LA EXPEDICION A JOLO Y LOS VAPORES DE GUERRA ISABEL II Y FRANCISCO DE ASIS

Isabel II de Borbón, nacida en Madrid el 10 de octubre de 1830 y muerta en Paris –en el exilio- el 9 de abril de 1904, se caso, por motivos puramente políticos, con Francisco de Asís Maria Fernando de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, quien, a su vez, había nacido en Aranjuez el 13 de mayo de 1822 y murió en Epinay Sur Seyne el 17 de abril de 1902. La primera fue Reina de España entre 1833 y 1868 y el segundo fue Rey consorte entre 1846 y 1868.
En 1868 Juan Prim y Antonio de Orleáns, Duque de Montpensier, lideran la Revolución Española con el solo propósito de destronar a Isabel II, quien en 1870 abdica a favor de su hijo Alfonso XII. Históricamente no se les reconoce una buena labor democrática y fueron vulnerables a la casta militar golpista que parece ser la herencia histórica más perdurable de nuestro Estado. No es función de esta pagina web el estudio de la rancia historia de este país, pero si la de sus buques. En 1850, y como consecuencia de la evolución lógica en cualquier proyecto de un tipo de buque de guerra en particular, se da la orden de comenzar el que seria ultimo desarrollo en nuestra Armada de los vapores de paletas. Se ponen en gradas cuatro buques, por parejas, que serian nombrados ISABEL LA CATOLICA y FERNANDO EL CATOLICO, contratados con los astilleros Money & Wigram, y los llamados ISABEL II y FRANCISCO DE ASIS, contratados con los astilleros ingleses de Charles J. Mare & Co., de Blackwall, en Londres, lugar en donde se construyeron, probablemente, las fragatas mas famosas del mundo. Estos astilleros comenzaron a operar en el año 1837 cuando unen esfuerzos Thomas J. Ditchburn y Charles J. Mare. Fue el primer astillero en el Tamesis que usaba la tecnología del hierro y, aunque quebró apenas unos años después de botados los buques para nuestra Armada, en 1855, fue reabierto en 1857, ya como Thames Iron Works & Shipbuilding Co. Toda una leyenda en donde muchos buques de nuestra Vida Marítima nacieron.
Los buques tenían el casco de madera, eran de 2.879 toneladas de desplazamiento y sus dimensiones eran: Eslora, 66 metros; manga, 14,50; puntal 6,40 metros y algo mas de 5 metros de calado. Sus maquinas, de 500 caballos nominales y 1500 indicados los movían a mas de 12 nudos en buenas condiciones. Su dotación: 300 hombres.
El armamento se componía de 16 cañones de 68 libras (peso del proyectil equivalente a 200 mm, posiblemente 203 mm) montados siete por banda y dos giratorios a proa y popa.
Estos buques supusieron la transición de la vela al vapor y, en la Armada, tuvieron su continuación en las fragatas blindadas a hélice. Estos si ya verdaderos buques blindados de guerra. En mi opinión han sido de los buques mas bonitos de la Armada aunque desafortunadamente se conservan pocos documentos gráficos tanto de su parte externa como de la interna.
Para tener conocimiento sobre la vida operativa del ISABEL II, recurriremos al libro BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885., escrito, inteligentemente, por José Lledó Calabuig y editado por Agualarga. Su ISBN: 84-95088-75-4. Veamos, condensados, los párrafos dedicados a este buque: Incorporados a nuestra Armada los FERNANDO EL CATOLICO e ISABEL LA CATOLICA fueron destinados al servicio de correos con Ultramar, mientras el ISABEL II hacía rumbo a Filipinas para participar en la expedición a Jólo a las órdenes del Capitán general del Archipiélago, Marqués de la Solana, saliendo de Manila el 11 de diciembre de 1850, juntamente con el vapor ELCANO, corbeta VILLA DE BILBAO y bergantín LIGERO, custodiando el convoy de tropas, mandando la escuadra el Comandante general de marina brigadier D. Manuel de Quesada, con dirección a Zamboanga, donde se les unieron el vapor REINA DE CASTILLA y varias falúas, quedando la expedición compuesta de 10 jefes, 132 oficiales, 2.876 individuos de tropa y 925 voluntarios, con seis obuses de montaña y un parque de ingenieros. La escuadra contaba con una corbeta, un bergantín, tres vapores, dos lanchas cañoneras y nueve falúas, todos de guerra, y cuatro barcas, cinco bergantines, 21 barangayanes y varias vintas, lancanes y balsas conducidas a remolque.
El 28 de febrero siguiente, tuvo lugar el ataque con pleno éxito, después de vencer algunas contrariedades.
Sobre esta expedición a Jolo, y aunque en el poco aparece nuestro protagonista, extraemos condensado desde el libro JOLO. RELATO HISTORICO MILITAR, escrito por el Teniente Coronel de Infantería del Ejercito, Don Pio A de Pazos y Vela-Hidalgo, el siguiente y extensisimo relato de este castigo a la piratería local: Las continuas correrías de los piratas obligaron a abandonar por innecesaria, para acudir a otros puntos mas importantes, la factoría de Baras, destruyendo las fortificaciones que habían empezado a construirse en las islas de aquel nombre y en la de Ibus poco tiempo después de kla destrucción de Balanguingue.Los moro-malayos piratas formaron en el año 1850 una expedición en Tanquil, isla situada al N.E. de la de Balanguingue, y pasando luego a la de Valúan y Bocotua al N.E. de la de Tonquil, aumentaron sus suerzas y embarcaciones y fueron a practicar algunos desembarcos a la isla de Samar, cometiendo muchas tropelías y haciendo muchos cautivos; pero aun fueron mayores los daños que causaron a su retorno en la Isla de Camaguán , adscrita a la provincia de Misamis, en la que, aunque solo cuenta una legua de largo y escasamente media de ancho, hicieron 75 cautivos jóvenes, pues los niños, los ancianos, los enfermos y los heridos de los que no tenían esperanza en su pronto restablecimiento, los asesinaban bárbaramente para no ocupar inútilmente en sus embarcaciones el hueco que esperaban llenar con otros mas útiles para las duras faenas del remo y la labranza.El Capitán General del Archipiélago, D. Antonio Urbiztondo y Eguia, Marques de la Solana, hizo al Sultán de Jolo enérgicas reclamaciones sobre estos desmanes, pero S.A. jolonesa se contento con reunir su consejo, Ram-Bechara, y contestar que los habitantes de las islas de Tonquil, Belaun y Bocotua, eran dignos del castigo mas severo, que dejaba al cuidado del Gobierno español por ser el suyo impotente contra enemigo tan poderoso, disculpa que no podía satisfacer, ni satisfizo al marques de la Solana, quien pensó en darles un escarmiento tan duro como el de Balanguingue.En la tarde del 11 de diciembre de aquel mismo año los habitantes de Manila hacían comentarios sobre el movimiento militar y naval que se observaba.Una columna de 500 infantes, 100 artilleros, algunos obreros de fortificación y 2 obuses de montaña, eran a la una de aquel dia escrupulosamente revistados en el muelle de Isabel 2ª, y media hora después transportados a los buques de guerra, vapores ISABEL II y EL CANO, corbeta VILLA DE BILBAO y bergantín LIGERO, y a las ctres de la tarde el Capitan General D. Antonio Urbiztondo era recibido a bordo del vapor ISABEL II por el Comandante General de Marina