EN NOCHE CERRADA MAS VALE VELA AFERRADA
Aquel pequeño petrolero, de bandera belga, –quien se lo iba a decir a la gente que lo vio arder por los cuatro costados- iba a pertenecer a un sinfín de compañías e iba a llegar vivo a la era de los superpetróleros. En septiembre de 1966, después de sufrir otra explosión en Santa Cruz de Tenerife ese mismo año, era desguazado en Aviles el MONTELEON, aquel viejísimo cascaron de acero que había sido botado al agua el 22 de junio de 1900 en Low Walker, en donde se encontraban los astilleros Armstrong Withworth, que en aquel entonces eran los de mejor tecnología en la construcción de tanques. Su numero de grada era el 704, y aquel minúsculo petrolero, bautizado TIFLIS, era aceptado por sus armadores – S.A. Pour L´importation des Huiles de Graissage– en septiembre de aquel mismo año; 1900.

Es decir, vivió casi 66 años.
Solo un año después de su final se hundía el TORREY CANYON (1967), de casi cuarenta veces mas desplazamiento, iniciando la era de lo que serian grandes tragedias marítimas. No les importaba nada esto a los alicantinos de aquel 1915, ya que la guerra y las explosiones del TIFLIS habían puesto gran espanto en sus almas.
Los diarios y sus hemerotecas constituyen una fabulosa fuente de información – a la que el buen historiador siempre recurrirá, con exquisito cuidado al juzgar su contenido, para tratar de obtener luz sobre diferentes hechos del pasado- que hoy día, gracias a la digitalización, podemos encontrar en la gran red. El diario La Vanguardia, la revista La Ilustración Española y Americana, la también revista El Mundo Naval Ilustrado, entre otros, se encuentran o encontraran el la red para consulta de todos los interesados. De la página web en que se encuentra la hemeroteca del diario ABC, obtenemos los siguientes apuntes que narran la tragedia. En el diario ABC, edición del jueves 4 de marzo de 1915, se podía leer: …»Pánico en Alicante. Un barco Petrolero Incendiado. Alicante, 3, 9 noche. Esta tarde sé oyó una formidable explosión, que hizo cundir la alarma en todo Alicante.
Lo ocurrido era que .había reventado el depósito de proa del vapor belga TIFLIS, surto en el puerto y cargado de petróleo.
Inmenso gentío acudió al muelle, y comenzaron á circular por toda la población vagas noticias y fantásticas versiones.
Se dijo en un principio que habla á bordo dos muertos y algunos heridos.
En efecto, algunos de los últimos, eran llevados en coches particulares y en compañía de individuos de la Cruz Roja hacia las Casas, de Socorro.

De momento no era posible formar idea exacta de la importancia del siniestro.
Pronto se supo que había á bordo del buque 2.000 toneladas de petróleo.
El incendió á bordo adquiría cada vez mayores proporciones, y no tardaron en acudir las autoridades civiles y de Marina, un retén de Seguridad, .fuerzas dé Carabineros y de la guardia civil y los bomberos.
Atríbuiase la explosión á la imprudencia de alguien que tiró á bordo un cigarro encendido.
El vapor acababa de descargar 1.400 toneladas de petróleo para la Sociedad Deutsch y Compañía, y levaba anclas cuando estallo el depósito.
Desde el primer instante se supuso que el vapor quedaria completamente destruido, y se estableció rigurosa vigilancia para impedir que el publico invadiera el muelle.
Está fondeado el buque en la escollera de Poniente.
Faluchos y laúdes que se encontraban próximos al TIFLIS, así como también algunos botes de servicio del puerto, atracaron al costado de aquel para que pudieran transbordar los tnpulantes y ponerse a salvo.
Los primeros á quienes se asistió en las Casas de Socorro fueron los belgas German Iser, que presentaba contusión en un pie; Samuel Piet, Guillermo Poncenose, de cuarenta y tres años, con graves quemaduras en las manos y piernas y en la cara, y Juan Decoste, también con quemaduras en las manos y en el tórax, y el español Antonio Campani, trabajador del muelle, que tenia una contusión en la cabeza.

