucho más grandes y potentes, autónomos y veloces que los anteriores de procedencia italiana, así como mucho más fiables en maquinaria y de fácil manejo en inmersión, aunque su ventaja respecto al también de origen norteamericano y competidor ISAAC PERAL era bastante menos evidente.
Entre sus defectos estaba una cierta debilidad en el casco, un aparato de gobierno poco fiable y que tuvo que ser mejorado, y la lentitud y escasa altura de sus periscopios, que tenían cierta dificultad con mucha mar. También es cierto que su armamento torpedero era algo insuficiente para la época, y que carecieron durante algunos años de un cañón; tampoco sus aparatos auxiliares aportaron novedades. Pero, y pese a todo ello, marcaron por sus características y operatividad toda una época en el Arma Submarina, aventajando decisivamente a los «LAURENTI«.
Como era de esperar, el rápido desarrollo de los submarinos durante la Primera Guerra Mundial y la lentitud de su construcción en España hicieron que quedaran algo anticuados al entrar en servicio, pero, como veremos, el provecho que se sacó de ellos en España superó todo lo esperable, acreditándose incluso con un «record» mundial…
Este estupendo libro sigue con la vida operacional del buque y con la historia de todos los submarinos que ha tenido la Armada. Nosotros dejamos aquí la consulta de esta obra y recurriremos a otros libros para acabar nuestra historia.
Sigamos con su concepción y construcción. En el libro OBRAS S.E. de C.N. 1915., y en el apartado Nuevos Contratos con el Estado, leemos: 2º Programa Naval.
Sumergibles.- En cumplimiento de la ley de 17 de Febrero de .1915, que autorizaba la construcción de 28 sumergibles, y del contrato de 24 de Febrero de 1916, el Ministerio de Marina invitó á la Sociedad á presentar proposiciones y proyectos para la ejecución de algunos de estos buques.
La Sociedad respondió á esta invitación remitiendo á la Superioridad proyectos de varios tipos de sumergibles de los últimos modelos. Después de un detenido estudio, fue elegido un tipo de la Electric Boat C°, de los Estados Unidos, con cuya garantía técnica se construirán los buques.
Conocido en definitiva el tipo de sumergible, presentó la Sociedad proposición, planos y especificaciones completas para la construcción de un grupo de estos buques en el Arsenal de Cartagena, que ha sido ordenada en 15 de Febrero del corriente año.
En el libro OBRAS. S.E. de C.N. 1916, se apunta: 2º Programa Naval.
Sumergibles.- Han dado comienzo las obras en los cascos de los primeros buques, y está acopiada gran parte de los materiales, que es de fabricación nacional.
Están pedidos todos los aparatos para los múltiples servicios de estos barcos, que en su mayoría son patentados y de fabricantes especiales, construyéndose por ahora en nuestros talleres los que no reúnen estas condiciones.
Respecto a los submarinos B-1 y B-2, en el libro OBRAS S.E. de C.N. 1921 se cita: Obras Militares.
Sumergible B-l.- Este buque se puso a flote el 2 de junio de 1921, y una vez terminado su armamento efectuó pruebas oficiales de la maquinaria y demás servicios con resultados excelentes, siendo entregado a la Marina el 11 de enero del corriente año (1922).
Sumergible B-2.- Se puso a flote este sumergible el 9 de octubre de 1921, con asistencia del Excmo. Sr. Ministro de Marina, Marqués de Cortina, y una vez terminado su armamento ha verificado todas sus pruebas oficiales con brillante resultado, quedando dispuesto para ser entregado a la Marina inmediatamente.
En el mismo libro, y en el apartado Obras y Mejoras en la Factoría, leemos: Quedaron terminadas las reformas en las oficinas del Astillero. También se terminó la cubierta del nuevo almacén de carpinteros. Como enseñanza deducida del armamento del sumergible B-1, se decidió instalar en los arcos de la antigua fábrica de jarcias un taller para la montura y carga de las baterías de acumuladores para los buques en construcción, habiendo quedado terminado el edificio, estando pendiente del recibo del grupo convertidor y de otros aparatos y accesorios para el mismo. En los talleres de herreros de Ribera y forjas quedaron terminadas las instalaciones de nuevas herramientas y motores eléctricos. El almacén general ha sido objeto de la necesaria ampliación.
Era parte inevitable de las nuevas modificaciones necesarias en infraestructuras para el mantenimiento de la nueva flotilla de submarinos.
En el libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922, se lee: Obras Militares.
Sumergible B-2.- Conforme indicábamos en la Memoria del año anterior, este buque había verificado todas sus pruebas oficiales con brillante resultado, quedando dispuesto para su entrega a la Marina; ésta se verificó el 1º de junio del año 1922.
También en el apartado Obras y Mejoras en la Factoría, se comentaba: Terminado el taller para la montura y carga de las haterías de acumuladores, ha prestado inapreciables servicios en el armado y carga de las de los sumergibles B-3 y B-4. Se esta terminando la construcción de un parque para planchas y perfiles, que, muy adelantado, aloja ya las correspondientes a los cabezas de flotilla.