D. Manuel de Quesada, haciendose pocos momentos después a la mar los cuatro buques, dejando a los curiosos sin saber el objeto de aquella expedición, pues el Marques de la Solana solo habia dicho; “Voy al Sur de Mindanao”El dia 18 dieron fondo en la rada de Zamboanga los dos vapores, y dos dias después lo verificaron la corbeta y el bergantín, después de haberse visto los unos y los otros precisados a arribar por el mal tiempo a Calavite, extremo S.O. de la isla de Mindoro, y haber permanecido en aquel punto los días 13 y 14: en Zamboanga se agrego al E.M. del Capitán General el Coronel Gobernador de Mindanao D. Jose Maria Carles y O´Doyle y el comandante de ingenieros; las fuerzas de desembarco fueron aumentadas con 102 zamboangueños voluntarios y las navales con el vapor REINA DE CASTILLA, 6 falúas, 8 lancanes y un barangayan.El dia 24 zarparon de la rada de Zamboanga y fueron a fondear en la silanga o estrecho que forman las islas de Valúan y Bocotua; en la primera practico el desembarco una compañía al mando del Comandante Ceballos, que batió a los naturales haciéndolos 3 muertos y 17 prisioneros, quemándoles mas de 250 casas y destruyéndoles sobre 20 embarcaciones, arbolados y sembrados; en la segunda practico al mismo tiempo otra compañía al mando del Comandante Ochoteco, a quien los isleños se presentaron pacíficamente; pero como refrescase mucho el N. E. y levantase mucha mar, tuvieron que reembarcarse las fuerzas desembarcadas y abandonar la expedición aquella silanga peligrosa, haciendo rumbo á Joló, en cuya travesía, arreciando el temporal, corrieron á guarecerse al socaire de la isla de Pangasinan, inmediata al N. de la rada de Joló, donde permanecieron hasta la mañana del 29, que mejorando el tiempo se trasladaron y dieron fondo en la rada á la caída de la tarde, delante de una línea de fortificaciones en forma de media luna y de construcción semejante á los fuertes de Balanguingue, detrás de los que estaba á cubierto el gran pueblo de Joló, capital, de aquella Sultanía, y delante sobre estacas enclavadas en el fondo del mar y muelles de madera, un barrio de Chinos comerciantes de mas de 500 casas; detrás de la población mora se veían otros tres fuertes encima de tres cerros; la escuadra saludó al Sultán con 21 cañonazos y los fuetes moros contestaron con igual número de disparos.Al día siguiente 30 el Capitán General envió á tierra como embajadores, conduciendo pliegos para el Sultán Mahamad-Pulalon, al Comandante de Ingenieros D. Emilio Bernaldez y al Alférez de navío D. Manuel Sierra, con el intérprete D. Alejo Álvarez: á las once de la mañana desembarcaron entre un pueblo numeroso y amotinado que les rodeaba amenazador, pero la llegada del Datto Mollok y otros principales pudieron defenderlos de todo atentado, abriéndose trabajosamente paso hasta la morada, del Sultán, á la que, aunque no muy lejos, tardaron mas de dos horas en llegar; allí en sus inmediaciones estaban agolpados los mas fanáticos y decididos y los restos de los balanguingues y otras islas escarmentadas, que excitaban los ánimos pronosticando la ruina de Joló, con lo que el motín llegó al mayor desorden, y pretendiendo asesinar á los embajadores, se lanzaron contra ellos afortunadamente cuando llegaban a las escaleras de la casa del Sultán, librándose del furor del populacho, sin, mas percances que haberle quitado el sombrero de la cabeza de un sablazo, sin herirle, al Comandante de Ingenieros, siéndolo el Alférez de navío levemente en un hombro, cuyo golpe le arrancó la charretera, y recibiendo el intérprete una cuchillada tambien leve en la espalda.Nuestros tres embajadores, así maltratados desenvainaron las espadas para defenderse pero hubieran indudablemente perecido si en aquellos momentos no acudiere el Sultán, que echándose sobre ellos con los brazos abiertos les contuvo, los hizo entrar en su palacio y cerrar las puertas y ventanas para evitar penetrase aquel pueblo amotinado, que desaprobaba la protección del Sultán y pedía con insistente griterío las cabezas de, los españoles.Inmediatamente reunió el Sultán su Consejo, y sin perder momento se dio lectura á los pliegos del Capitán General, que oyó el Sultán con visibles muestras de intranquilidad, y con marcado disgusto los Dattos del Consejo, los que discutieron acaloradamente mas de media hora, aumentando por momentos la efervescencia del pueblo y por último contestaron con algunas frívolas disculpas y protestas no serles posible calmar la agitación contraria del pueblo ni responder de los desmanes y atropellos que pudieran cometer.Viendo nuestros embajadores terminada su peligrosa misión, determinaron volverse á bordo, y el Consejo persuadido intimamente de que serian asesinados por la chusma si volvían á atravesar las masas, los condujeron furtivamente por una puerta falsa á la playa, donde embarcaron en una vinta tripulada por 6 esclavos que los trasladó al bote que los habla traído á tierra y que se aguantaba sobre los remos á la expectativa; los moros al ver frustrados sus deseos corrieron a la playa y entraron en tropel en el agua poseídos del mayor furor, y dispararon sus armas contra los Embajadores, que librando de este peligro regresaron á bordo.Cuando el General Urbiztondo tuvo conocimiento de lo ocurrido, hizo volviese á tierra, á conferenciar con el Sultán,el intérprete D. Alejo Álvarez, quien regresó una hora después habiendo corrido iguales ó aun peores riesgos que antes, para obtener los mismos desfavorables resultados.Bien hubiese querido entonces el marques de la Solana dar el merecido escarmiento. á aquellos insolentes isleños,pero no hizo la menor tentativa persuadido del mal resultado, pues los joloeses habían visto la forzosa, arribada de los buques á Pangasinan y habían tenido tiempo suficiente para reunirse y prepararse á la defensa, retirando sus riquezas, mujeres y chiquillos y gente inútil de pelea al interior, siendo imposible batirlos por sorpresa, pues la población de Joló que en circunstancias normales solo contaba 6.000 habitantes, se calculó tenia en aquellos momentos mas de lO.OOO hombres de guerra, pudiendo aun ser aumentados por nuevos refuerzos que no habían tenido tiempo de incorporarse, y á cuyas masas exaltadas los santones y panditas asegurándoles era el intento de los españoles degollar á todo varón sin respeto de clase ni edad, reservándose únicamente las mujeres para colonizar la isla con una nueva raza mestiza.En la amanecida del día 1 de Enero de 1851 se pusieron los buques en movimiento para Zamboanga, contra los que rompieran el fuego los fuertes joloeses, causándoles 7 muertos, 4 heridos y algunas averías en casco y arboladura contentándose la escuadra con hacer algunos disparos sobre el pueblo y fuertes moros.Al día siguiente dio fondo la expedición en la silanga de Beleaún y Bocotúa, donde después de practicar algunos reconocimientos sin resultado, continuaron á Tanquil, en cuyo punto decían que se habían hecho fuertes los piratas y pensaban resistir, sobre cuyas costas dieron fondo al anochecer del día 3, y en la amanecida del 4 practicaron el desembarco 600 hombres al mando del Coronel Conti. Los moros aunque numerosos se presentaron fraccionados, siendo fácil dispersarlos con grandes pérdidas; se les hizo 4 prisioneros; se redimieron 29 cautivos cristianos, se les quemó sobre mil casas, destrozo 106 embarcaciones y se les tomo 2 fuertes, en cuya defensa perdieron la vida 25 piratas.El dia 5 continuaron á Zamboanga donde llegaron por la tarde, y sin apagar las máquinas los vapores, después de haber desembarcado la fuerza que llevaban de transporte, continuaron a Manila con el Comandante General de Marina y el Coronel D. Nicolas Enrile, Secretario del General, conduciendo pliegos urgentes con instrucciones para enviar mas refuerzos.