La Cruz Roja situó un reten en la Plaza de Isabel II, y los exploradores prestaban eficaz ayuda para la conducción de heridos, espectáculo este que produjo honda tristeza en la muchedumbre.
Circuló el rumor de que á bordo del vapor incendiado había gran número de muertos.
Mientras tanto, entre las dotaciones de los buques surtos en la bahía aumentaba el temor de que se produjeran nuevas explosiones.
Desde una de las Casas de Socorro se condujo un cadáver al Depósito.
Como el buque se encuentra fondeado a alguna distancia del muelle fueron inútiles los esfuerzos de los bomberos.
Alguien afirmó que el capitán del TIFLIS no respondía de que al adquirir el fuego mayores proporciones no se inflamara otro depósito lleno de petróleo, y las autoridades ordenaron que los espectadores se alejaran aún más y desalojasen los muelles y el paseo de los Martires.
Los heridos eran conducidos, primeramente, al Club de Regatas, y, desde allí se les conducía á las Casas de Socorro.
En vista de que no había posibilidad de extinguir el fuego, el comandante de Marina dirigió un telegrama al ministro dé ese departamento y otro al capitán general del apostadero dé Cartagena., á quienes manifestaba la necesidad de que sea enviado un buque de guerra que eche á pique al vapor incendiado, deseo expuesto también por el gobernador civil.
Asegúrase que á bordo del TIFLIS solo murieron cuatro de sus 30 tripulantes.
Los supervivientes se han refugiado en el despacho del consignatario del buque.
Una de las especies que circularon fue la de que el Capitan del buque incendiado dirigíase á bordo, decidido á sacar del puerto al TIFLIS para hacerle encallar en la playa de Babel y evitar asi el peligro que amenaza á la ciudad.
A las siete tomó incremento el fuego. Las llamas envolvían el buque, del que se elevaban densas espirales de humo.
Se agotaron las ediciones de los periódicos de la tarde, que arrebataba de manos de los vendedores el público, ávido de detalles acerca del siniestro.

Durante toda la tarde han pasado por la población muchas camillas con heridos para las Casas de Socorro ó en dirección al hospital civil.
Se ha dicho, al comentar la causa del incendio, que anoche pasearon por Alicante muchos de los tripulantes del TIFLIS, y que casi todos regresaron ebrios á bordo.
Añadiase que acaso alguno dejó caer encendida la punta de un cigarro, y a eso se debe la catástrofe.
En el reten establecido por la Cruz Roja fue curado el alicantino Antonio Román Martínez, que comía a bordo del TIFLIS cuando se produjo la explosión.
El buque es de matricula de Amberes.
Se deplora que no haya medios de destruir el buque, presa de las llamas.
El Capitán de Marina ha pedido también remolcadores a Cartagena.
Otro de los que se encontraban a bordo al ocurrir la explosión era el práctico, don Joaquín. Pérez, que se salvó milagrosamente. Relata que el fuego comenzó por la proa, y asegura que es imposible levar anclas.
Ordenó el comandante de Marina, que se procediese á picar la cadena del ancla para que pudiera ser remolcado el TIFLIS á alta mar; pero se desistió de hacerlo ante el temor de que el buque, sin gobierno, varase en lugar cercano á la población.
Tiene el vapor dos tanques, uno con 600 y otro con 700 toneladas de petróleo, y se teme que el f0uego, cada vez más imponente, prenda en los depósitos.
Los vecinos de Alicante contemplan el terrible espectáculo desde azoteas y balcones, y mucha gente se aglomera en las bocacalles que dan al muelle.

A las ocho se pensó en abrir las escotillas con objeto de que el TIFLIS se fuera á pique; pero se considero poco eficaz el medio, toda vez que hay poco fondo en él sitio donde arde el buque.