Estos sumergibles están ampliamente estudiados en Internet. Destacaremos las paginas web EL ARMA SUBMARINA ESPAÑOLA, en donde encontramos una completísima historia de los buques, su vida operativa y los Comandantes que los guiaron. Imprescindible en nuestra biblioteca virtual.
También la pagina web SUBMARINOS, en su apartado Arma Submarina Española, es otra referencia en la red, en donde encontraremos abundante información y detalle de la vida de estos buques.
No es nuestra intención profundizar en este tema, en el que como vemos estamos bien representados en Internet, pero si la de hablar de libros que se refieran a este tema. Algo de su vida operativa la extraeremos del libro SUBMARINOS REPUBLICANOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Escrito por Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo y por José Ignacio González-Aller, fue sacado a la luz por Ediciones Poniente, siendo su ISBN: 84-85935-06-3, y aunque excelente en su exposición y en la muestras de los hechos, echamos de menos un libro que también estuviera escrito de primera mano por los que vivieron en la otra zona, la republicana, aquellos tristes acontecimientos.
De lo que no hay duda es que el Estado de derecho, que en aquellos momentos era la Republica, no supo, o no pudo, sacar provecho a una Armada que estaba mayoritariamente en sus manos. La falta de profesionales fieles a esa idea y la proliferación de turbas incontroladas, comités y demás tropelías de variada e ineficaz política, dieron al traste con la posibilidad de acabar de raíz con los golpistas en los primeros comienzos de la contienda. Los medios para hacerlo si que se tenían.
Volvamos al libro citado. En el apartado titulado La Flotilla de Mahon, leemos: En Menorca, base naval secundaria y comandancia militar, ejercían el mando el general Bosch Atienza y el contralmirante Pascual del Pobil.
Contaban éstos con una guarnición relativamente numerosa en la que predominaban los elementos levantiscos, ya que, tradicionalmente, se enviaban a aquella guarnición a los individuos que habían merecido alguna sanción por la mala conducta. El general Bosch declaró el estado de guerra el día 19 de julio a las once de la mañana, sin más oposición que la ofrecida por una Compañía de Ametralladoras destacada en Ciudadela, que fue fácilmente sofocada. En el resto de la isla, donde predominaban los elementos conservadores, el general no tropezó con dificultades.
En Mahón tenían su base los submarinos «B-l», «B-2», «B-3» y «B-4» y como nodriza de la Flotilla el Aljibe «A-3». Estaban en las siguientes situaciones: el «B-l» en gran reparación en su base; el resto de los submarinos y el Aljibe habían salido a la mar a principios de julio para realizar un crucero por las islas Baleares, a las órdenes del capitán de corbeta Sáiz Corratgé. El Movimiento les sorprende en Sóller y el 18 por la tarde llegan a Pollensa. Tras las vicisitudes que constan en la Información del Apéndice II/B, que rindió el entonces alférez de navío Moya, el día 19 por la tarde (no el 18 como dice Moya) salen el «B-2» y aljibe «A-3» para Mahón, mientras el «B-3» y el «B-4» lo hacen para Palma de Mallorca…
Pierden la vida en esa base, en aquellos turbulentos momentos los comandantes y segundos comandantes del B-1 y del B-2, entre otros jefes. Eran los tenientes de navío Narciso Núñez de Olañeta, José Mª Pasquin Daban, Ceferino Portal Villamil y Mariano González Requena respectivamente.
En otro apartado titulado Actividades de los Submarinos B, leemos sobre el B-1 y B-2: El «B-l», destacado en Cataluña, repara en enero de 1937 en los talleres Vulcano de Barcelona, porque hacía agua a unos diez metros de profundidad, y efectúa algunos viajes entre los puertos catalanes, Cartagena y Mahón.
Al mando del alférez de navío Gallo, de escasa experiencia y con una dotación desmoralizada, se podía considerar como un submarino inútil a pesar de tener la batería casi nueva. En abril, entra en reparación a causa de una chumacera y después se traslada a Almería, donde se encontraba el «B-2».
Este, en las mismas condiciones de inoperatividad del «B-l», también con la batería casi nueva y al mando del alférez de navío Martínez Montero, adicto a la causa nacional, primero de su promoción y hombre muy inteligente, podía ser considerado como de nula eficacia militar.
El «B-2» se retira hacia Cartagena a mediados de enero, y ante la ofensiva nacional en el frente malagueño se paralizan prácticamente las vigilancias encomendadas entre Calaburras y Cabo Gata. El día 8 de febrero entran las tropas nacionales en Málaga y pierden los submarinos la base avanzada, que lógicamente nunca fue necesaria para las operaciones de unidades de tanto radio de acción. Cartagena, con sus medios logísticos y mucho más a retaguardia y protegida, hubiera podido ser su base y se hubieran evitado averías innecesarias. Quizá las circunstancias políticas y el deseo de levantar la moral de las ciudades amenazadas, llevaron al Mando republicano a mantener estas bases.