(1851.) Él Capitán General Ürbiztondo se apodera de Joló por asalto.Las noticias de lo ocurrido irritaron de tal manera los ánimos, que sin grandes esfuerzos se reunieron 80.000 pesos por suscripción; el comerció puso sus buques trasportes á disposición de la expedición, y el día 3 de Febrero zarparon de la bahía de Manila para la rada de Zamboanga 6 buques trasportes conduciendo 2.135 soldados, que llegaron felizmente el día 12 al puerto de su destino.Entretanto no se perdía el tiempo en Zamboanga, donde con la mayor actividad se preparaban alojamientos y todo cuanto pudiera ser necesario para la expedición, y el entendido Capitán de ingenieros Carrillo marchó á la isla de Basilan con algunos soldados y presidiarios y construyó en muy pocos días 60 lancanes para formar 30 lanchas capaces de sustentar 80 hombres cada una á fur de utilizarlas en el acto del desembarco.El M. Reverendo P. recoleto Agustino descalzo Fr. Pascual Ibáñez, lleno de un guerrero entusiasmo, solicitó y obtuvo permiso para pasar á Cebú y reunir algunos voluntarios naturales de aquella provincia que tomasen parte en aquella expedición y el día 26 dio fondo de regreso en la rada de Zamboanga con 21 barangayanes visayas y 750 voluntarios. También por los mismos días se presentó al marques de la Solana el rico propietario de Ilo-Ilo, Capitán de Milicias, D. Joaquín Ortiz, poniendo por entusiasmo y propia voluntad á su disposición el bergantin DOS HERMANOS con 100 voluntarios armados y socorridos por su cuenta.Los buques que se reunieron en la rada de Zamboanga con motivo de la expedición de Joló fueron los de guerra: vapores REINA DE CASTILLA, EL CANO, y MAGALLANES, fragata VILLA DE BILBAO, bergantin LIGERO, 2 lanchas y 9 faluas; y los mercantes trasportes: fragatas AMISTAD, MANILA y UNION, los bergantines EUROTAS, TIEMPO, BILBAO, OQUENDO y DOS HERMANOS y 21 barangayanes de Ilo-Ilo.El dia 18 de Febrero por la tarde salieron de la rada de Zamboanga las lanchas cañoneras, las falúas y los barangayanes, á los que se reunieron los demás buques durante la travesía ó en la isla de Pangasinan, designada como punto general de recalada.En la amanecida del día 19 debían hacerse á la mar todos los demás buques, pero la fragata mercante trasporte UNIÓN lo hizo algunas horas después, porque no pudo levantar un ancla que se había agarrado tan fuertemente en las piedras del fondo que tuvo al fin que abandonarla abalisada; esto hizo también retrasar la salida del vapor REINA DE CASTILLA, que era el buque de la insignia, y del bergantín de guerra LIGERO, pero que se incorporaron en el mismo día al vapor MAGALLANES, que había acortado la máquina para no abandonar los bergantines trasportes EUROTAS y TIEMPO, que eran buques de muy poco andar.Al amanecer del día 20, navegando el REINA DE CASTILLA en conserva con los mismos buques de la tarde anterior, descubrieron por la amura de estribor, navegando unidas y en buen orden, las fuerzas sutiles bajo las órdenes de su Comandante el inteligente Capitán de fragata D. Fermin Sánchez (padre del malogrado Sánchez Barcaiztegui) y su á segundo el Teniente de navío D. José Escudia, remolcando con trabajo y á pesar de la mucha marejada los 60 lancanes medio anegados y sumergidos, y á las nueve de la mañana divisaron por la misma mura los otros buques adelantados, y siguiendo su rumbo dieron fondo en la, isla de Pangasinan á las cuatro de la tarde, haciéndolo á las once las fuerzas sutiles.Muy ajeno estaba el Brigadier Comandante general de Marina del gran riesgo de naufragio en que se hallaba la fragata VILLA DE BILBAO y demás buques trasportes cuando los había divisado aquella mañana: á pesar de la marejada, era tan flojo el viento, que la fragata de guerra VILLA DE BILBAO, la fragata mercante AMISTAD y los bergantines trasportes OQUENDO y BILBAO, arrollados por las corrientes, vararon, la primera sobre un banco de coral, y los otros eran aconchados sobre el mismo peligro, si el Alférez de navío D. Francisco Madrazo, Comandante en comisión del vapor EL CANO, no hubiese logrado con su actividad y buen acierto ponerlos en franquía del peligro, conduciendo á la VILLA DE BILBAO á remolque al fondeadero de Pangasinan, haciendo la considerable cantidad de 60 pulgadas de agua por hora; y haciéndose preciso alijarla, se desembarcó la gente de trasporte, que acampó en tiendas de campaña, y gran parte de sus efectos: diez y ocho buzos y diez y nueve carpinteros calafates trabajaron inútilmente en coger el agua, teniendo por fin que recurrir á formar por dentro una banqueta de argamasa, compuesta de polvo de ladrillo, cal, estopa y aceite de coco, que consiguieron disminuir las aguas á 22 pulgadas por hora, forzando á un continuo achique, á cuya pesada tarea fueron destinados 100 voluntarios de Ilo-Ilo en reemplazo del Ejército, que lo habia practicado desde el principio.El día 26 reembarcó la gente acampada en tierra y todo quedó listo para pasar al día siguiente á fondear al E. y al O. de los fuertes de Joló, circulándose la orden general siguiente: «A las cuatro de la madrugada se procederá á ejecutar el desembarco de las tropas en los términos prevenidos, así en las instrucciones como en las prevenciones verbales que han recibido los Jefes de las columnas, para que, si posible fuese, quede realizado al despuntar la aurora. El silencio y el orden deben presidir estos momentos, en que conviene alejar confusiones, y que el enemigo no se aperciba, si es posible, del movimiento, hasta que sienta sus efectos. «Marcado el pormenor de dicha operación y los deberes y cuidados de cada uno, y conocido el celo y entusiasmo que anima á todas las clase que componen la expedición, no és de temer ningún entorpecimiento en el orden natural de los sucesos, y debemos esperar vernos con el pie en tierra de Joló, donde venguemos nuestra ofensa, sostengamos nuestros derechos y escarmentemos la osada arrogancia con que el Sultán y Dattos, apoyados en la anarquía, promueven el latrocinio y el tráfico de la raza humana.