A TEMPORAL DESFET, MARINER DESPERT I DRET
El 28 de diciembre de 1841, sobre las rocas de San Felipe, en Maó, embarrancaba y se hundía el aviso “a roues a aubes” BRANDON. Uno de los primeros vapores de la Marina de Guerra francesa, que hacía de correo entre Francia y Argelia.
Esta tragedia era recogida en un óleo sobre tela por el pintor menorquín Joan Font i Vidal, a quien, tras más de cien años de su muerte, se dedicó en Maó una exposición sobre su obra. Para conmemorar esta exposición se publicó un libro titulado Font i Vidal. Cróniques pictóriques del XIX (ISBN: 84-606-3991-6) coordinado por Mª Ángeles Hernández del Ayuntamiento de Maó, en el que basamos la historia –muy condensada- de este gran pintor menorquín. En el libro se apunta:
…”El pintor maonés Joan Font Vidal vio la luz por primera vez en el año 1811 y murió en 1885.
Nacido en plena Guerra de la Independencia, su etapa de formación coincide, a grandes rasgos, con el reinado de Fernando VII (1814-1833); y su madurez humana y artística transcurre en el periodo isabelino (1833-1868) y en el sexenio revolucionario que finaliza con la restauración Alfonsina, en diciembre de 1874…
…Su vida se inscribe, por tanto, en un periodo que alcanza la casi totalidad del siglo XIX español, al cual Menorca se incorporó en 1902, cuando la Paz de Amiens devolvió definitivamente la soberanía de la isla al rey Carlos IV”…
La autora también cita sobre su obra:
…”Es una obra muy uniforme y siempre en el entorno del genero del paisaje y las marinas con algunas incursiones en el retrato. Podemos decir que es cronista de la Menorca del ochocientos y sobre todo del puerto de Maó, que empleo como escenario iconográfico, al ser el lugar más importante de acontecimientos históricos, comerciales e industriales de la época.
Font desarrolla los procesos artísticos de la pintura romántica del XIX: representación de las vistas locales mediante diferentes elementos que complementan las escenas y les dan una ambientación típica (barcos, figuras), muy cercana al costumismo. Estas figuras, siempre diminutas, evidencian el enfrentamiento entre el hombre y el paisaje natural, dentro de una concepción romántica.
Trata las marinas en todas sus variaciones; la marina social, la marina de reportaje, la marina histórica o de guerra, casi siempre relacionadas con acontecimientos en el puerto de Maó.
Además del puerto, otro tema constante –y ligado a las marinas- es el buque, elemento iconográfico y con significado por sí mismo. De manera que la representación de estos en las marinas, o en las marinas sociales, varía según si el barco es de vapor o de vela, como indica Gutiérrez: “En ambas, cuando se trata de representar un tema luctuoso, como naufragios, accidentes, abordajes, emigrantes etc., el barco suele ser a vapor, es decir, el producto del progreso. Pero cuando el tema elegido evoca placidez y tranquilidad, como pesca de bajura, la leve brisa marina, o la navegación deportiva, el barco es siempre a vela y marcha empujado por las propias fuerzas de la naturaleza o del hombre”
Ciertamente es el pintor de las embarcaciones de Menorca, de los buques de vela, de las embarcaciones deportivas, y sobre todo, de los barcos a vapor que representan el cambio tecnológico del siglo XIX. Gracias a sus obras podemos apreciar este cambio en la isla y conocer la imagen de alguno de los primeros vapores”…
Sin duda, y condensando las anotaciones de este interesante libro, fue el pintor maritimista por antonomasia de Ses Illes, y el formato de sus cuadros, no muy grande, era del “gusto del público burgués, que deseaba obras decorativas para poder colgar en sus casas”
Hoy veremos uno de estos cuadros que, como ya hemos dicho, es la representación de una tragedia; la del BRANDON.
Este buque pertenecía a la serie iniciada con el SPHINX.
Sobre este buque nos habla el libro Historie de la Marine Française, que es un volumen inmenso, en tamaño superior a DIN A-4, y publicado en Paris en 1934, escrito por Ch. de La Ronciére y G. Clerc-Rampal, con prefacio del Vice-Almirante Lacaze, dispone de 790 grabados y fotos, a cual más interesante y lo público la Librairie Larousse. Una joya para tener en nuestra biblioteca; en mi caso consultado gracias a la amabilidad del personal de la biblioteca del Museu Maritim.
Veamos lo que cita esta obra maestra:
…”El primer navío de guerra a vapor, provisto de armamento, fue el brick SPHINX.
Construido en Rochefort, en 1829, bajo planos del Ingeniero Naval Huber, este buque recibió su máquina de los talleres de W. Fawcett, en Liverpool. En aquella época nosotros no disponíamos de medios para producir aparatos semejantes. (William Fawcett sería uno de los que apoyo la creación de P&O, y el buque, de su mismo nombre, uno de los primeros en traer correo desde Inglaterra a Portugal, España y Gibraltar).
El SPHINX tenía un desplazamiento de 777 toneladas, con una eslora de 46,20 metros, una manga de 8 metros y un puntal de 3,33. Poseía arboladura de bergantín con una superficie velica total de 747 metros cuadrados. Era un navío de tipo completamente nuevo. La máquina era de baja presión, a balancín, con dos cilindros de 1,221 m. de diámetro y carrera de los pistones de 1,448 metros, pesando 133 toneladas. Como desarrollaba 160 caballos, el peso total le daba 831 Kg. por caballo. El consumo de combustible subía a 6 Kg. de carbón por caballo y hora, alcanzando una velocidad de 7 nudos, unos 13 kilómetros por hora. Las cualidades náuticas eran satisfactorias.