Muchas familias de las que habitan en el paseo y en las calles frente al puerto han abandonado sus viviendas en previsión de una posible catástrofe.
Aumenta la alarma en Alicante, y esta noche sé han suspendido algunos espectáculos.
No cesan de salir automóviles y carruajes ocupados por familias que se dirigen á los pueblos vecinos.
Los técnicos afirman que el buque arderá por completo, pero que no se producirá explosión alguna.
El casino y los cafés que dan a la explanada, del muelle están de bote en bote.
En la Comandancia de Marina se ha recibido un telegrama que anuncia la salida de Cartagena de un cañonero con rumbo este puerto.
El TIFLIS está asegurado en una Compañía inglesa.
Se ha confirmado que murieron a bordo cuatro tripulantes: Pedro Sanseng, de treinta años; Víctor Roeland, de veintisiete; Mepliziales, griego, de la isla de Andros, hombre de edad muy avanzada. Alto apellidábase la otra víctima, carpintero del buque. Murió cuando le conducían á la Casa del Socorro.
El anciano griego realizaba su ultimo viaje á bordo del TIFLIS.
En cuanto á Roeland, fue hecho prisionero por los alemanes el 2 de Agosto y conducido a una isla, de la que consiguió fugarse, llego á Nueva York y embarcó en el vapor belga donde ha encontrado la muerte.
Créese que ha desaparecido el peligró de una nueva, explosión, puesto que arde ya todo el buque y es de presumir que también el petróleo.
La población empieza á recobrar la tranquilidad.

Los tripulantes del TIFLIS muéstranse apenados por el trágico fin de sus cuatro compañeros»…
El mismo diario ABC, repetía el día 5 de marzo de 1915 con este otro apunte: …»Barco Incendiado: Alicante 4. 9 noche. A las diez de esta mañana se oyeron, dos nuevas explosiones.
Créese que se produjeron en el depósito que contenía el petróleo.
A esa hora ya se había retirado el retén de la Cruz Roja, que prestó tan buenos servicios, y estaba ya en el puerto el cazatorpedero FERROL.
Durante toda la mañana, el muelle ha estado invadido por el público.
Con objeto, de evitar que se reproduzcan sucesos como el ocurrido se solicitará, con toda urgencia, la caducidad de la concesión de la tubería instalada en el contramuelle para la conducción del petróleo á la casa Furcaduz.
A las tres de la tarde, las llamas envolvían las dos terceras partes del buque y se elevaba al espacio una espesa columna de humo.
Hoy no ha entrado ningún buque en el puerto.
Los que llegaron esta mañana se hallan fondeados en la bahía.
Calculase que las perdidas del incendio en el vapor TIFLIS ascienden a unas 300.000 pesetas.
El buque a pesar de lo que en contrario se ha dicho, no llevaba a bordo bidones de gasolina.
El Capitán del barco tenia a su esposa e hijos en Amberes, de donde se vieron obligados a salir cuando aquella ciudad fue bombardeada por los alemanes.
Actualmente se hallan en Inglaterra.
Asegurase que el capitán del buque fue a bordo del CABO QUEJO y solicito auxilio, que le fue denegado, e igualmente se dice que el ANTONIO pidió 250.000 pesetas por remolcar al TIFLIS.
La prensa local lamenta la indecisión de las autoridades y considera incomprensible que se haya dejado a la población tanto tiempo bajo la amenaza de una catástrofe»…
Una versión muy parecida, pero mas completa y mucho mas interesante, la da el DIARIO DE ALICANTE, quien en su edición del 5 de marzo de 1915 anotaba: …»El Suceso de Ayer Tarde. Horrenda Explosión en un Buque.
Durante toda la tarde y noche de ayer, hasta hora bastante avanzada de la madrugada, no ha cesado un solo momento de trajinar la muchedumbre ansiosa de acercarse a los sitios desde donde se pudiera observar la embarcación incendiada.