«La subordinacion que tanto distingue á las tropas que tengo el honor de mandar me hace esperar que sofocando el entusiasmo no atenderán mas que á la voz de sus Jefes para obrar compactos y unidos, y que aun después de la victoria no se abusará de uso de municiones, que quizá tendrán que aprovecharse con gloria para imponer orden á otras hordas de la morisma.Las tropas pueden estar seguras que, con serenidad y obediencia, y con los esfuerzos que les exijan sus GJefes, serán dueños en breve de la victoria. Los Sres. Jefes y Oficiales cuidarán esmeradamente de hacer cumplir esta parte tan interesante para mantener el orden y economía de víveres, y de su acierto y de su ejemplo todo debe esperarse. Del celo de dichos señores depende la oportunidad de la ejecución de todas las medidas anticipadas, dictadas para este momento en las instrucciones.«Cuartel general á bordo del vapor REINA DE CASTILLA en las aguas de Joló á 26 de Febrero de 1851.Urbiztondo.»En la noche de este día, reunidos en junta los Comandantes de los buques de guerra, menos el de la fragata VILLA DE BILBAO como parte interesada, bajo la presidencia del Comandante General de. Marina, se deliberó sobre el estado de aquel buque y se acordó no entrase en fuego sino en caso de imperiosa necesidad, pues era de temer se fuese á pique si recibía nuevas averías que dificultasen el constante achique, lo que causó un gran sentimiento, no solo al Comandante y Oficiales del buque, sino también á todos los de la expedición, que reconocían la importancia de aquel buque en el ataque, cuya falta les reduce á 12 cañones de á 32 del bergantín LIGERO, 6 giratorios de 32 y 16 de los tres vapores y 11 de á 24,8 y 6 de las dos lanchas y nueve falúas, que hacían un total de 29 bocas de fuego.El día 27 al despuntar la aurora telegrafió la Capitana á los buques para estar listos á emprender el movimiento, y estando en calma chicha el viento, los botes, lanchas y barangayanes tomaron de remolque las embarcaciones mayores hasta las once de la mañana, que soplando fresquito el N.E. pudieron todos los buques tomar posición según lo prevenía la orden general del día anterior al E. y al O. de los fuertes, fuera del tiro de sus cañones sobre punta Dinapit los primeros, y sobre punta Matandat los segundos, en cuyos momentos enarbolaron el pabellón nacional todos los buques españoles asegurándole con un disparo de cañon.Aquella tarde recorrieron la playa muchos grupos de moros á pie y á caballo, y se vio acudir al pueblo por todos los caminos grandes, refuerzos para los sitiados; estos por de noche hicieron algunos disparos de lentaca y fusilería desde los mangles sobre las fuerzas sutiles que estaban mas próximas á tierra, contestando estas á donde veían los fogonazos ó vestigios de enemigos, distinguiéndose por la oportunidad de sus disparos la falúa núm. 17, que en aquellos momentos, como en toda la expedición, la mandaba el entusiasta Médico de Marina Dr. D. José Gutiérrez, que sin desatender á las obligaciones de su ciencia, llenó completamente las de Oficial de Guerra,, cuya falta suplía. En este mismo día se publicó la alocución siguiente: «Soldados: Hace dos siglos que fiada en la buena fe de sus promesas la generosidad castellana, dejara tranquilos á los joloanos, que pocos años antes había reducido á nuestro dominio el Sr. Almonte y hace dos siglos que estos piratas á pesar de nuestro esmero en dulcificar sus costumbres, multiplican sus perfidias y faltando en ellas hasta á la humanidad que hollan con los actos mas atroces de piratería, perpetran el cautiverio y la desolación en nuestros pueblos.También hace tres años que por estos mismos días se les dio un castigo severo en la célebre jornada de Balanguingue; pero lejos de contenerles aquel escarmiento, burlando de nuevo sus repetidas protestas, no solo han vuelto á cometer sus depredaciones; sino que cuando, por Consejo del mismo Sultán y Dattos, me propuse castigar á los Tonquiles y otros Sámales y pasaba personalmente á Joló á establecer reglas que evitasen la repetición de tales conflictos, ha llegado la osadía de aquellos isleños hasta el extremo de eludir toda comunicación, amenazar á mis comisionados y por último romper alevosamente el fuego sobre nuestros buques, olvidando no solo mi presencia, sino la veneración que debe á la bandera española todo este Archipiélago. Aun cuando no tuviera el deber de contener estas hordas en pro de la humanidad y del derecho de gentes, aun cuando desoyéramos el eco de las víctimas sacrificadas por tan inhumana y atroz canalla, no habrá pecho español que no arda en deseos de vengar una ofensa hecha con tan falaz osadía. No hay que dudar de vuestra subordinación y de vuestro valor y patriotismo, no hay que dudar pues de la Victoria y de que serán coronados con gloría nuestros esfuerzos por una causa tan justa y nacional, y tan santa como honrosa. Asi lo espera vuestro Capitán General, Antonio de Urbiztondo. Cuartel General á bordo del vapor REINA DE CASTILLA en las aguas del Joló, 27 de Febrero de 1851.A las dos de la mañana del día 28 empezaron los buques los preparativos correspondientes al caso, y en la amanecida se dio principio al desembarco, dispersando las fuerzas sutiles con algunos metrallazos varios grupos enemigos que se reunían en la playa pata oponerse; y todo se hizo con tal orden y precisión, que cuatro horas después todas las tropas y el tren de campaña estaba en la playa sin mas ocurrencia notable que la de una balsa de la columna del O. que zozobrando por su desnivel de peso, se sumergió, ahogándose 13 artilleros europeos. El Capitán General con su E. M. compuesto de 4 ayudantes personales y á sus órdenes un Coronel de Artillería, otro y un Comandante de Ingenieros, los capellanes y oficiales de Administración militar, fueron conducidos en la canoa del REINA DE CASTILLA y desembarcarn á las 8,30 en la parte del E; media hora después que la VILLA DE BILBAO, convenientemente situada y fondeada, había roto el fuego sobre todos los fuertes enemigos y con especialidad sobre el del Sultán con un admirable acierto, haciéndolo con igualdad y al mismo tiempo las fuerzas sutiles, que, arrimadas cuanto podían á tierra, marchaban a la altura de la cabeza de las columnas hasta que se internaron en el monte para batir los fuertes por la gola: al mismo tiempo también los vapores REINA DE CASTILLA, MAGALLANES y EL CANO y el bergantín LIGERO, cruzando de vuelta y vuelta, en pequeñas bordadas de media milla, presentando ya el uno ya el otro costado vomitaban certeros proyectiles, á que contestaban los moros con gran precipitación.El Joló de entonces estaba, como hoy, edificado en el seno de una costa en forma de media luna, cuyos extremos son: al E. punta Diacapit, y al O. punta Matandat, y su costa está erizada de arrecifes, rocas y bancos de arena, que hacen muy peligrosa la arribada.Delante del pueblo de Joló se enlazaban, por medio de otras baterías y caminos cubiertos para auxiliarse unos á otros, cinco fuertes, siendo los más formidables el del Datto Daniel , levantado en el extremo E. sobre un tajante repecho de la marina, y el del Sultan en el extremó O., construido entre un rio y unos esteiros que le servían como excelentes fosos; á la izquierda del fuerte del Datto