Colaboración del Sr. Juan Luis Coello Lillo, del Círculo Naval Español.
Copyrigth del Sr. Juan Luis Coello Lillo.
De las numerosas embarcaciones mercantes empleadas durante la Guerra Civil española de 1936-1939 por ambos bandos para apoyar sus respectivos esfuerzos militares, una de las más destacadas fue sin duda la motonave Ebro, de Líneas Pinillos, un moderno buque al que los avatares del destino le llevarían a navegar bajo bandera y nombre italianos durante todo el conflicto, encargándose del transporte hasta suelo español de cerca de quinientos aviones y una enorme cantidad de material aeronáutico, municiones y suministros de todo tipo. Pero antes de adentrarnos en su participación en nuestra contienda fratricida, veamos sus orígenes.
En 1927 el armador gaditano Miguel Martínez de Pinillos y Sáenz, descendiente de una familia de prestigiosos navieros cuya actividad en el sector se remontaba a cerca de un siglo, encargó para su empresa Líneas Pinillos un par de modernas motonaves a la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, S.A.; su destino principal sería el tráfico frutero de exportación, un mercado por entonces en pleno auge, aunque sin desdeñar el cabotaje.
Ambas naves, con los números de obra 76 y 77 del astillero de dicha empresa –radicado en Olaveaga (Vizcaya)–, recibieron nombres de ríos de la geografía nacional, de acuerdo con la nueva política de su armador a este respecto, siendo bautizados como Ebro y Sil respectivamente. La quilla de nuestro protagonista fue colocada en junio de ese mismo año, siendo botado en marzo de 1928 y empezando a prestar servicio comercial pocos meses después, con la matrícula de Cádiz pintada en su popa; su gemelo Sil iría siguiendo sus pasos con una diferencia de un mes.
El excelente resultado comercial conseguido con ambos fruteros –cuya economía de explotación se debía en gran medida a su propulsión diesel– animó a Martínez de Pinillos a contratar en 1930 nuevamente con Euskalduna otros dos buques semejantes, que serían entregados en 1931 con los nombres de Turia y Darro, construcciones números 93 y 94 del astillero de Olaveaga. Los cuatro buques, que supusieron en su día un importante paso en la modernización de la flota mercante española, se destinaron al tráfico regular frutero entre Canarias y la Península, así como al de exportación hacia Gran Bretaña y otros destinos europeos, aprovechando los viajes de retorno para el transporte de carga general.
Las características principales de la primera pareja, los Ebro y Sil, eran las siguientes: desplazamientos, 2.522 toneladas de registro bruto (TRB), 2.190 de peso muerto (TPM) y 3.915 de desplazamiento en carga; dimensiones de 93,30 metros de eslora total y 88,39 entre perpendiculares, 12,92 de manga, 7,09 de puntal y 5,52 de calado máximo; propulsión, un motor diesel Sulzer de 1.600 caballos, fabricado bajo licencia por el propio astillero vizcaíno; velocidad máxima, 15 nudos; acomodación para 12 pasajeros. La segunda pareja, bautizada como Turia y Darro, era muy similar, con 2.609 TRB y motores algo más potentes (1.720 caballos), también fabricados por la propia Euskalduna. Las cuatro motonaves tendrían una importante participación en la Guerra Civil española, repartidas entre los bandos en conflicto, aunque aquí nos ocuparemos únicamente del primer buque de la serie, el Ebro.
De las numerosas embarcaciones mercantes empleadas durante la Guerra Civil española de 1936-1939 por ambos bandos para apoyar sus respectivos esfuerzos militares, una de las más destacadas fue sin duda la motonave Ebro, de Líneas Pinillos, un moderno buque al que los avatares del destino le llevarían a navegar bajo bandera y nombre italianos durante todo el conflicto, encargándose del transporte hasta suelo español de cerca de quinientos aviones y una enorme cantidad de material aeronáutico, municiones y suministros de todo tipo. Pero antes de adentrarnos en su participación en nuestra contienda fratricida, veamos sus orígenes.
En 1927 el armador gaditano Miguel Martínez de Pinillos y Sáenz, descendiente de una familia de prestigiosos navieros cuya actividad en el sector se remontaba a cerca de un siglo, encargó para su empresa Líneas Pinillos un par de modernas motonaves a la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, S.A.; su destino principal sería el tráfico frutero de exportación, un mercado por entonces en pleno auge, aunque sin desdeñar el cabotaje.