El armamento consistía en dos cañones obuses de 30, uno a proa y otro a popa, y otros carenados sobre los costados; en total 11 bocas de fuego.
El éxito del SPHINX en las pruebas de mar decidió a la marina a botar otros 6 navíos muy parecidos. Estuvieron listos en 1830 y tomaron parte en la expedición a Argelia, donde rindieron grandes servicios, notablemente como correos de la flota”…
Los avisos eran: SPHINX, SALAMANDRE, PHAETON, PAPIN, ETNA y BRANDON. Hubo otro, llamado TENARE, que era del mismo tipo, ligeramente agrandado.
El BRANDON se puso en grada en 1837, se botó el 20 de diciembre de 1839, se completó el 16 de enero de 1841 y se perdió, como ya hemos dicho el 28 de diciembre de 1841.
Pero, ¿Cómo fue su final? Para conocerlo recurriremos, condensándolo, a un artículo titulado Del naufragio del vapor de guerra francés BRANDON. (Mahón 28 de diciembre de 1841), que es parte del libro De la Marina de antaño. Notas para la historia de Menorca. (1769-1905) Volumen I, escrito por el inolvidable Juan Llabres Bernal y editado en Palma de Mallorca en 1955. Leamos:
…”No hace mucho tiempo que al evocar en estas mismas columnas algunos antiguos siniestros ocurridos en las costas de la isla entre los años 1841 a 1855, consignábamos brevemente, tomándolo de unas notas inéditas, la pérdida, en la boca de este puerto y en su primer viaje, del aviso de guerra francés BRANDON, arrojado contra las rocas en un día horroroso de vendaval y de frío: el 28 de diciembre de 1841.
Poco más nos dice la prensa local de la época, a cuya acostumbrada concisión suple con creces el corresponsal en Mahón de El Catolico, periódico que se publicaba en la Corte y cuyas colecciones no logramos encontrar hoy en Menorca, quien, con noticias de otros accidentes marítimos ocurridos por entonces, comunicó a su editor el señor Pérez de Linares amplios detalles del naufragio de aquella unidad auxiliar de la Armada de Francia y de los trabajos realizados para el salvamento de sus restos, que completan la referencia de tan desgraciado acaecimiento….
…El otro naufragio fue el de un hermoso vapor de guerra francés que el 28 a las ocho de la mañana encalló a la boca del puerto junto a las baterías del que fue castillo de San Felipe.
Este magnífico vapor, el BRANDON, acabado de construir en el arsenal de Tolón, hacía su primer viaje desde este punto a Argel y Oran; navegaba con un viento en popa espantoso, hasta que un golpe de mar le arrancó dos tablas de la popa sobre el nivel del agua, por donde las repetidas y furiosas oleadas le metían mucha agua; entonces se vio obligado a bordear de una parte a otra para presentar al viento uno de los costados, y en esta disposición llegó a la boca del puerto, a cuya inmediación se mantuvo toda la noche del 27 presentando la proa al impetuoso Norte, y haciendo trabajar la máquina solamente lo necesario para contrarrestarle y conservar su posición, con el fin de entrar así que amaneciese para remediar la avería.
Con el día se fue acercando al puerto, y a cosa de las ocho, dando a la máquina toda la potencia de que era capaz, entró por el puerto y arrostrando al viento, que con una fuerza increíble le batía, entre proa y estribor, pudo llegar hasta casi frente al Lazareto; mas allí las ráfagas del viento fueron tan fuertes, que no sólo le rechazaron, sino que le pusieron de través, e imposibilitándole de gobernar, le arrojaron sobre uno de los bajíos que hay al pie del castillo de San Felipe.
Luego que encalló echó un bote al agua, y fue tan desgraciado, que así que se arrimó al buque, éste se acostó de aquel lado e hizo tortilla con él a cuatro infelices marineros que lo tripulaban, aplastándoles contra las rocas que había debajo del agua.
Los demás hasta ochenta y cuatro personas, todos se salvaron sin novedad, aunque bien remojados, porque el miedo les hizo arrojarse al mar precipitadamente confiados en el poco fondo de éste y en la inmediación de la tierra; por la parte que lo hicieron, aquél sería de tres a cuatro pies, y esta distancia como dos brazas. Entre ellos se hallaba la mujer del capitán, hermosa y delicada joven, que tuvo que echarse al agua como estaba en la cama, es decir, en camisa.
Dicen que llenó de admiración a todo el mundo, pues a pesar del lastimoso estado en que se hallaba, mostró la mayor serenidad y fortaleza consolando y animando a su marido y demás compañeros de desgracia. Tan pronto como se supo su infortunio en la próxima población de Villa Carlos, fue socorrida por las señoras de Camuens con los vestidos y ropas que necesitaba.
Cuando el tiempo se haya sosegado enteramente, parece que se podrá salvar la máquina del buque, la artillería y armas, con otros efectos que aunque se hayan ido a fondo, pueden fácilmente extraerse por los hábiles buzos del país.
Además de estos naufragios se cuenta la desgracia de un honrado labrador que habiendo salido a recorrer la orilla del mar para recoger los maderos, tablas y otros efectos que en estas tempestades suelen arrojar, ha desaparecido; sin duda por haber caído en él desde algún precipicio, a donde su imprudente curiosidad le llevaría para mejor investigar la costa”…
Extraordinario, como siempre, Juan Llabres Bernal, en su recopilación de la historia marítima de las Baleares.
Extraordinaria la obra de Font i Vidal, que salvadas las distancias y la ortodoxia conceptual, podía considerarse como la representación artística de las fotografías históricas del momento. Simple y llanamente, sin aquellos fabulosos artistas, muchos de los momentos históricos que ocurrieron hubiesen quedado olvidados; una imagen vale por mil palabras.