El día 9 de marzo, el submarino «B-2» se traslada a Almería para ponerse a las órdenes del comandante del «JAIME I». En abril toma el mando de esta unidad el alférez de navío Ferrando Talayero…
Los autores vuelven con los B, en el apartado Acciones en el Mediterráneo. El Final de los Submarinos B. Veamos lo que apuntan: En este teatro de operaciones quedaron tres submarinos: «C-l», «B-l» y «B-2» ya que los restantes submarinos de la República salieron para el Cantábrico. Los dos submarinos tipo «B» toman como base Almería en el mes de marzo, y desde allí continúan con su servicio de vigilancia en apoyo de la Flota. Regresan a Cartagena el día 22 de mayo, volviendo el «B-2» a continuación. El día 31 de este mes se encontraba en Almería el submarino últimamente citado al mando del alférez de navío Ferrando, cuando la escuadra alemana efectuó un bombardeo de represalia sobre este puerto. No sufrió daño alguno. El 12 de julio tomó el mando de este buque el teniente de navío Rodríguez Lizón, también de filiación nacional, mientras que Ferrando pasaba a mandar el «C-2».
No existen referencias posteriores del «B-2», lo que hace suponer que, dado su estado, quedase prácticamente inoperativo en Cartagena. El «B-l», al mando del alférez de navío Gallo, continuó operando en servicios de escaso interés. Estando en Valencia, el día 9 de noviembre, recibe órdenes de trasladarse a Cartagena, lo que efectúa a continuación.
A causa de una avería, entra de arribada en Alicante al día siguiente, y allí aborda un buque inglés doblándose los filos de proa. Llega a Cartagena el 11 del mismo mes. Por no existir más datos posteriores, y sabido que su comandante pasó a fines de mes de segundo al «C-l», cabe suponer que quedó arrumbado en Cartagena.
Ambos buques fueron encontrados en este puerto al fin de la guerra.
El «B-l» fue desguazado, y el «B-2» puesto a flote convertido en central eléctrica flotante durante algunos años.
Durante los meses que prestaron servicio en este año de 1937, intervinieron esporádicamente en el abastecimiento de Mahón. A consecuencia de la posición geobloqueante de Mallorca y de la indudable supremacía naval nacional, la Republica se vio obligada a utilizar este medio submarino.
Los autores resumen la vida de estos buques durante la guerra civil de esta manera: Submarino B-1. Al estallar el Alzamiento se encontraba en obras en Mahón donde permaneció hasta el 11 de diciembre de 1936 en que, finalizadas éstas, se incorporó a las operaciones en el Mediterráneo. En enero de 1937 estuvo destacado en Cataluña, pasando posteriormente a efectuar algunos viajes entre puertos de la Península y Mahón. En abril opera desde Almería y se traslada a Cartagena el 22 de mayo de 1937. En operaciones de escaso interés en el Mediterráneo, permanece hasta el 11 de noviembre que llega a Cartagena averiado procedente de Valencia y Alicante, donde sufrió un abordaje con un buque inglés, quedando desde esa fecha arrumbado en Cartagena hasta el final de la contienda, donde se encontraba hundido en abril de 1939. Puesto a flote y desguazado en 1940. El estado de este buque era de muy escasa eficacia al empezar la guerra, al igual que los tres siguientes de la serie, dada su edad y condiciones.
Submarino B-2. Al estallar el Alzamiento estaba en Mahón, pertenecía al igual que los cuatro primeros, a la Flotilla de Baleares. El día 20 de julio sale para Valencia, pero la dotación se amotina y regresa a Mahón. En unión del «B-3» y el «B-4» fueron utilizados en las Baleares como buques de vigilancia y también intervinieron en la expedición contra Mallorca y Menorca que terminó en un gran fracaso. A partir de octubre de 1936 es incluido en las fuerzas submarinas y opera en el Estrecho y Mediterráneo hasta Almería y Cabo Gata. Desde julio de 1937 no existen referencias de operaciones de este buque que, probablemente, siguió el mismo camino que el «B-l». Al finalizar la guerra se encontraba hundido en el Arsenal de Cartagena; puesto a flote posteriormente, fue utilizado para escuela de motores y electricidad.
No vamos a seguir con mas datos sobre su vida operacional ya que, según hemos visto en los links establecidos, esta claramente y extensamente referenciada. También los libros citados, entre otros, nos dan una gran fuente de información que recomendamos a todos aquellos que deseen profundizar en este tema.
Iremos viendo el resto de la serie cuando encontremos fotos o anécdotas que escapen a la visión general dada por estos estupendos libros y páginas web.
Foto 1.- Postal de una acuarela en color del B-1.
Foto 2.- Estupenda foto de tres sumergibles de la clase B en el puerto de Castelló. Del libro RUMBO AL PROGRESO. EL PUERTO DE CASTELLÓ A TRAVES DE LA HISTORIA. Esta foto espero poderla mejorar si consigo que la autoridad portuaria me la ceda.