Ambas naves, con los números de obra 76 y 77 del astillero de dicha empresa –radicado en Olaveaga (Vizcaya)–, recibieron nombres de ríos de la geografía nacional, de acuerdo con la nueva política de su armador a este respecto, siendo bautizados como Ebro y Sil respectivamente. La quilla de nuestro protagonista fue colocada en junio de ese mismo año, siendo botado en marzo de 1928 y empezando a prestar servicio comercial pocos meses después, con la matrícula de Cádiz pintada en su popa; su gemelo Sil iría siguiendo sus pasos con una diferencia de un mes.
El excelente resultado comercial conseguido con ambos fruteros –cuya economía de explotación se debía en gran medida a su propulsión diesel– animó a Martínez de Pinillos a contratar en 1930 nuevamente con Euskalduna otros dos buques semejantes, que serían entregados en 1931 con los nombres de Turia y Darro, construcciones números 93 y 94 del astillero de Olaveaga. Los cuatro buques, que supusieron en su día un importante paso en la modernización de la flota mercante española, se destinaron al tráfico regular frutero entre Canarias y la Península, así como al de exportación hacia Gran Bretaña y otros destinos europeos, aprovechando los viajes de retorno para el transporte de carga general.
Las características principales de la primera pareja, los Ebro y Sil, eran las siguientes: desplazamientos, 2.522 toneladas de registro bruto (TRB), 2.190 de peso muerto (TPM) y 3.915 de desplazamiento en carga; dimensiones de 93,30 metros de eslora total y 88,39 entre perpendiculares, 12,92 de manga, 7,09 de puntal y 5,52 de calado máximo; propulsión, un motor diesel Sulzer de 1.600 caballos, fabricado bajo licencia por el propio astillero vizcaíno; velocidad máxima, 15 nudos; acomodación para 12 pasajeros. La segunda pareja, bautizada como Turia y Darro, era muy similar, con 2.609 TRB y motores algo más potentes (1.720 caballos), también fabricados por la propia Euskalduna. Las cuatro motonaves tendrían una importante participación en la Guerra Civil española, repartidas entre los bandos en conflicto, aunque aquí nos ocuparemos únicamente del primer buque de la serie, el Ebro.
El estallido de la contienda en julio de 1936 le sorprendió navegando desde el Archipiélago de Canarias hacia el Mediterráneo; el día 16 el Ebro había zarpado de Santa Cruz de Tenerife, haciendo escala en Las Palmas y prosiguiendo viaje hasta terminar por recalar el día 23 en el puerto francés de Sète, con 33 tripulantes bajo el mando del capitán Bermeosolo. Una vez enterado de su presencia allí, el Gobierno español intentó hacerse con el control del Ebro, a lo que se adelantó la oficialidad del buque, que consiguió salir de Sète el día 27 y llevarlo hasta Génova, al parecer en un golpe de audacia, quedando así la motonave a disposición de su propietario, que se había inclinado por colaborar con los sublevados contra el Gobierno del Frente Popular. En cuanto a sus compañeros de contraseña y tipo, los Sil, Turia y Darro, tan solo mencionaremos de ellos que prestaron sus servicios, en algunos casos de forma también destacada, en las filas del bando republicano.
Adelantándonos al desarrollo de los acontecimientos bélicos, hay que decir que el Gobierno italiano decidió muy pronto el empleo de algunos de los buques españoles refugiados en sus puertos para atender, al menos en parte, al suministro del material de guerra solicitado por el llamado “bando nacional”. Sin embargo, los problemas derivados de la falta de reconocimiento internacional a la Junta de Defensa Nacional creada por los alzados contra el Gobierno de la República aconsejaron el que estos buques adoptasen un “camuflaje” que los pusiese de momento a salvo de cualquier contingencia legal: el resultado sería el empleo de identidades italianas falsas, navegando bajo la cobertura de la bandera tricolor de la nación transalpina. Una solución parecida se adoptaría con otros buques estacionados en puertos alemanes, al firmarse un convenio entre las autoridades nacionales y las germanas por el que dichas naves se asignaban a la recién creada sociedad mercantil Hispano-Marroquí de Transportes Limitada, la célebre HISMA, operando bajo pabellón alemán.