De todos los extremos de la capital descendía una interminable procesión de gentes que venían a extenderse luego apiñadas en la Explanada hacia la acera e invadiendo terrazas de los cafés y las desembocaduras de las calles próximas.
Conforme ayer decíamos, ya se había dado orden de despejar no solo los muelles, sino todo el espacio comprendido desde la mitad del parque de Canalejas hasta la entrada del paseo de Gomis; varias parejas de la Guardia Civil y los urbanos ocupaban sitios adecuados para hacer cumplir tales previsoras ordenes.
Aun, en el barco incendiado, quedaba encerrado en los tanques buena cantidad de petróleo y se temía otra tremenda explosión.
Espectáculo Soberbio: Por la noche ofrecía el puerto un espectáculo fantástico; allá en el fondo , junto al muelle de poniente, destacabase, alumbrado por las luces rojas del incendio el casco negro del buque. Desde la proa habiase propagado el fuego hasta las proximidades del puente; una llama enorme, gigantesca, que de esta parte se elevaba, parecía retorcerse amenazadora y voraz contra la percalina roja de una banderita que sobre lo más alto de un mástil aun flameaba. Y la llama, como atraída por aquella bandera, permanecía horas y horas estacionada…
En tanto la multitud cada vez más numerosa comentaba a su sabor.
Atemos Cabos: La precipitación con que hubimos de ordenar nuestras notas para nuestra información de ayer acerca de este suceso nos hizo incurrir en omisiones que nos creemos obligados a enmendar hoy.
Aparte del Señor Comandante de Marina, el Gobernador Civil, el Alcalde, el Juez de Instrucción y demás autoridades que citábamos y que desde los primeros momentos vimos en el muelle de Poniente dictando las ordenes precisas para evitar males mayores, vimos también, y, justo es consignarlo, al teniente coronel de la Guardia Civil Sr. Aguilar, al capitán del Cuerpo de Seguridad, al ingeniero de la Junta de Obras del Puerto Sr. Lafarga, al ingeniero auxiliar Sr. Sánchez Guerra y al juez municipal Sr. Ramos.
Consignemos también que los empleados de los teléfonos interurbanos han montado un servicio permamenente durante la noche ultima para autoridades y prensa.

También condujese de modo plausible el cuerpo de Vigilancia.
Buenos Camaradas: Apenas ocurrida la explosión en el TIFLIS acudieron a bordo de este buque varios tripulantes del vapor holandés SESES, que ayudaron con denuedo a los belgas en su labor de salvamento.
Estos, agobiados por la impresión recibida, parecían tan aturdidos que apenas podían explicar lo ocurrido; con uno de ellos hablamos tres veces y cada una de ellas nos explicaba de un modo distinto la manera como había logrado salvarse. Habíamos de recordarle, habíamos de insistir, para hacerle coordinar sus ideas.
La ayuda de los marineros holandeses durante los primeros instantes, cuando todo era confusión en el barco, fue quizás eficacísima y ello debemos consignarlo con alabanza.
El Capitán y los Maquinistas: El Capitán Mr. Zyster cumplió como los buenos. Serenamente se impuso cuando inmediatamente después de la catástrofe se apodero de la gente de abordo el pánico; con energía dicto las órdenes más apremiantes y con los marinos permaneció sobre cubierta un buen espacio de tiempo.
Fue el último que salto a tierra y solo abandono la nave cuando se le ordeno que asi lo hiciera.
En los primeros momentos la tripulación intento hacer maniobrar la embarcación a ver si podían sacarla fuera del puerto, pero resultaron infructuosos todos los esfuerzos.
Sobre todo los maquinistas y fogoneros se portaron admirablemente; algunos de ellos estuvieron en el deposito de maquinas hasta ultima hora y antes de subir a cubierta dejaron dispuestas las calderas de modo que no produjeran explosión.

El Cónsul de Bélgica: También desde los primeros momentos acudió al lugar de la catástrofe y presto a sus compatriotas cuantos servicios eran de su competencia, el Cónsul de Bélgica en esta capital Mr. Tindon, eficazmente secundado por otros señores.
