El puerto de Castelló es uno de los más desconocidos del Estado. Situado en una posición poco estratégica, y teniendo como inconveniente la cercanía de los grandes puertos de Valencia y Barcelona, es, no obstante, un conjunto comercialmente estable que últimamente ha basado su crecimiento en la refinería de Petromed.
El faro de Castelló, como el puerto, aun no siendo de 1º categoría, es de una gran belleza y tiene, como todos los faros, el encanto romántico de unos tiempos que ya no volverán. Sobre este faro, y todos los faros del Estado, hay un escritor que los ha descrito e ilustrado con precisión, es Miguel Ángel Sánchez Terry, Técnico de Señales Marítimas, y, creo, amante de la historia y la VIDA MARITIMA de nuestro país. De su libro FAROS ESPAÑOLES DEL MEDITERRANEO, editado por el Ministerio de Obras Publicas y Urbanismo el año 1987 en 1500 unidades, con ISBN:84-7433-515-0 y NIPO: 151-87-112-6, transcribimos el resumen sobre los faros de Castelló: Los comienzos históricos de la señalización marítima del Grao de Castellón son incluso superiores a la existencia del propio puerto.
Como sucedía con los de Burriana, Vinaroz y Banicarló, por aquellos tiempos solamente había un fondeadero frente a la playa y a marcarlo se destinó la primera luz que ahora nos ocupa.
Proyectada en 1864 por el ingeniero Leandro Alloza, era de pequeño alcance porque la navegación de altura se hacía con los faros de Oropesa y Columbretes. Se aprobó por Real Orden de 8 de julio de 1864, subastándose las obras el día 12 del mes siguiente e inaugurándose el 1 de septiembre de 1867.
De luz fija blanca elevaba el foco luminoso a 6,80 m sobre el suelo y 8 sobre el nivel del mar, lo que proporcionaba un alcance de 9 millas en tiempo ordinario. Estaba dotado de una lámpara de aceite por capilaridad y de un aparato de 6° orden de la casa Henry Lepaute que había sido adquirido, junto a la linterna, por un precio de 5.401,54 ptas.
Fiel ejemplo del citado faro de Burriana, también estuvo amenazado por el agua. En 1891 el ingeniero Modesto Español proyecta un muro de defensa para protegerlo y se habla de trasladarlo a otro lugar. Esto no llega a realizarse porque, afortunadamente, los nuevos diques que se estaban construyendo en el puerto le protegen.
Solo registra en su historia una única modificación, consistente en la sustitución de la lámpara original por otra Maris de una mecha que utilizó primeramente la parafina y después el petróleo como combustible.
La construcción del puerto impuso la necesidad de señalizar los espigones. En 1904 se colocó en el de Levante una luz de 2 y 1 ocultaciones blancas que avanzaba al ritmo de las obras de prolongación, y el 15 de enero de 1910 se refuerza con otras dos de color verde y rojo en ambos diques, haciendo innecesaria la existencia de la luz de la playa que se apaga definitivamente el 1 de abril de aquel año, entregándose la vivienda a la Junta del Puerto en 1915.
Por lo que puede verse en la láminá era exactamente igual a la de Burriana y muy parecida a la de Vinaroz. Edificio en forma de «U» de 11,5×8 m, cuatro habitaciones, columna de fundición situada en el patio, mismo sistema para subir y bajar, igual aparato, verja… No cabe duda que se aprovechó un unico proyecto para hacer los dos.
Finalizadas las obras del dique en 1915, se acuerda emplazar un faro en su extremo cuyo proyecto realiza el ingeniero director del puerto José Serrano, con un importe de ejecución material de 13.695 ptas., a las que se suman 2.319,17 más por obras no previstas.
Terminadas los trabajos de la torre y de la colocación de los aparatos, se enciende por primera vez en la noche del 22 de julio de 1917, dejando el mismo día de prestar servicio la antigua luz de ocultaciones.
La apariencia que se le dio fue la misma que la suprimida repetida cada 20″, el alcance era de 13 millas y la altura sobre el mar 15,60 m.
La linterna era cilíndrica, de 1,80 m de diámetro, fabricada por la Maquinista Valenciana, la óptica fija de 375 mm de diámetro interior, de la casa B.B.T., recuperada de otro faro y tenía un juego de pantallas giratorias montadas sobre basamento y flotador de mercurio con máquina de gravedad para accionarlas, del mismo fabricante que la linterna. Como lámpara utilizaba una de incandescencia de gasolina Motonafta para capillos de 30 mm.
Realizados los trabajos de electrificación estrena esta energía el 18 de enero de 1922, por medio de una lámpara de filamento «Mitra» de 600 bujías que le proporcionaría un alcance luminoso de 17 millas en tiempo medio, como reserva se le instaló un grupo electrógeno de gasolina Áster con dínamo de 1.200 w.