Daniel estaba el del Datto A…; a la derecha del del Sultan estaba el del Datto Buyok; y en el centro el del Datto Maribajal; la construcción de todos ellos era la general usada malayo-mahometana que consistía én gruesas estacas paralelas, entre las que formaban unos macizos de piedra, tierra y arena de 16 á 18 pies dé espesor con una banqueta interior proporcional con cañoneras acasamatadas, y en él exterior profusión de zanjas, fosos y caballos de frisa.Estos cinco fuertes, antes ocultos por el puente chino comerciante edificado sobre estacas encima del mar, estaban ahora despejados por haber sido quemado aquel, y detras de ellos existían otros tres fuertes, de los Dattós Buloc, Ulamayak y Molok…Estas fuerzas se dividieron en dos columnas al mando de los Coroneles D.Vicente Contí y D. José María de Soto; la primera practicó el desembarco al O. de Joló por punta Diacápit para atacar por el flanco y gola al fuerte del Datto Daniel, y la segunda por el E. en punta Matandat con igual objeto sobre el fuerte del Sultán: la fuerza de la primera columna constaba de 4 Jefes, 43 Oficiales, 970 individuos de tropa, 200 paisanos y 4 obuses, y una reserva de 25 Oficiales y 512 individuos de tropa; y la segunda columna de 4 Jefes, 37 Oficiales, 700 individuos de tropa, 624 paisanos y 2 obusés, con una reserva de 37 Oficiales y 664 individuos de tropa.El Coronel Oontí dividió la fuerza de ataque en tres fracciones, y el Coronel Soto en cuatro emprendiendo el movimiento a las ocho de la mañana al primer cañonazo conQue los buques rompieron el fuego sobre los fuertes enemigos.Las tres columnas de ataque del E. con fuerza del Regimiento de Fernando VII, 3 compañías del de España, 2 de preferencia del Infante y 152 artilleros indígenas, con los 4 obuses, no pudieron internarse cual se había pensado para batir el fuerte del Datto Daniel, por la compacta espesura de la maleza, teniendo que seguir la playa hasta ponerse á tiro del fuerte del Datto Asibi mas avanzado al mar sobre la derecha, y rompieron el fuego desde luego. El Coronel Comandante de Artillería D. Antonio Iribarren fue el primero que, despreciando los riesgos y las bajas que la mortífera metralla causaba en su columna, se arrojó con ardoroso anhelo al primer ángulo del fuerte, é intenta dar el asalto precisamente por el punto mas difícil, que era un estrecho portillo excesivamente pendiente y resbaladizo, y sin que esperase que su Jefe tomara mas disposiciones para preparar y ayudar el movimiento que ha de ordenar al Capitán de Artillería D. Narciso Herrera Dávila que procurase apagar el fuego de las cañoneras de dicho ángulo y las del inmediato fuerte de Maribajal. Acaudillados por sus valientes Oficiales, los soldados de la primera columna llegaron á pisar el muro enemigo; pero tuvieron que retirarse, cediendo el puesto al valor y número de los moros, que supieron recuperarlo.La segunda columna, al mando del Comandante D. Antonio Aperregui, en la que iban 250 iloanos y cebuanos, capitaneados por el intrépido P. Agustino Fr. Pascual Ibáñez, corrio veloz a reforzar la primera, que , cobrando nuevos brios, repite el asalto y es por segunda vez rechazada, cayendo gravemente herido el P. Ibañez, de encima del muro, a donde fue el primero a subir a gritar ¡Viva la Reina! A su lado perdió la vida honrosamente el valiente teniente de cazadores de Fernando VII, D. Ignacio Sebastian, y no muy lejos se distinguia él Subteniente de la misma compañía D. Bernabé Bleza, que sobrevivió milagrosamente con tres terribles cuchilladas que le dejaron exánime sobre el mismo muro, y el Capitán de la 2ª Compañia del mismo regimiento D Joaquín Prat, que á pesar de hallarse muy enfermo no se habia podido reducirle á no tomar parte en el combate, fue retirado sin conocimiento de encima del moro, donde habia caído rendido por la fatiga y la debilidad de su estado.Más de 70 cadáveres moros con algunos de los nuestros y muchos heridos agolpados al portillo obstruían el paso en aquellos momentos de indecisión en nuestras columnas de ataque, lo que aumentaba el valor de los moros. Avanzó la columna de reserva al mando del Coronel. D. José Terry, compuesta de 5 compañías del Regimiento de España, á cuya cabeza venia el Capitán General Urbiztondo, poco satisfecho del resultado del ataque; el Coronel Soto le manifestó la imposibilidad de salvar por sí aquella comprometida situación y el valiente y enérgico General resolvió decidir en persona la cuestión, poniéndose é la cabeza de la columna rechazada, á cuyo acto se opusieron respetuosamente los coroneles D. José Terry, á quien se confió la dirección del avance y ataque, y D. Nicolás Enrile, Secretario de S. E. y Jefe de E. M. de la expedición, que se puso á las órdenes de Terry con la mitad de Tiradores y Compañía de Carabineros que formaban parte de la columna, y partieron á la carrera entusiasmados por el ejemplo de sús Capitanes D. Romualdo Saló y D. Manuel García Lobera, á quienes seguía con igual espíritu la 5ª compañía al mando de su Capitán D. Julio Garnier.El Jefe de la columna, abarcando con una hábil mirada el terreno y situación, dio orden al Capitán de Artillería Herrera Dávila que enfilase sus tiros á apagar dos cañoneras que desde el primer ángulo enfilaban nuestras posiciones causándoles daño terrible, y mandó avanzar sobre aquel punto una sección dé tiradores con el mismo objeto que fué conseguido á los pocos momentos; y entonces al grito de ¡Viva la Reina! se lanzaron con la mayor intrepidez al asalto y logran dominar el número y el feroz valor dé sus defensores.El valiente Capitán Saló, qué con su mitad de tiradores fue el primero que tuvo la gloria de pisar el muro enemigo, cayó herido de un balazo, y á su lado muy gravemente el Subteniente de su Compañía D. Isidoro Alonso, y aunque no tanto el de la Compañía de Carabineros D. Remigio Mora, con otros muchos individuos de tropa.En vista de tan brillante resultado dio el Capitán General inmediatamente la orden al Comandante D. Patricio González Olloqui, Jefe de la tercera columna, que aun no había entrado en fuego, para que avanzase y diese el asalto simultaneo por el frente principal, sobre el que arrojándose á pesar del vivo fuego de canon que les dirigía el inmediato fuerte de Maribajal y el de fusilería de los sitiados coronaron el muro, haciéndose notables por su arrojo y valentía el Capitán D. Eduardo Arroyuelo, que fue ligeramente herido, el Teniente de la 2ª Compañía del Regimiento de España, núm. 5,, D. Francisco Olaguer, el Subteniente del de Fernando VII, número 3,D. Ángel Bibiano, que, á pesar de haber sido en la primer embestida derrocado de lo alto del muro, subió segunda vez y situó la bandera numeral de la columna sobre el muro enemigo y formó á su alrededor los primeros soldados, y el Sargento Román de la Compañía de Granaderos de aquel mismo Batallón, que enganchando su pañuelo en la bayoneta lo tremoló gritando: ¡Viva Isabel! ¡Adentro! y uniendo el ejemplo al dicho fue uno de los primero.Al mismo tiempo el Jefe de