Este no ceso en sus gestiones durante toda la tarde y acompaño al Capitán del TIFLIS a la Comandancia de Marina y a otros sitios donde se hacia necesaria su presencia.
La Copa de Salvamento: Decíamos ayer que entre los tripulantes del barco incendiado figuraba un español, Nemesio Cavie, de Santander, y un argentino llamado Juan Groy.
Este invito a aquel a apurar una copa, antes del servicio de vigilancia que les correspondía a tales horas; a ello atribuyen la salvación dada la coincidencia de haberse alejado del peligro en el momento de la explosión y el español, pasadas las primeras impresiones, abrazo agradecido al argentino.
De Vigilancia: Durante toda la noche han prestado servicio de vigilancia alrededor de los muelles y en el paseo de los Mártires fuerzas de la benemérita y seguridad.
También han permanecido constantemente en los puestos que se les designaron los bomberos y los individuos de la Cruz Roja.
A las tres de la madrugada habiase retirado mucha gente y solo veiase por los alrededores de la explanada algunos grupos de curiosos y las personas que a ello se veían obligadas.
Semejando a la lumbre de una antorcha grandiosa manteniase inhiesta, alumbrando el puerto, la llama colosal del incendio, que ya habiase corrido más hacia el castillete del puente. La banderita roja continuaba flameando en lo alto…
Los Temores del Vecindario: Eran justificados los temores de una tremenda explosión, era este el peligro inminente en realidad, pero la fantasía popular exagero en sus deducciones sobre las consecuencias inmediatas y muchas familias pudientes apresuraronse a alejarse de la ciudad trasladándose a los caseríos y pueblos próximos.
La intranquilidad era enorme, los recelos habianse apoderado de los espíritus mas flemáticos y de tal estado de ánimos da prueba el incidente acaecido anoche a las once en el Café Español.
Mientras desde la terraza del establecimiento contemplaban algunos el espectáculo soberbio del incendio, otros, jugadores impenitentes del domino, o los que no se resignaban a faltar a su tertulia habitual, permanecían dentro del salón, sosegadamente.

Fuera vibro un toque de corneta y enseguida irrumpieron en el salón como de huida varios individuos desde la terraza. Se produjo una confusión estupenda; muchos corrían hacia las puertas de las calles de San Fernando y Coloma, derribando las sillas, atropellándose, mientras pugnaban otros por inquirir los motivos de tanta alarma.
Una señora que dormitaba sentada sobre uno de los divanes, irguiese rápida y cayo al suelo derribando un velador…
Restablecida la calma comentose el suceso largamente. El toque de corneta había sido un aviso a los bomberos que les correspondía retirarse a descansar y esta coincidió con un rápido progreso de la llama que alarmo a las asustadizas gentes que huyendo se refugiaban dentro del salón.
A la señora que sufrió la caída y un susto estupendo, se le prestaron los cuidados del caso, en la cocina del establecimiento. También una niña que con aquella estaba en el café sufrió un gran susto y así mismo se le prestaron solícitos auxilios por el dueño del establecimiento Sr. Limiñana.
No se produjeron afortunadamente lesión alguna.
El Personal de a Bordo: Como ayer decíamos llamase el Capitán Mr. Charles Zystor.
Y además figuraban entre el personal a sus ordenes el primer oficial Mr. Of Junquera; el segundo oficial, J. Vilervinj; el primer maquinista, Mr. A. Betz; el segundo, R. Von de Crach; el tercero, Mr. Van Germen; y el tercero Mr. F. Arien.
Mr. R. Von de Grach es holandés.
El barco desplazaba 1.796 y llevaba 30 tripulantes.
¿Paso el Peligro?: Anoche cuando bajaron a tierra el Capitán y parte de los tripulantes del TIFLIS que como antes decimos, subieron al barco para tratar de ponerle en condiciones de ser sacado del puerto, se dijo que habían logrado alejar todo peligro para la ciudad, abriendo válvulas hasta lograr hacer encallar la embarcación.