El 26 de diciembre de 1926 un gran temporal azota la costa. Como consecuencia de ello destroza un trozo del morro del dique, llegando las olas hasta el faro. A las 19,30 un golpe de mar se lleva por delante las ventanas de la habitación aneja a la torre que albergaba el grupo electrógeno, inundándola. En plena furia de los elementos, el torrero coloca en foco la antigua lámpara de gasolina y permanece en su puesto a pesar del peligro de destrucción que la amenaza. Al fin amaina con resultados bastante elocuentes: además de lo descrito, más de 30 embarcaciones hundidas, entre ellas, la del abastecimiento del faro de Columbretes.
Posteriormente se modernizaría con una óptica AGA de tambor y 500 mm de diámetro y un cambiador automático de lámparas de la misma casa.
La torre es octogonal de sillería labrada. Descansa sobre un primer cuerpo prismático de la misma sección, en el que se abre la puerta de entrada. Está rematada por una cornisa soportada por ménsulas, con su balconcillo, torreón y linterna. Las esquinas están adornadas con cordones verticales de sillería que destacan de la superficie.
El faro de Castelló, como el puerto, aun no siendo de 1º categoría, es de una gran belleza y tiene, como todos los faros, el encanto romántico de unos tiempos que ya no volverán. Sobre este faro, y todos los faros del Estado, hay un escritor que los ha descrito e ilustrado con precisión, es Miguel Ángel Sánchez Terry, Técnico de Señales Marítimas, y, creo, amante de la historia y la VIDA MARITIMA de nuestro país. De su libro FAROS ESPAÑOLES DEL MEDITERRANEO, editado por el Ministerio de Obras Publicas y Urbanismo el año 1987 en 1500 unidades, con ISBN:84-7433-515-0 y NIPO: 151-87-112-6, transcribimos el resumen sobre los faros de Castelló: Los comienzos históricos de la señalización marítima del Grao de Castellón son incluso superiores a la existencia del propio puerto.

Como sucedía con los de Burriana, Vinaroz y Banicarló, por aquellos tiempos solamente había un fondeadero frente a la playa y a marcarlo se destinó la primera luz que ahora nos ocupa.
Proyectada en 1864 por el ingeniero Leandro Alloza, era de pequeño alcance porque la navegación de altura se hacía con los faros de Oropesa y Columbretes. Se aprobó por Real Orden de 8 de julio de 1864, subastándose las obras el día 12 del mes siguiente e inaugurándose el 1 de septiembre de 1867.
De luz fija blanca elevaba el foco luminoso a 6,80 m sobre el suelo y 8 sobre el nivel del mar, lo que proporcionaba un alcance de 9 millas en tiempo ordinario. Estaba dotado de una lámpara de aceite por capilaridad y de un aparato de 6° orden de la casa Henry Lepaute que había sido adquirido, junto a la linterna, por un precio de 5.401,54 ptas.
Fiel ejemplo del citado faro de Burriana, también estuvo amenazado por el agua. En 1891 el ingeniero Modesto Español proyecta un muro de defensa para protegerlo y se habla de trasladarlo a otro lugar. Esto no llega a realizarse porque, afortunadamente, los nuevos diques que se estaban construyendo en el puerto le protegen.
Solo registra en su historia una única modificación, consistente en la sustitución de la lámpara original por otra Maris de una mecha que utilizó primeramente la parafina y después el petróleo como combustible.
La construcción del puerto impuso la necesidad de señalizar los espigones. En 1904 se colocó en el de Levante una luz de 2 y 1 ocultaciones blancas que avanzaba al ritmo de las obras de prolongación, y el 15 de enero de 1910 se refuerza con otras dos de color verde y rojo en ambos diques, haciendo innecesaria la existencia de la luz de la playa que se apaga definitivamente el 1 de abril de aquel año, entregándose la vivienda a la Junta del Puerto en 1915.
Por lo que puede verse en la láminá era exactamente igual a la de Burriana y muy parecida a la de Vinaroz. Edificio en forma de «U» de 11,5×8 m, cuatro habitaciones, columna de fundición situada en el patio, mismo sistema para subir y bajar, igual aparato, verja… No cabe duda que se aprovechó un unico proyecto para hacer los dos.
Finalizadas las obras del dique en 1915, se acuerda emplazar un faro en su extremo cuyo proyecto realiza el ingeniero director del puerto José Serrano, con un importe de ejecución material de 13.695 ptas., a las que se suman 2.319,17 más por obras no previstas.
Terminadas los trabajos de la torre y de la colocación de los aparatos, se enciende por primera vez en la noche del 22 de julio de 1917, dejando el mismo día de prestar servicio la antigua luz de ocultaciones.

La apariencia que se le dio fue la misma que la suprimida repetida cada 20″, el alcance era de 13 millas y la altura sobre el mar 15,60 m.
La linterna era cilíndrica, de 1,80 m de diámetro, fabricada por la Maquinista Valenciana, la óptica fija de 375 mm de diámetro interior, de la casa B.B.T., recuperada de otro faro y tenía un juego de pantallas giratorias montadas sobre basamento y flotador de mercurio con máquina de gravedad para accionarlas, del mismo fabricante que la linterna. Como lámpara utilizaba una de incandescencia de gasolina Motonafta para capillos de 30 mm.