E. M. Sr. Enrile con las dos terceras partes de la reserva coadyuvó á apoderarse del fuerte del Datto Asibí, y a las doce del día entró el General Urbiztondo con el resto de la reserva, siendo tal el pánico que se apoderó de los moros joloeses, que huyeron precipitadamente,llevándose muchos de los muertos y heridos que pudieron, teniendo por nuestra parte 34 muertos y 84 heridos. Preciso era aprovechar aquel pánico, que se había apoderado de los moros, y en el acto salio el Capitán D. Julio Garnier con su Compañía á apoderarse del fuerte del Datto Daniel, situado unos dos tiros de fusil al N. E. haciéndolo con tan buen éxito y oportunidad, que persiguiendo muy de cerca á los fugitivos, les cargo a la bayoneta, y, saltando sobre sus cadáveres entró tras ellos en el fuerte, y sin darles tiempo á encerrarse ni reponerse, se apodera de los moros tal pánico que se arrojan por las murallas y abandonan aquellas posiciones susceptibles de una brillantísima defensa.Luego fueron comisionados los Capitanes Garnier y Herrera Dávila para apoderarle del fuerte de Maribajal, lo que consiguieron con una ligera resistencia. La artillería fue clavada é incendiado el pueblo inmediato, y regresaron con la bandera que enarbolaba el fuerte, que los moros no habían tenido tiempo de recoger. El Capitán General estableció su cuartel en el fuerte del Datto Daniel, donde publicó la orden siguiente: «Soldados: Habéis merecido bien de la patria y de la Reina con vuestro valor, apoderandoos de los fuertes de Daniel, como un amago de la decisión con que mañana iréis a abatir el pabellón del Sultán Mahamad, al grito de ¡Viva la Beina!. Vuestros compañeros del flanco derecho se os unirán para tener esta gloria, pero es preciso para adquirirla, orden, subordinación, decisión, y seguir las huellas de vuestros Jefes y 0flciales.Asi que se reciban de los buques los ranchos, cuidarán los señores Jefes de columna de su distribución y de que se tomen todas las disposiciones necesarias para que al toque de diana puedan formar las columnas de la manera que se disponga. Escusado parece recomendar á militares valientes la vigilancia, cuando es tan sabida la vergüenza de una sorpresa .Urbitzondo. Cuartel General en el fuerte del Datto Daniel, 28 de Febrero de 1851.» Cuando la columna de la derecha ó sea la del O. hubo desembarcado, organizada como dejamos dicho, á los pocos momentos, y sirviéndoles de guía uno de los cautivos huidos el día anterior, quien á nado se había acogido á loS buqués de la escuadra, emprendió la marcha dirigiéndose á través de unas colinas para ganar una altura que dominaba por la gola el fuerte del Sultán, pues al O. cortaba el paso un río no vadeable y su marcha era lenta y fatigosa por los accidentes del terreno cada vez mas multiplicados que dificultaban mucho la conducción del material de guerra.La primera columna al mando del Comandante Ochoteco, acababa de pasar un hondo barranco, y en su desfilada se hallaba la segunda ál mando del Comandante Coballes, cuando se cubrieron repentinamente las cimas por mas de 600 moros que, con gran vocerío y los saltos y visajes de costumbre, blandían sus armas en son de amenaza, y decididos á defender el paso, rompieron el fuego de fusileria y bajaron al barranco á la carrera como despeñado torrente, llegando á batirse con los soldados á brazo partido ; pero tan salvaje valentia fue vencida, obligando á los moros á retirarse con muchos heridos; dejando 19 muertos en el fondo del barranco.Victoriosa la segunda columna y temerosa de un segundo ataque en terreno tan desventajoso apresuro su marcha, y á las nueve llegaron a la colina que á un tiro de fusil dominaba completamente todo el interior del fuerte del Sultan, en cuya altura tomó posición el Comanadante Coballes, retirándose las otras fuerzas a la playa para esperar ordenes, donde acamparon y pernoctaron sin mas novedad durante toda la noche, tanto en ésta columna como en la dé la izquierda , que algún tiroteo de las avanzadas con los moros que venían a hostilizarles á cubierto con la maleza.En la madrugada del día 29 la columna del O. se puso en movimiento por el mismo camino del día anterior, desde donde descubrieron los fuertes de Buloc, Ulamayak, y Molok, de cuya existencia no se tenía aun conocimiento. El Comandante Ochotaco recibió la orden de apoderarse del primero, y avanzando resueltamente sobre un extenso fangal en que el lodo y el agua les cubre algunas veces basta la cintura, consigue sorprender un pequeño postigo, por el qué penetra y pone en completa dispersión a sus defensores, que se arrojan por las murallas, y dejando un destacamento en las posiciones conquistadas desciende á unirse al grueso de la columna, al mismo tiempo que lo hacia el Comandante Coballes, después de haber dejado guarnecidos los otros dos fuertes que había encontrado abandonados.Siguiendo la columna del O. una cómoda calzada que hallaron penetran en el fuerte del Sultán, que encontraron sin un solo defensor y ardiendo incendiado por una de las granadas de los obuses de algunos de los disparos que se le hicieron antes de aproximarse; y comisionando al Capitán de Ingenieros Bernaldes para extinguir el incendio, se dejaron dos Compañías guarneciendo aquel fuerte, y continuo su marcha el resto de la columna del O. encontrando algunas horas después a la del E.El Capitán General, al tener conocimiento del buen resultado de las operaciones, atravesó aquel laberinto de fortificaciones susceptible de la defensa mas heroica y estableció su cuartel general en el fuerte del Sultán, quien según las noticias que se adquirieron por algunos chinos que vinieron al campamento, lo había abandonado con todo su séquito á las Guateo y media de la tarde del día anterior, aterrorizado con la victoria alcanzada por la columna del E. En este fuerte dirigió el Capitán General á las tropas la siguiente alocución. “Soldados: El escarmiento que vuestro valor dio ayer á los joloanos ha sido bastante para que,abandonando el Sultan y los Dattos sus fortalezas, las dejen en nuestro poder, entregándose á la fuga.Habeis completado vuestro triunfo, y podéis envaneceros de que con el escarmiento de estos argelinos del Asia, habéis hecho un servicio á la humanidad y á vuestros compatriotas. En los fuertes de Mamad-Pulalón se arbola la bandera española, y ya no será Joló el núcleo, de un mercado de piratas, que aterraba el Archipiélago, burlándose de sus promesas. A primera proporción haré conocer á la Reina nuestra Señora, como merecéis, vuestros servicios, vuestro valor y sufrimiento, y cuan satisfecho estoy de vuestro comportamiento, y del de la Marina, que ha cooperado á la importante empresa de escarmentar á estos piratas y someterlos á la antigua dependencia. Antonio de Urbiztondo. Cuartel General en el fuerte principal del Sultán Mahamad-Pulalón, 1º de Marzo de 1851”El dia 3 pasó Urbiztondo una comunicación al Sultán diciéndole que estaba dispuesto á olvidar su criminal comportamiento con tal que entrase por el camino de la razón y se acogiese por