Foto 3.- El sumergible B-1 dispuesto para su traslación al dique flotante para ser puesto a flote. Mayo de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 4.- El sumergible B-1 puesto a flote. 2 de junio de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 5.- El sumergible B-2 en el dique flotante para ser puesto a flote. Octubre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 6.- Los sumergibles B-1 y B-2 en la dársena, para verificar sus operaciones de habilitación y armamento. Octubre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 7.- El sumergible B-1 en sus pruebas de velocidad. 1º noviembre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 8.- El sumergible B-2 en sus pruebas de velocidad. Abril de 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 9.- El sumergible B-2 en sus pruebas de inmersión. Abril 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 10.- Cámara de maquinas de uno de los sumergibles construidos en este arsenal. Abril 1923. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 11.- Cámara de dirección y maniobras de uno de los sumergibles construidos en este arsenal. Abril 1923. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 12.- Taller de comprobación y carga de las baterías de acumuladores para los sumergibles. Junio 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 13.- Detalle de los cañones antiaéreos de 3 pulgadas de calibre de los sumergibles tipo B. Del libro SUBMARINOS REPUBLICANOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

Vickers por aquellos años ya tenia diseñada y en gradas la clase L, derivación de la clase E de sumergibles, y este, en mi opinión, era superior al diseño 105 F de Electric Boat Co.
Se podrían haber construido más, y más baratos, al tiempo que habrían podido tener continuidad en la clase O, escogida por Chile en los años 20 y, por que no, en la serie ESPADARTE, que eligió en los años 30 nuestro país vecino, Portugal, y que veremos en el futuro en esta pagina web. También, acabada la Gran Guerra, se podrían haber comprado a un precio asequible algunas de estas unidades. Disculpen los expertos estas pequeñas reflexiones sin más valor que el de una opinión personal.
Como se trata de conocer el origen y la pequeña vida operacional de estos dos submarinos, recurriremos en un primer momento, para saber sus características técnicas, al estupendo libro LOS SUBMARINOS ESPAÑOLES; otro libro de esos que marca un antes y un después en cuanto al conocimiento del Arma Submarina de la Armada. Editado por Agualarga / Grupo Cultural, su ISBN es 84-8055-952-7, y se publico en el año 2002. No vale el poder consultarlo; debe estar en nuestras bibliotecas. Sus autores son firmas reconocidas en los temas militares: Camil Busquets i Vilanova, Albert Campanera i Rovira, Juan Luis Coello Lillo y Agustín Ramón Rodríguez González. De la A a la Z en este apasionante tema y con una abundante bibliografía en la que todo buen aficionado a la investigación puede basarse para profundizar aun mas en el tema. De la Segunda Parte del libro, titulada Nacimiento y Consolidación del Arma Submarina. (1900-1936), escrito por Agustin Ramon Rodriguez Gonzalez, transcribimos y condensamos el apartado titulado La Clase B: Como ya sabemos, seis buques del proyecto 105-F estadounidense iban a ser construidos por la SECN de Cartagena por algo más de 21 millones de pesetas, poniéndose la quilla del primero el 1 de febrero de 1917 y la del segundo el 24 de agosto del mismo año. Todo parecía ir viento en popa cuando la entrada en la contienda mundial de los EE.UU. hizo que se interrumpiera casi por completo la entrega de materiales, retrasando la construcción de tal modo que el primero no fue botado hasta el 2 de junio de 1921, para ser entregado a la Armada el 11 de enero de 1922

Aparte de la razón indicada, lo cierto es que se trataba de los primeros sumergibles construidos en España -a excepción de los prototipos del siglo anterior- y que era inevitable que algo así sucediera.
En cuanto al precio, fijado globalmente en 21.321.000 pesetas, se consideró que el de los cuatro primeros sería de 3.553.500 pesetas cada uno, sin contar con determinados aparatos eléctricos (como el compás giroscópico, radio, etc.), reservándose la SECN incrementar el de la última pareja en razón del alza de precios atribuida al tiempo transcurrido y a posibles mejoras en el diseño. Indudablemente, la cantidad real desbordó las previsiones de gasto.

Una Real Orden de 6 de julio de 1921 estipulaba que se denominarían correlativamente con los anteriores, siendo el primero el A-4, pero una R.O. de 6 de octubre del mismo año decidió que se numeraran B-1 y sucesivos, por lo que desde entonces serían conocidos como la clase o serie «B». A diferencia de sus antecesores y de muchos de los submarinos que les siguieron en la Armada, no llevaron nombre alguno, aparte de su distintivo alfanumérico.
Los buques tenían una eslora de 64,10 metros, por 5,60 de manga máxima, 5,18 de puntal y un calado máximo en superficie de 3,55. La altura hasta el palo de señales y radio era de 10 metros, y la de la tórreta o «vela» de 4,45. Desplazaban en superficie entre 556 y 563 toneladas, y unas 716-718 en inmersión. Su reserva de flotabilidad era del 28,2 por ciento. Su casco era doble, con quillas de balance, y estaba dividido por once mamparos estancos. Tenían cinco tanques de lastre aparte del de superestructura, situado entre el resistente y la cubierta, que se llenaba por sí solo al sumergirse el buque. Su tiempo de inmersión era de 5 minutos y veinte segundos.
Su cota de inmersión máxima era de 60 metros, aunque la operativa era de 40.