El Salvamento: El Capitán visito al Comandante de Marina para darle cuenta del fracaso del intento.
Se pidió auxilio a otros buques para que remolcaran al vapor siniestrado Solo el ANTONIA ofreciese a ello, pero necesitaba autorización de la casa de Valencia, autorización que fue solicitada por telégrafo.
Era peligroso el remolque del TIFLIS por el estado de su proa, toda cuarteada y que no ofrecía la debida resistencia para ser arrastrado de ella.
A medida que pasaba el tiempo era mas grande el peligro para los barcos veleros que había en el puerto. Los vaporcitos pesqueros prestaron grandes servicios remolcándolos hasta el antepuerto, operación en que invirtieron toda la noche.
Los Supervivientes: El consignatario D. Arturo López cuido desde los primeros momentos de los supervivientes, buscándoles hospedaje. La tripulación toda a quedado alojada en la posada de Ramis.
También se apresuro a telegrafiar al agente general de la Compañía comunicándole el triste suceso.
Los Muertos: El Capitán confirmo que a bordo habían quedado cuatro tripulantes que habían hallado la muerte al ocurrir la explosión.
Eran estos los siguientes: Haudsetters, fogonero, de 28 años; Jonssens, fogonero también, de 30; Meplizotes, marinero anciano, de nacionalidad griega; y Roland, marinero.
Este último lucho contra los alemanes al comienzo de la guerra, defendiendo la libertad de Bélgica. Fue hecho prisionero conduciendosele a una isla de la que logro evadirse buscando refugio en Nueva York. En la gran urbe americana embarco en el TIFLIS.
El otro muerto de que ayer hablábamos y que fue conducido a la casa de socorro era el carpintero Julio Asito, ingles.
Esperando al TERROR: Durante la pasada noche se ha esperado con ansiedad el auxilio pedido al Apostadero de Cartagena.
Se recibió un telegrama anunciando que a las ocho encendía sus calderas el torpedero TERROR para dirigirse a Alicante.
El buque no llego hasta bien avanzado el día, poco antes de las siete.
Nada se Hace: Son generales las censuras a las autoridades que no han sabido hallar remedio al peligro que corría la ciudad.
Al llegar el TERROR han conferenciado con el Comandante de Marina las demás autoridades y han acordado dejar que el buque se pierda totalmente ya que se considera imposible prestarle auxilio y además podría sumergirse en la bocana del puerto al salir, inutilizándola para mucho tiempo.
Nuevas Explosiones: A poco de llegar el TERROR, a las ocho, se han producido en un intervalo de diez minutos, dos explosiones semejantes a dos cañonazos lejanos.
El publico que había en la parte baja de la ciudad ha huido despavorido»…
El relato presente es bastante mas completo que el del diario ABC.
Respecto al buque, y de la página web Miramar Ship Index, extraemos su vida operacional simplificada: …»1900. Pertenece a SA pour L´importation des Huiles de Graissage. De Amberes.
1901.- SA d´Armament, d´Industrie et de Commerce, de Amberes.
1916.- Tiflis Steamship Company, Ltd. (Posiblemente propiedad de Echevarrieta y Larrinaga y fletado a esta Compañia)
1917.- Lane & MacAndrew Limited. (Posiblemente fletado por Echevarrieta y Larrinaga a esta Sociedad)
1920.- Echevarrieta y Larrinaga.
1920.- Pasa a la Compañía Vasco Valenciana de Navegación.
1941.- CAMPSA.
1958.- Compañía Española de Petróleos S.A. CEPSA.
Es probable, aunque no esta contrastado, que el buque fuese reparado en Barcelona y vendido a Echevarrieta y Larrinaga, que –por motivos e “imposiciones” de guerra- lo fleto a intereses del gobierno británico.