Realizados los trabajos de electrificación estrena esta energía el 18 de enero de 1922, por medio de una lámpara de filamento «Mitra» de 600 bujías que le proporcionaría un alcance luminoso de 17 millas en tiempo medio, como reserva se le instaló un grupo electrógeno de gasolina Áster con dínamo de 1.200 w.
El 26 de diciembre de 1926 un gran temporal azota la costa. Como consecuencia de ello destroza un trozo del morro del dique, llegando las olas hasta el faro. A las 19,30 un golpe de mar se lleva por delante las ventanas de la habitación aneja a la torre que albergaba el grupo electrógeno, inundándola. En plena furia de los elementos, el torrero coloca en foco la antigua lámpara de gasolina y permanece en su puesto a pesar del peligro de destrucción que la amenaza. Al fin amaina con resultados bastante elocuentes: además de lo descrito, más de 30 embarcaciones hundidas, entre ellas, la del abastecimiento del faro de Columbretes.
Posteriormente se modernizaría con una óptica AGA de tambor y 500 mm de diámetro y un cambiador automático de lámparas de la misma casa.
La torre es octogonal de sillería labrada. Descansa sobre un primer cuerpo prismático de la misma sección, en el que se abre la puerta de entrada. Está rematada por una cornisa soportada por ménsulas, con su balconcillo, torreón y linterna. Las esquinas están adornadas con cordones verticales de sillería que destacan de la superficie.
En la parte del mar abierto está la caseta, también de sillería, donde se alojaba el grupo.
Aprobado el Proyecto de Señales Marítimas del año 1967, se asigna para Castellón la misma característica y un mayor alcance geométrico, imposible de conseguir con el faro existente. Para lograrlo, en 1971 se construye a su lado una nueva torre de hormigón armado y tipo normalizado pintada a franjas blancas y negras de 3 m de diámetro y 25,6 m de altura, provista de una linterna cilíndrica de 2,25 m, óptica de tambor dióptrico AGA de 250 mm de distancia focal, lámpara de 1.000 W, cambiador automático y destelladores eléctricos AGA.
El técnico que lo atiende reside en una vivienda dentro del mismo puerto, en la cual está ubicado el cuadro de distribución y un grupo electrógeno Ruston que le sirve como energía de reserva.
Además del faro, en otro recinto diferente, hay una radiofaro Marconi tipo LB-100, trabajando conjuntamente con los de Salou y Calafiguera. Instalado en 1974, sus antecedentes se remontan a una estación radiotelefónica inaugurada en agosto de 1920 para comunicar con el faro de las Islas Columbretes. Esta estación fue renovada en 1932, dotándola de relojes automáticos de transmisión para hacerla servir como radiofaro emitiendo en frecuencia de 1.000 m el indicativo «C» en código Morse. Fue requisada durante la guerra para usos militares y, a través de ella, los torreros de Columbretes estaban obligados a comunicar toda la información que pudieran del tráfico de barcos por aquella zona.
Un libro imprescindible en nuestras bibliotecas.
Foto 1.- Faro de Castelló. Del libro RUMBO AL PROGRESO. EL PUERTO DE CASTELLÓ A TRAVES DE LA HISTORIA.
Foto 2.- Otra vista del faro de Castelló. Del libro LA COMUNIDAD VALENCIANA EN BLANCO Y NEGRO.
Aprobado el Proyecto de Señales Marítimas del año 1967, se asigna para Castellón la misma característica y un mayor alcance geométrico, imposible de conseguir con el faro existente. Para lograrlo, en 1971 se construye a su lado una nueva torre de hormigón armado y tipo normalizado pintada a franjas blancas y negras de 3 m de diámetro y 25,6 m de altura, provista de una linterna cilíndrica de 2,25 m, óptica de tambor dióptrico AGA de 250 mm de distancia focal, lámpara de 1.000 W, cambiador automático y destelladores eléctricos AGA.
El técnico que lo atiende reside en una vivienda dentro del mismo puerto, en la cual está ubicado el cuadro de distribución y un grupo electrógeno Ruston que le sirve como energía de reserva.
Además del faro, en otro recinto diferente, hay una radiofaro Marconi tipo LB-100, trabajando conjuntamente con los de Salou y Calafiguera. Instalado en 1974, sus antecedentes se remontan a una estación radiotelefónica inaugurada en agosto de 1920 para comunicar con el faro de las Islas Columbretes. Esta estación fue renovada en 1932, dotándola de relojes automáticos de transmisión para hacerla servir como radiofaro emitiendo en frecuencia de 1.000 m el indicativo «C» en código Morse. Fue requisada durante la guerra para usos militares y, a través de ella, los torreros de Columbretes estaban obligados a comunicar toda la información que pudieran del tráfico de barcos por aquella zona.
Un libro imprescindible en nuestras bibliotecas.
Foto 1.- Faro de Castelló. Del libro RUMBO AL PROGRESO. EL PUERTO DE CASTELLÓ A TRAVES DE LA HISTORIA.
Foto 2.- Otra vista del faro de Castelló. Del libro LA COMUNIDAD VALENCIANA EN BLANCO Y NEGRO.