Propulsaban al buque dos motores diesel NELSECO de 700 CV y cuatro tiempos, construidos por la New London Ship and Engine Co., que daban 367 rpm, alcanzando como velocidad máxima en superficie los 16 nudos, con la que tenían un radio de acción de 2.300 millas náuticas, que llegaba a las 4.500 a 12 nudos y a una autonomía máxima de 8.000 a 10,5 nudos. Los dos motores eléctricos para inmersión desarrollaban un máximo de 210 CV cada uno durante una hora, alcanzando durante ese tiempo la velocidad de 10,5 nudos y otras 10,5 millas de autonomía, consiguiendo las 125 millas a la económica de 4,5 nudos.

La batería de acumuladores constaba de 120 elementos, construidos por la firma TUDOR de Zaragoza. Unas y otras máquinas accionaban dos hélices de tres palas de bronce-manganeso.
Los buques llevaban dos periscopios, fabricados por la Kelmorgen Optical, de 74 y 86 cm, siendo el más alto el situado a popa, con un apreciador de distancia Zeiss para el lanzamiento de torpedos.
Justamente el apartado de armamento de estos buques ha sido el peor conocido hasta la fecha: tradicionalmente se ha dicho que llevaban cuatro tubos lanzatorpedos repartidos por mitades a proa y popa, con un total de 8 armas (las de los tubos más cuatro o excepcionalmente seis de reserva en la cámara de torpedos de proa), y ello es cierto, pero lo curioso es que tanto en el diseño original como en la orden de ejecución se mencionan otros dos tubos, montados en pareja y orientables que estaban situados en la superestructura, con campos de tiro de 90 grados a cada banda, con «sectores ciegos» de 45° a proa y popa. Pese a nuestros intentos, nos ha sido imposible averiguar cuándo se decidió prescindir de estos tubos orientables, así como las razones que se adujeron para tal supresión, salvo en el caso de los dos últimos buques en ser terminados, los B-5 y B-6, en que taxativamente se indica que durante su construcción se suprimieron los tubos de cubierta para instalar un cañón de 76,2 mm antiaéreo con 100 proyectiles, modificación aprobada por la Electric Boat Company.

Los torpedos seguían siendo los Bliss Leavitt de 450 mm, con una carrera de dos mil metros a 38 nudos y de seis mil a 27 nudos. Según la orden de ejecución, podían ser disparados en superficie a velocidad máxima, mientras que en inmersión era de ocho nudos. Sólo se admitía una variación de profundidad tras cada lanzamiento de 1 metro para los tres primeros buques y 75 cm en los siguientes.
En cuanto al armamento artillero, nada se dice de él ni en el proyecto previo ni en la orden de ejecución, y parece seguro que durante algunos años los cuatro primeros no montaron ninguno, hasta que ya en los años 30 se llevó a cabo la instalación de un antiaéreo de 76,2 mm, aunque algunos buques lo llevaron sólo en ciertos períodos, al parecer por tratarse de piezas excesivamente complicadas y delicadas para su uso en submarinos, por la dificultad de la adaptación, o por uno u otro motivo.
Aparte de la aguja Sperry, los submarinos contaron con el comunicador Fessenden, boya telefónica, una radio Marconi y un proyector de arco, entre otros instrumentos. Su dotación constaba de 34 individuos, al mando de un teniente de navío, con víveres para 20 días, duración normal de un crucero de guerra.
En cuanto a la última pareja, los B-5 y B-6, ya conocemos la modificación de su armamento, pero además tuvieron una serie de modificaciones sobre el proyecto original de menor entidad, como la posibilidad de manejar desde el exterior la regulación de trayectoria de los torpedos, mejoras en ventilación, aumento del forro de corcho de los alojamientos, servicio de municionamiento de cubierta, etc., que comportaban un sobreprecio de 49.000 pesetas por unidad, modificaciones aprobadas por Real Orden de 10 de noviembre de 1922. Posteriormente, y al parecer, les fueron añadidos equipos hidrofónicos ya en la década siguiente.

Se trataba, en suma y refiriéndonos a la serie completa, de unos buques mucho más grandes y potentes, autónomos y veloces que los anteriores de procedencia italiana, así como mucho más fiables en maquinaria y de fácil manejo en inmersión, aunque su ventaja respecto al también de origen norteamericano y competidor ISAAC PERAL era bastante menos evidente.
Entre sus defectos estaba una cierta debilidad en el casco, un aparato de gobierno poco fiable y que tuvo que ser mejorado, y la lentitud y escasa altura de sus periscopios, que tenían cierta dificultad con mucha mar. También es cierto que su armamento torpedero era algo insuficiente para la época, y que carecieron durante algunos años de un cañón; tampoco sus aparatos auxiliares aportaron novedades. Pero, y pese a todo ello, marcaron por sus características y operatividad toda una época en el Arma Submarina, aventajando decisivamente a los «LAURENTI«.