En el caso de Italia, se decidió comenzar a utilizar de inmediato la motonave Ebro, que pasó en agosto desde Génova al Arsenal de La Spezia, donde fue adaptada para su empleo como transporte de material de guerra, a la vez que se pintaba sobre su casco el nombre de Aniene –curiosamente, también una corriente fluvial, como en el caso de su identidad original–, efectuando de esta guisa cuatro viajes hasta España entre finales de agosto y el 23 de diciembre de 1936, fecha en que las autoridades italianas decretaron su requisa y la de otros buques. Este hecho daría lugar al lógico enfrentamiento con las autoridades del bando nacional, zanjado finalmente mediante un convenio por el cual los buques españoles en puertos italianos pasaron bajo esta bandera, adoptando a la vez nuevos nombres y cediéndose su gestión a una naviera estatal, la Sociedad de Navegación “Garibaldi”, aunque con el compromiso de su devolución a nuestro país a la terminación del conflicto. En cuanto al Ebro, incluido también en este último compromiso y convertido ya de modo oficial en el Aniene, quedaría al cuidado de la Regia Marina italiana, con base en el Arsenal de La Spezia, aunque destinado desde entonces al servicio de transporte de material para la Regia Aeronautica, la aviación militar italiana, tarea que desempeñaría hasta el final de la contienda española.
Durante el transcurso de la misma, el Ebro/Aniene efectuó un total de veintiséis viajes con abundante material de guerra –en su inmensa mayoría aeronáutico– hasta puertos españoles (Vigo, Sevilla y Palma de Mallorca), contando casi siempre con la escolta cercana de unidades de las Marinas italiana –hasta las inmediaciones del estrecho de Gibraltar– y nacional, desde el Estrecho hasta su puerto final de destino. Para el lector interesado, el detalle de todos estos viajes puede seguirse en la magna obra del historiador naval Franco Bargoni, L’impegno navale italiano durante la Guerra Civile spagnola, publicada en Roma en 1992 por el Ufficio Storico della Marina Militare (existe traducción española, a cargo del Instituto de Historia y Cultura Naval, con el título La participación naval italiana en la Guerra Civil española (1936-1939), Madrid 1995).
Pero el Ebro/Aniene no iba a escapar indemne de sus peripecias en la contienda española, pues sería en el penúltimo de esos veintiséis viajes cuando la suerte que había acompañado a la motonave de Pinillos en todas sus singladuras iba a terminar por abandonarlo. El 15 de enero de 1939 el buque zarpaba de La Spezia con su cargamento habitual de material aeronáutico, haciendo escala en Palma de Mallorca el día 17, donde desembarcó una parte de la carga, para proseguir viaje el 20 hacia Sevilla junto con el aviso Orsa, encargado de su protección hasta el estrecho de Gibraltar, pero esta vez los planes se truncarían.
Cuando ambos buques navegaban en conserva a unas 100 millas al sur de Ibiza, hacia las 15.15 horas del mismo día 20 fueron atacados por un trío de bombarderos de fabricación soviética Tupoliev SB-2, los popularmente conocidos como “Katiuskas”, pertenecientes al Grupo 24 de la Aviación de la República, que dejaron caer una treintena de bombas. El Orsa pudo esquivar un par de ellas que cayeron en su proximidad, pero otras explotaron entre ambas naves, de ellas cuatro muy cercanas al Aniene, provocándole diversos daños y abolladuras en el casco entre el combés y la popa, y originando un incendio en su cubierta, al resultar alcanzados dos cajones que contenían trenes de aterrizaje para hidroaviones; afortunadamente sólo se registró un herido leve por metralla, el capitán aviador Cinquegrani. El incendio pudo ser dominado con prontitud, pero se advirtió una vía de agua en una de las bodegas de popa, lo que ponía en riesgo la navegación de la motonave, no quedando más solución que volver nuevamente a Palma, a donde llegaron los Aniene y Orsa al día siguiente, ahora con la compañía del destructor Antoniotto Usodimare. La carga tuvo que ser transbordada a otro transporte del bando nacional, en concreto al Castillo Bellver, uno de los numerosos “Castillos” adscritos a la llamada Gerencia de Buques Incautados, mientras que el Aniene era reparado de manera provisional, zarpando el día 26 de enero para su base de La Spezia, en cuyo Arsenal se terminaron los trabajos para dejarlo nuevamente en condiciones de prestar servicio.
Todavía tendría tiempo el Aniene de efectuar un último viaje hasta el archipiélago balear antes del final de la Guerra Civil, el emprendido el 25 de febrero desde La Spezia con la escolta del destructor Luca Tarigo y con llegada a Palma el día 28, tras haber hecho escala en Tarragona el día anterior.