si mismo á la clemencia.Cuatro días permanecieron nuestras tropas acampadas en el fuerte del Sultán, en cuyo tiempo se embarcaron 112 cañones, muchas municiones y efectos de gran valor y se amontonaron materiales para incendiar los fuertes.En la amanecida del día 4 reembarcaron las victoriosas tropas expedicionarias cómodamente por un muelle de madera de una longitud de 70 varas, construido por los Ingenieros en el brevísimo espacio de cinco horas con tablones y maderas de algunas casas del pueblo de Joló, y al que dieron fuego las dos ultimas Compañias que practicaron el reembarque, tomando á los pocos momentos tal incremento, que no pudo apagarlo un fuertísimo aguacero que sobrevino.En la madrugada del día 5 dejó la victoriosa expedición la rada de Jolo y la famosa población y sus fuertes convertidos en humeante monton de cenizas, en que se calcinaban mas de 300 cadáveres de aquellos temidos y fanaticos piratas.A las cuatro menos cuarto de la madrugada del día 6 murió á bordo del vapor REINA DE CASTILLA el P. Ibañez de resultas de su herida, y á las seis dieron fondo en la rada de Zamboanga todos los buques, desembarcando el General Urbiztondo en medio de las mas justas y entusiastas aclamaciones; aquel mismo dia salió el vapor EL CANO, para la silanga de Basilan á buscar al Sarip Mahamad-Binsarin y enviarle con pliegos al Sultán de Joló, para donde salió el día 7, en cuyo día continuó á Manila el vapor EL CANO conduciendo los partes oficiales de la jornada, que fueron entregados á las ocho de la mañana del día 13 y haciéndose públicas las buenas nuevas con tanta celeridad como entusiasmo.Cuando los Dattos joloeses vieron en poder de los españoles los fuertes Daniel y Ásibi, conocieron su impotencia, y la desanimación se hizo tan general, que poco á poco fueron abandonando al Sultán, el cual al fin tuvo que seguirles á refugiarse al interior, donde triste y casi completamente abandonado de su Grandeza le encontró el Sarip Mahamad-Binsarin propicio á entrar en negociaciones de paz.El día 17 salió el Capitán General de la rada de Zamboanga con toda la expedición, y el 20 llegó á la capital del Archipiélago, donde fue recibido con la merecida ovación y dirigió á las tropas y a los naturales las siguientes alocuciones: «Soldados: Después de los sufrimientos de la campaña que habeis hecho, nos vemos reunidos en la capital, orgullosos de ser españoles, y haber alcanzado una victoria en pro de la humanidad. A este goce sublime como militares, tenemos que unir el entusiasmo con que nos reciben en sus brazos todos los filipinos, mirándonos como vengadores y vencedores de los indómitos joloanos. No puedo menos de manifestaros el placer y la satisfacción que me causan tan simpáticos sentimientos, é igualmente el que he tenido al comunicar á la Reina nuestra Señora vuestro honroso comportamiento, y los que, con arreglo á los partes producidos por los Jefes de las columnas, se han distinguido mas, mereciendo mover su soberana munificencia. Soldados, estoy altamente satisfecho de vosotros y envanecido de ser vuestro Capitán General. Antonio de urbiztondo.»«Filipinos: Vuelvo á la capital después de vengar un insulto hecho á la bandera española, que ha ya ondeado en los muros de Joló, domando la soberbia de aquellos isleños. Debo reiteraros que jamás permitiré un desacato hecho al decoro nacional; y al manifestaros esta expresión de mis deberes, al hacerse saber el brillante comportamientote las tropas de todas las armas, de los naturales de Visayas y de los funcionarios públicos y particulares que han concurrido á la expedición ó contribuido á ella, me es sumamente grato manifestaros el valor, el patriotismo, el entusiasmo, verdaderamente español, que ha sido el Norte de la conducta y de los sacrificios de todos.Al regresar entre vosotros he visto igualmente comprendida la importancia del grande acontecimiento del Sur y expresados en patriótico entusiasmo los sentimientos de vuestros corazones: el mió se dilata doblemente enorgullecido al terminar este importante hecho, al verme entre vosotros y al aseguraros que sera para mi el mas grato de mis deberes llenar los votos de nuestra augusta soberana, velandó incansablemente por vuestra seguridad, vuestra prosperidad y la dicha á que sois tan acreedores y es el anhelo de vuestro Capitan General. Antonio de Urbiztondo. Manila 21 de Marzo de 1851.»
Siguiendo con el libro del Sr Llado Calabuig leemos:…Regresado a la Península el ISABEL II, realizan en el mismo un viaje los Duques de Montpensier en abril de 1851, saliendo de Valencia a Palma, Mahón, Villafranca y Genova, en donde desembarcaron, regresando por Inglaterra en el mismo buque desde Southampton a Ferrol, Coruña, Marín, Lisboa y Cádiz….
El ISABEL II fue destinado en 1852 al Apostadero de las Antillas y en mayo de 1856 en unión del vapor ULLOA y corbeta FERROLANA, se trasladan a Veracruz para apoyar una reclamación del Gobierno.
Mientras tanto el FRANCISCO DE ASIS, que había permanecido prestando servicio en la Península, sale de Cádiz para La Habana el 12 de mayo de 1857, juntamente con el navio REINA DOÑA ISABEL II, fragata BAILEN, bergantín PELAYO y urcas PINTA y SANTACILIA, transportando 1.450 hombres de desembarco, fondeando en aquel puerto el 25 de junio por si era necesario efectuar alguna acción militar en Méjico, motivada por las reclamaciones pendientes….
Con motivo de la guerra de África de 1859-60, el ISABEL II se incorpora a la Escuadra y participa en todas sus operaciones y después al año siguiente pasa a la Escuadra de Instrucción organizada a las órdenes del general D. Luís Hernández Pinzón, mientras el ISABEL LA CATOLICA y FRANCISCO DE ASIS forman en la división del general D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcava….
El ISABEL II que pocos meses antes había llegado a Cuba, llevando a su bordo al nuevo Capitán general de la isla, D. Domingo Dulce, marqués de Castell-Florite, emprendió viaje desde el puerto de La Habana, llegando el día 2 de junio de 1863 al de La Guayra, con la misión de proteger los intereses de los españoles residentes en Venezuela. Su comandante, Méndez Núñez, ofreció el buque al ex Presidente D. José Antonio Páez para que pudiera trasladarse a donde fuera necesario, como mediador y ver de devolver la paz a dicha república, cosa que se consiguió durante el mes de julio siguiente, zarpando de La Guayra el 2 de agosto y tras una breve escala en Puerto Rico para hacer carbón, dio fondo en el puerto de Santiago de Cuba el 20 de agosto y embarcando allí 432 soldados de infantería y una batería de montaña, zarpó el 25 rumbo a Santo Domingo, avistando al anochecer del 28 el fondeadero de Puerto Plata. No obstante los arrecifes existentes a la entrada del puerto y la inseguridad de estar la plaza en nuestro poder o no, navegó el buque con marcha moderada y lanzando una bengala para reconocer las cercanías, logró fondear y desembarcar la tropa que pudo socorrer al fuerte, defendido por una pequeña guarnición y apoderarse de la plaza….