Como era de esperar, el rápido desarrollo de los submarinos durante la Primera Guerra Mundial y la lentitud de su construcción en España hicieron que quedaran algo anticuados al entrar en servicio, pero, como veremos, el provecho que se sacó de ellos en España superó todo lo esperable, acreditándose incluso con un «record» mundial…
Este estupendo libro sigue con la vida operacional del buque y con la historia de todos los submarinos que ha tenido la Armada. Nosotros dejamos aquí la consulta de esta obra y recurriremos a otros libros para acabar nuestra historia.
Sigamos con su concepción y construcción. En el libro OBRAS S.E. de C.N. 1915., y en el apartado Nuevos Contratos con el Estado, leemos: 2º Programa Naval.
Sumergibles.- En cumplimiento de la ley de 17 de Febrero de .1915, que autorizaba la construcción de 28 sumergibles, y del contrato de 24 de Febrero de 1916, el Ministerio de Marina invitó á la Sociedad á presentar proposiciones y proyectos para la ejecución de algunos de estos buques.

La Sociedad respondió á esta invitación remitiendo á la Superioridad proyectos de varios tipos de sumergibles de los últimos modelos. Después de un detenido estudio, fue elegido un tipo de la Electric Boat C°, de los Estados Unidos, con cuya garantía técnica se construirán los buques.
Conocido en definitiva el tipo de sumergible, presentó la Sociedad proposición, planos y especificaciones completas para la construcción de un grupo de estos buques en el Arsenal de Cartagena, que ha sido ordenada en 15 de Febrero del corriente año.
En el libro OBRAS. S.E. de C.N. 1916, se apunta: 2º Programa Naval.
Sumergibles.- Han dado comienzo las obras en los cascos de los primeros buques, y está acopiada gran parte de los materiales, que es de fabricación nacional.
Están pedidos todos los aparatos para los múltiples servicios de estos barcos, que en su mayoría son patentados y de fabricantes especiales, construyéndose por ahora en nuestros talleres los que no reúnen estas condiciones.
Respecto a los submarinos B-1 y B-2, en el libro OBRAS S.E. de C.N. 1921 se cita: Obras Militares.
Sumergible B-l.- Este buque se puso a flote el 2 de junio de 1921, y una vez terminado su armamento efectuó pruebas oficiales de la maquinaria y demás servicios con resultados excelentes, siendo entregado a la Marina el 11 de enero del corriente año (1922).

Sumergible B-2.- Se puso a flote este sumergible el 9 de octubre de 1921, con asistencia del Excmo. Sr. Ministro de Marina, Marqués de Cortina, y una vez terminado su armamento ha verificado todas sus pruebas oficiales con brillante resultado, quedando dispuesto para ser entregado a la Marina inmediatamente.
En el mismo libro, y en el apartado Obras y Mejoras en la Factoría, leemos: Quedaron terminadas las reformas en las oficinas del Astillero. También se terminó la cubierta del nuevo almacén de carpinteros. Como enseñanza deducida del armamento del sumergible B-1, se decidió instalar en los arcos de la antigua fábrica de jarcias un taller para la montura y carga de las baterías de acumuladores para los buques en construcción, habiendo quedado terminado el edificio, estando pendiente del recibo del grupo convertidor y de otros aparatos y accesorios para el mismo. En los talleres de herreros de Ribera y forjas quedaron terminadas las instalaciones de nuevas herramientas y motores eléctricos. El almacén general ha sido objeto de la necesaria ampliación.
Era parte inevitable de las nuevas modificaciones necesarias en infraestructuras para el mantenimiento de la nueva flotilla de submarinos.
En el libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922, se lee: Obras Militares.
Sumergible B-2.- Conforme indicábamos en la Memoria del año anterior, este buque había verificado todas sus pruebas oficiales con brillante resultado, quedando dispuesto para su entrega a la Marina; ésta se verificó el 1º de junio del año 1922.
También en el apartado Obras y Mejoras en la Factoría, se comentaba: Terminado el taller para la montura y carga de las haterías de acumuladores, ha prestado inapreciables servicios en el armado y carga de las de los sumergibles B-3 y B-4. Se esta terminando la construcción de un parque para planchas y perfiles, que, muy adelantado, aloja ya las correspondientes a los cabezas de flotilla.
Estos sumergibles están ampliamente estudiados en Internet. Destacaremos las paginas web EL ARMA SUBMARINA ESPAÑOLA, en donde encontramos una completísima historia de los buques, su vida operativa y los Comandantes que los guiaron. Imprescindible en nuestra biblioteca virtual.
También la pagina web SUBMARINOS, en su apartado Arma Submarina Española, es otra referencia en la red, en donde encontraremos abundante información y detalle de la vida de estos buques.

No es nuestra intención profundizar en este tema, en el que como vemos estamos bien representados en Internet, pero si la de hablar de libros que se refieran a este tema. Algo de su vida operativa la extraeremos del libro SUBMARINOS REPUBLICANOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Escrito por Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo y por José Ignacio González-Aller, fue sacado a la luz por Ediciones Poniente, siendo su ISBN: 84-85935-06-3, y aunque excelente en su exposición y en la muestras de los hechos, echamos de menos un libro que también estuviera escrito de primera mano por los que vivieron en la otra zona, la republicana, aquellos tristes acontecimientos.