Deducimos esto de diferentes apuntes obtenidos del libro Capital Vasco e Industria Andaluza. El Astillero Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz. (1917-1952), escrito por José Luís Gutiérrez Molina y publicado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. (ISBN: 84-7786-364-4). Un libro algo espeso para el aficionado a los barcos y sus fotos, pero una excelente fuente de información para el que quiera investigar con rigor dichos astilleros. Entre varios apuntes, tomamos como notorio este: …Similar fin, aunque por motivos distintos tuvo su participación en los negocios petrolíferos. Durante la guerra ya había comprado un petrolero que no pudo utilizar al serle incautado por el gobierno británico para utilizarlo en el abastecimiento de sus buques en el mar Negro.
Cuando le fue devuelto al término de la contienda, tras repararlo lo vendió a una naviera inglesa. En 1921, con los bancos de Urquijo y Español de Crédito, intervino en el capital español que creó, junto a otra participación mayoritaria extranjera, la Sociedad Petrolífera Española encargada de distribuir los productos de la Royal Dutch-Shell en España. El momento estaba bien elegido porque empezaba a desarrollarse en el país una creciente demanda de gasolina tanto para la producción industrial como para el transporte por el impulso que adquiría la industria automovilística. Sin embargo lo que prometía ser un saneado negocio se quebró durante la Dictadura de Primo de Rivera, a principios de 1928, cuando empezó a funcionar la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos.
Hasta entonces la empresa había sido una de las más importantes de España en el refinado y compra-venta de petróleo con una cuota de mercado del 35 %, la segunda tras la Standard Oil que era la compañía mayoritaria. Al concurso de concesión se presentaron, junto a otras cuatro propuestas, la de Shell-Echevarrieta y Banco Central y la de la compañía Porto-Pí del financiero Juan March. Fue un consorcio de los principales bancos españoles quien la obtuvo. Suponía el fin de la empresa cuyas instalaciones fueron expropiadas y sus importes tardaron años en pagarse. Otra vez Echevarrieta se veía desalojado de un próspero negocio y no precisamente con ganancias»…
Excelente este apunte. La relación de Echevarrieta con Shell le permitiría la venta de varios de los buques de la serie IR, tras su transformación en petroleros, a esta compañía.
De todas formas, el buque petrolero de que se habla es el TIFLIS, que según este mismo libro indica “…aunque Echevarrieta seguirá siendo considerado un naviero, su presencia en el sector se limitara a un petrolero, el TIFLIS, que había adquirido al Gobierno británico”…
También debemos notar el siguiente texto del mismo libro: …»Sin embargo, Echevarrieta continuó presente en el mundo marítimo tanto como armador del petrolero TIFLIS como propietario del astillero de Cádiz. El primero le fue incautado durante la guerra por el gobierno británico y utilizado en labores de petróleo de barcos y submarinos de esa nacionalidad en las costas rusas. Finalizado el conflicto el buque le fue devuelto y, tras ser reparado en el astillero gaditano con cargo al gobierno británico, siguió utilizándolo como buque tanque hasta su alquiler a la Sociedad Petrolífera Española y posterior integración en la CAMPSA«…
Echevarrieta fue, como hemos visto, uno de los pioneros del negocio del petróleo en nuestro Estado. También Sota y Aznar, como ya vimos, lo intentaban paralelamente y, de raso, todos estos intentos acabaron con la formación de CAMPSA, algo de lo que siempre he sido y soy partidario. Los bienes de un Estado deben revertir en este y no en codiciosas y muy perversas corporaciones multinacionales.