El ISABEL II forma en la escuadra del brigadier Topete que con el general Prim, inician en Cádiz la revolución de septiembre del 68 que destrona a la Reina….
En cuanto al ISABEL II, que por el mismo motivo se llamaba CIUDAD DE CADIZ, desde 1868, forma en la escuadra de operaciones contra Cartagena al mando del almirante D. Miguel Lobo, asiste al combate de Portmán y después de la terminación del cantón murciano, se incorpora a las Fuerzas Navales del Norte y participa en la campaña contra los carlistas….
Permanecen en servicio el CIUDAD DE CADIZ hasta 1882 y el ISABEL LA CATOLICA, como tal transporte hasta 1884, último Estado General de la Armada en que figura.
Vayamos ahora con la vida operativa del vapor de guerra FRANCISCO DE ASIS. Del libro BUQUES DE LA ARMADA ESPAÑOLA A TRAVES DE LA FOTOGRAFIA. (1849-1900), escrito por los historiadores Juan Luís Coello Lillo y Agustín R. Rodríguez González, apuntamos sobre los hechos de este buque:…nacido como FRANCISCO DE ASIS, sería rebautizado FERNANDO EL CATOLICO tras la Revolución de 1868, que retiró los nombres de la segunda pareja real, llamando CIUDAD DE CADIZ al ISABEL II y no respetando obviamente a su poco apreciado consorte; no obstante, la gracia popular prefirió, parafraseando el nuevo nombre oficial, llamarlo «FERNANDO EL CAOTICO». La tercera denominación se la impondrían los cantonales de Cartagena en julio de 1873, que, en su ímpetu revolucionario, no encontraron otro nombre mejor que el en verdad inusual de Despertador del Cantón.
Gemelo como ya sabemos del anterior, fue autorizado el 21 de junio de 1850 junto con el ISABEL II, contratándose esta segunda pareja al astillero de Charles J. Mare & Co., en Blackwall (Londres); la botadura del FRANCISCO DE ASIS tuvo lugar el 17 de enero de 1851, entrando en servicio pocos meses más tarde. Sus primeras navegaciones tuvieron por escenario aguas peninsulares hasta que, en 1857, el temor a complicaciones con México le hicieron partir hacia La Habana integrado en una escuadra, junto con el navio REINA DOÑA ISABEL II, fragata BAILEN, bergantín PELAYO y urcas PINTA y SANTACILIA, que transportaban una expedición de 1.450 hombres de desembarco. El esfuerzo resultó innecesario, pero el FRANCISCO DE ASIS recibió la orden de permanecer en esas aguas para cubrir el hueco dejado por su gemelo FERNANDO EL CATOLICO, perdido en la madrugada del 3 de enero de 1856 por varada frente a Punta Covarrubias. Y como ya sabemos, el FRANCISCO DE ASIS participó tanto en la demostración disuasoria frente a Puerto Príncipe de 1861, como poco después en la expedición a México.
Durante la Guerra del Pacífico se temió que nuestros enemigos aprovecharan la situación para intentar algo contra nuestro dominio en Cuba, bien mediante corsarios, bien alentando una insurrección. Por ello, las fuerzas navales que protegían la isla reunieron nada menos que a los vapores CONDE DE VENADITO, DON JUAN DE AUSTRIA, DON ALVARO DE BAZAN, HERNAN CORTES, NEPTUNO, GENERAL LEZO y GUADALQUIVIR, así como a las goletas de hélice GUADIANA, ÁFRICA, SANTA LUCIA, SIRENA, ANDALUZA y FAVORITA, unos y otros repartidos entre los distintos puertos de la isla. En La Habana, y dispuesta a dirigirse al punto amenazado, se hallaba una división compuesta de las fragatas de hélice CARMEN y LEALTAD, el vapor que nos ocupa, los también vapores VASCO NUÑEZ DE BALBOA y LEON, además de la goleta LIGERA. Y, como ya se ha dicho, se esperaba el refuerzo del ISABEL LA CATOLICA. En San Juan de Puerto Rico se consideraba que era suficiente con el vapor PIZARRO y la goleta HUELVA. Tal despliegue, unido al de la propia escuadra de operaciones frente a las costas chilenas y peruanas, a los buques destinados en la Península, los de la Estación Naval del Plata y los del Apostadero de Filipinas, muestra la potencialidad de la Armada española de la época.
Como señalamos, y tras la Revolución del 68, se ordenó con fecha 13 de octubre de aquel mismo año el cambio de nombre del vapor FRANCISCO DE ASIS que pasó a llevar precisamente el de su gemelo perdido en Cuba por accidente. La Revolución Cantonal sorprendería al entonces FERNANDO EL CATOLICO en Cartagena, no tardando en demostrar ser uno de los buques más decididos entre los sublevados. Con ellos participó en las sucesivas expediciones y bombardeos de otros puertos, así como en el combate de Portman con la escuadra gubernamental, hasta que en la madrugada del 20 de octubre de 1873, navegando a la altura de cabo Huertas, frente a Alicante, fue embestido por accidente por su compañera revolucionaria, la blindada NUMANCIA, cuyo espolón destrozó el casco del vapor, que se fue a pique en pocos minutos con gran pérdida de vidas.
Rogamos, como siempre, la colaboración de los lectores que puedan aportar fotos de estos bellisimos buques de la Armada.
Foto 1.- Óleo de Rafael Monleón que muestra al vapor de ruedas ISABEL II con su bonito esquema de pintado. Foto de la enciclopedia HISTORIA DE ESPAÑA. De la Editorial Planeta.
Foto 2.- Oleo de Federico de Madrazo, datado entre 1845-1848, de la Reina Isabel II. Foto de la enciclopedia HISTORIA DE ESPAÑA. De la Editorial Planeta.
Foto 3.- El vapor FRANCISCO DE ASIS (otras fuentes citan que se trata del ISABEL LA CATOLICA) en La Carraca, Cádiz. Anónimo, ca. 1860. Colección Fernández Duro. Tomo III, 432. Del libro HOMBRES Y BARCOS. LA FOTOGRAFIA DE LA MARINA ESPAÑOLA EN EL MUSEO NAVAL. (1850-1935)
Foto 4.- Oleo de Federico Madrazo sobre Francisco de Asis. Segundo tercio del siglo XIX. Foto de la enciclopedia HISTORIA DE ESPAÑA. De la Editorial Planeta.
Foto 5.- Interesante foto del vapor a paletas ISABEL II. En segundo termino el bergantín GALIANO. Foto del libro BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885.
Foto 6.- Foto de la Biblioteca Nacional del FRANCISCO DE ASIS. Del libro BUQUES DE LA ARMADA ESPAÑOLA A TRAVES DE LA FOTOGRAFIA. (1849-1900)
Foto 7.- Grabado sobre el FRANCISCO DE ASIS. Foto del libro BUQUES DE VAPOR DE LA ARMADA ESPAÑOLA. DEL VAPOR DE RUEDAS A LA FRAGATA ACORAZADA, 1834-1885.

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