De lo que no hay duda es que el Estado de derecho, que en aquellos momentos era la Republica, no supo, o no pudo, sacar provecho a una Armada que estaba mayoritariamente en sus manos. La falta de profesionales fieles a esa idea y la proliferación de turbas incontroladas, comités y demás tropelías de variada e ineficaz política, dieron al traste con la posibilidad de acabar de raíz con los golpistas en los primeros comienzos de la contienda. Los medios para hacerlo si que se tenían.
Volvamos al libro citado. En el apartado titulado La Flotilla de Mahon, leemos: En Menorca, base naval secundaria y comandancia militar, ejercían el mando el general Bosch Atienza y el contralmirante Pascual del Pobil.
Contaban éstos con una guarnición relativamente numerosa en la que predominaban los elementos levantiscos, ya que, tradicionalmente, se enviaban a aquella guarnición a los individuos que habían merecido alguna sanción por la mala conducta. El general Bosch declaró el estado de guerra el día 19 de julio a las once de la mañana, sin más oposición que la ofrecida por una Compañía de Ametralladoras destacada en Ciudadela, que fue fácilmente sofocada. En el resto de la isla, donde predominaban los elementos conservadores, el general no tropezó con dificultades.

En Mahón tenían su base los submarinos «B-l», «B-2», «B-3» y «B-4» y como nodriza de la Flotilla el Aljibe «A-3». Estaban en las siguientes situaciones: el «B-l» en gran reparación en su base; el resto de los submarinos y el Aljibe habían salido a la mar a principios de julio para realizar un crucero por las islas Baleares, a las órdenes del capitán de corbeta Sáiz Corratgé. El Movimiento les sorprende en Sóller y el 18 por la tarde llegan a Pollensa. Tras las vicisitudes que constan en la Información del Apéndice II/B, que rindió el entonces alférez de navío Moya, el día 19 por la tarde (no el 18 como dice Moya) salen el «B-2» y aljibe «A-3» para Mahón, mientras el «B-3» y el «B-4» lo hacen para Palma de Mallorca…
Pierden la vida en esa base, en aquellos turbulentos momentos los comandantes y segundos comandantes del B-1 y del B-2, entre otros jefes. Eran los tenientes de navío Narciso Núñez de Olañeta, José Mª Pasquin Daban, Ceferino Portal Villamil y Mariano González Requena respectivamente.
En otro apartado titulado Actividades de los Submarinos B, leemos sobre el B-1 y B-2: El «B-l», destacado en Cataluña, repara en enero de 1937 en los talleres Vulcano de Barcelona, porque hacía agua a unos diez metros de profundidad, y efectúa algunos viajes entre los puertos catalanes, Cartagena y Mahón.
Al mando del alférez de navío Gallo, de escasa experiencia y con una dotación desmoralizada, se podía considerar como un submarino inútil a pesar de tener la batería casi nueva. En abril, entra en reparación a causa de una chumacera y después se traslada a Almería, donde se encontraba el «B-2».

Este, en las mismas condiciones de inoperatividad del «B-l», también con la batería casi nueva y al mando del alférez de navío Martínez Montero, adicto a la causa nacional, primero de su promoción y hombre muy inteligente, podía ser considerado como de nula eficacia militar.
El «B-2» se retira hacia Cartagena a mediados de enero, y ante la ofensiva nacional en el frente malagueño se paralizan prácticamente las vigilancias encomendadas entre Calaburras y Cabo Gata. El día 8 de febrero entran las tropas nacionales en Málaga y pierden los submarinos la base avanzada, que lógicamente nunca fue necesaria para las operaciones de unidades de tanto radio de acción. Cartagena, con sus medios logísticos y mucho más a retaguardia y protegida, hubiera podido ser su base y se hubieran evitado averías innecesarias. Quizá las circunstancias políticas y el deseo de levantar la moral de las ciudades amenazadas, llevaron al Mando republicano a mantener estas bases.
El día 9 de marzo, el submarino «B-2» se traslada a Almería para ponerse a las órdenes del comandante del «JAIME I». En abril toma el mando de esta unidad el alférez de navío Ferrando Talayero…
Los autores vuelven con los B, en el apartado Acciones en el Mediterráneo. El Final de los Submarinos B. Veamos lo que apuntan: En este teatro de operaciones quedaron tres submarinos: «C-l», «B-l» y «B-2» ya que los restantes submarinos de la República salieron para el Cantábrico. Los dos submarinos tipo «B» toman como base Almería en el mes de marzo, y desde allí continúan con su servicio de vigilancia en apoyo de la Flota. Regresan a Cartagena el día 22 de mayo, volviendo el «B-2» a continuación. El día 31 de este mes se encontraba en Almería el submarino últimamente citado al mando del alférez de navío Ferrando, cuando la escuadra alemana efectuó un bombardeo de represalia sobre este puerto. No sufrió daño alguno. El 12 de julio tomó el mando de este buque el teniente de navío Rodríguez Lizón, también de filiación nacional, mientras que Ferrando pasaba a mandar el «C-2».