Si queremos un libro con información del mercado del petróleo –navieras y algo mas- en nuestro país, ese libro es La Estela del Petroleo. Escrito por Juan Carlos Díaz Lorenzo, publicado en el año 2006 y con D.L.:TF-1757-2006, en el se encuentra reflejada prácticamente toda la flota petrolera española. El TIFLIS también, con sus posteriores nombres de CAMPESTRE y MONTELEON. Veamos estas citas: …»En el transcurso de 1941 CAMPSA vivió varios acontecimientos destacados. En enero entro en servicio el segundo CAMPILO; en abril adquirió el petrolero panameño SANTA HELENA, que se abandero con el nombre de CAMPECHANO. En mayo comenzaron en los astilleros de Valencia las obras de acondicionamiento del petrolero TIFLIS para que pudiera realizar viajes de altura»…
En efecto, en ese año, por fin, el TIFLIS paso a propiedad de CAMPSA y se rebautizo como CAMPESTRE, operando en esta Compañía hasta 1958, en que, como el mismo libro indica: …“en agosto se compro el petrolero MONTELEON, procedente de la flota de CAMPSA, una reliquia que entonces contaba con 58 años de vida marinera»…
En origen, y como TIFLIS, sus características técnicas eran, según el Lloyd´s Register of Shipping del Año 1904-05, las siguientes: …»Vapor a helice con casco de acero; señal distintiva, MBTL; Spar Deck; 1 cubierta corrida; luz electrica; maquinaria a popa; transporte de petroleo a granel; eslora entre perpendiculares, 305 pies; manga, 40 pies; puntal en bodega, 25,3 pies; matricula de Amberes; maquina alternativa de triple expansión; diámetro de los cilindros, 24,39 y 64 pulgadas para una carrera de 42 pulgadas; 265 caballos nominales; maquina construida por Wlland Slpwy Co. Ltd. de Newcastle»…
Su fin le llega –de nuevo- con un incendio. Leamos desde La Estela del Petroleo: …»El 19 de marzo de 1966 se produjo el incendio del petrolero MONTELEON en el puerto de la Hondura. En el trágico accidente perdieron la vida siete hombres, lo que provoco una profunda consternación y ocasiono graves daños en la estructura del buque, razón por la cual, considerando su edad y el elevado coste de su reparación, se tomo la decisión de desguazarlo»…
Este desguace se efectuó en Aviles, ese mismo año, y de esta manera murió el protagonista de nuestra historia. Incendios, explosiones, reparaciones, transformaciones, dos guerras mundiales y una civil y, sobre todo, el paso de los años, acabaron con sus cansadas cuadernas al tiempo que el lo hacia con la vida de varios de sus tripulantes.
Creo que la exposición del accidente no es totalmente correcta, la explosión se produjo en el comienzo de la carga y fue en cubierta, no hubo explosión en la Sala de Máquinas. Si observamos la lista de fallecidos no hay ninguno de máquinas, si mal no recuerdo fallecieron el 2º Oficial de Cubierta, el Oficial Radio, el Bombero, un Marinero, el Cocinero y Juanito el Marmitón, también falleció Ramón que pertenecía a la plantilla de Cepsa en tierra. Pudiese ser que tenga algún error de los fallecidos, pero si estoy seguro de que no hubo explosión en la Sala de Máquinas.
Continuando con la explosión del MONTELEÓN, no hubo ningún desaparecido los fallecidos fueron siete.
La Sala de Máquinas solamente tenía en funcionamiento el Generador de C.C. y las calderas, ya que para comenzar la carga de Asfalto antes de recibir la carga tienes que darle calefacción a los tanques. Esto lo digo porque en Máquinas seguro que se encontraba el Fogonero atendiendo a las calderas y posiblemente el Oficial de Máquinas y no se conoce que hubiera ningún herido en Maquinas.
Estimado Sr.
Muchas gracias por su atenta observación. Trataremos de chequear la información disponible
Atentamente
Vicente
Recordando la tragedia del Monteleón, quiero decir en prueba de que no hubo ninguna explosión en la Sala de Máquinas es que el barco navegó de Tenerife a Cadiz con su propia máquina utilizando para su gobierno el timón de popa.
Por favor, corregir en su lista de fallecidos el apellido de mi abuelo Manuel Herrera Rodríguez (no Herrero), que era de la plantilla de CEPSA de tierra.