No existen referencias posteriores del «B-2», lo que hace suponer que, dado su estado, quedase prácticamente inoperativo en Cartagena. El «B-l», al mando del alférez de navío Gallo, continuó operando en servicios de escaso interés. Estando en Valencia, el día 9 de noviembre, recibe órdenes de trasladarse a Cartagena, lo que efectúa a continuación.
A causa de una avería, entra de arribada en Alicante al día siguiente, y allí aborda un buque inglés doblándose los filos de proa. Llega a Cartagena el 11 del mismo mes. Por no existir más datos posteriores, y sabido que su comandante pasó a fines de mes de segundo al «C-l», cabe suponer que quedó arrumbado en Cartagena.
Ambos buques fueron encontrados en este puerto al fin de la guerra.
El «B-l» fue desguazado, y el «B-2» puesto a flote convertido en central eléctrica flotante durante algunos años.
Durante los meses que prestaron servicio en este año de 1937, intervinieron esporádicamente en el abastecimiento de Mahón. A consecuencia de la posición geobloqueante de Mallorca y de la indudable supremacía naval nacional, la Republica se vio obligada a utilizar este medio submarino.
Los autores resumen la vida de estos buques durante la guerra civil de esta manera: Submarino B-1. Al estallar el Alzamiento se encontraba en obras en Mahón donde permaneció hasta el 11 de diciembre de 1936 en que, finalizadas éstas, se incorporó a las operaciones en el Mediterráneo. En enero de 1937 estuvo destacado en Cataluña, pasando posteriormente a efectuar algunos viajes entre puertos de la Península y Mahón. En abril opera desde Almería y se traslada a Cartagena el 22 de mayo de 1937. En operaciones de escaso interés en el Mediterráneo, permanece hasta el 11 de noviembre que llega a Cartagena averiado procedente de Valencia y Alicante, donde sufrió un abordaje con un buque inglés, quedando desde esa fecha arrumbado en Cartagena hasta el final de la contienda, donde se encontraba hundido en abril de 1939. Puesto a flote y desguazado en 1940. El estado de este buque era de muy escasa eficacia al empezar la guerra, al igual que los tres siguientes de la serie, dada su edad y condiciones.

Submarino B-2. Al estallar el Alzamiento estaba en Mahón, pertenecía al igual que los cuatro primeros, a la Flotilla de Baleares. El día 20 de julio sale para Valencia, pero la dotación se amotina y regresa a Mahón. En unión del «B-3» y el «B-4» fueron utilizados en las Baleares como buques de vigilancia y también intervinieron en la expedición contra Mallorca y Menorca que terminó en un gran fracaso. A partir de octubre de 1936 es incluido en las fuerzas submarinas y opera en el Estrecho y Mediterráneo hasta Almería y Cabo Gata. Desde julio de 1937 no existen referencias de operaciones de este buque que, probablemente, siguió el mismo camino que el «B-l». Al finalizar la guerra se encontraba hundido en el Arsenal de Cartagena; puesto a flote posteriormente, fue utilizado para escuela de motores y electricidad.
No vamos a seguir con mas datos sobre su vida operacional ya que, según hemos visto en los links establecidos, esta claramente y extensamente referenciada. También los libros citados, entre otros, nos dan una gran fuente de información que recomendamos a todos aquellos que deseen profundizar en este tema.
Iremos viendo el resto de la serie cuando encontremos fotos o anécdotas que escapen a la visión general dada por estos estupendos libros y páginas web.
Foto 1.- Postal de una acuarela en color del B-1.
Foto 2.- Estupenda foto de tres sumergibles de la clase B en el puerto de Castelló. Del libro RUMBO AL PROGRESO. EL PUERTO DE CASTELLÓ A TRAVES DE LA HISTORIA. Esta foto espero poderla mejorar si consigo que la autoridad portuaria me la ceda.
Foto 3.- El sumergible B-1 dispuesto para su traslación al dique flotante para ser puesto a flote. Mayo de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 4.- El sumergible B-1 puesto a flote. 2 de junio de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 5.- El sumergible B-2 en el dique flotante para ser puesto a flote. Octubre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 6.- Los sumergibles B-1 y B-2 en la dársena, para verificar sus operaciones de habilitación y armamento. Octubre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 7.- El sumergible B-1 en sus pruebas de velocidad. 1º noviembre de 1921. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 8.- El sumergible B-2 en sus pruebas de velocidad. Abril de 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 9.- El sumergible B-2 en sus pruebas de inmersión. Abril 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1921.
Foto 10.- Cámara de maquinas de uno de los sumergibles construidos en este arsenal. Abril 1923. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 11.- Cámara de dirección y maniobras de uno de los sumergibles construidos en este arsenal. Abril 1923. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 12.- Taller de comprobación y carga de las baterías de acumuladores para los sumergibles. Junio 1922. Del libro OBRAS. S.E. de C.N. 1922.
Foto 13.- Detalle de los cañones antiaéreos de 3 pulgadas de calibre de los sumergibles tipo B. Del libro SUBMARINOS REPUBLICANOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.