Aparte de los veintiséis viajes consignados en la obra de Bargoni, no hemos podido averiguar si el Ebro/Aniene hizo todavía algún nuevo viaje con bandera italiana tras la terminación oficial de la Guerra Civil el día 1 de abril de 1939, con el presumible cometido de repatriación de parte del personal de la Regia Aeronautica destacado en España, ya que el material aéreo de este origen se quedaría en su casi totalidad en nuestro suelo. En todo caso, las autoridades italianas cumplieron puntualmente el pacto de retrocesión establecido para los diez barcos españoles que navegaron con la cobertura de la bandera del país transalpino, volviendo así el Ebro a recobrar su verdadera identidad al pasar en mayo de 1939 a manos de su legítimo armador, Líneas Pinillos. Finalizaba así el más intenso y excitante período de la vida marinera del buque, en el que se convirtió en el principal transportador de material de guerra de toda la Guerra Civil en ambos bandos, y a gran distancia de cualquier otro.
El Ebro navegaría durante otro cuarto de siglo con la contraseña de Pinillos, naviera convertida desde mayo de 1940 en sociedad anónima con el nombre de Compañía Marítima Frutera, adscrito siempre a las líneas regulares entre la Península y Canarias, siendo desguazado finalmente en Valencia hacia 1965.
Foto 1.- La motonave Ebro, de Líneas Pinillos, uno de los buques mercantes de participación más destacada en la Guerra Civil española. (Foto J.M. Blánquez, colección Juan Luis Coello)
2.- Motonave Darro, utilizada por la Marina Republicana como transporte armado con el nuevo nombre de Lealtad. (Foto J.M. Blánquez, col. Juan Luis Coello)
3.- Imagen del frutero Turia, tercera de las cuatro unidades de este tipo encargadas por el armador gaditano Miguel Martínez de Pinillos a la Compañía Euskalduna. (col. Juan Carlos Díaz Lorenzo)
4.-La motonave Sil, otra embarcación de Líneas Pinillos con intensa actividad durante la gran tragedia española de 1936-1939. (col. Juan Carlos Díaz Lorenzo)
Adelantándonos al desarrollo de los acontecimientos bélicos, hay que decir que el Gobierno italiano decidió muy pronto el empleo de algunos de los buques españoles refugiados en sus puertos para atender, al menos en parte, al suministro del material de guerra solicitado por el llamado “bando nacional”. Sin embargo, los problemas derivados de la falta de reconocimiento internacional a la Junta de Defensa Nacional creada por los alzados contra el Gobierno de la República aconsejaron el que estos buques adoptasen un “camuflaje” que los pusiese de momento a salvo de cualquier contingencia legal: el resultado sería el empleo de identidades italianas falsas, navegando bajo la cobertura de la bandera tricolor de la nación transalpina. Una solución parecida se adoptaría con otros buques estacionados en puertos alemanes, al firmarse un convenio entre las autoridades nacionales y las germanas por el que dichas naves se asignaban a la recién creada sociedad mercantil Hispano-Marroquí de Transportes Limitada, la célebre HISMA, operando bajo pabellón alemán.
En el caso de Italia, se decidió comenzar a utilizar de inmediato la motonave Ebro, que pasó en agosto desde Génova al Arsenal de La Spezia, donde fue adaptada para su empleo como transporte de material de guerra, a la vez que se pintaba sobre su casco el nombre de Aniene –curiosamente, también una corriente fluvial, como en el caso de su identidad original–, efectuando de esta guisa cuatro viajes hasta España entre finales de agosto y el 23 de diciembre de 1936, fecha en que las autoridades italianas decretaron su requisa y la de otros buques. Este hecho daría lugar al lógico enfrentamiento con las autoridades del bando nacional, zanjado finalmente mediante un convenio por el cual los buques españoles en puertos italianos pasaron bajo esta bandera, adoptando a la vez nuevos nombres y cediéndose su gestión a una naviera estatal, la Sociedad de Navegación “Garibaldi”, aunque con el compromiso de su devolución a nuestro país a la terminación del conflicto. En cuanto al Ebro, incluido también en este último compromiso y convertido ya de modo oficial en el Aniene, quedaría al cuidado de la Regia Marina italiana, con base en el Arsenal de La Spezia, aunque destinado desde entonces al servicio de transporte de material para la Regia Aeronautica, la aviación militar italiana, tarea que desempeñaría hasta el final de la contienda española.
Durante el transcurso de la misma, el Ebro/Aniene efectuó un total de veintiséis viajes con abundante material de guerra –en su inmensa mayoría aeronáutico– hasta puertos españoles (Vigo, Sevilla y Palma de Mallorca), contando casi siempre con la escolta cercana de unidades de las Marinas italiana –hasta las inmediaciones del estrecho de Gibraltar– y nacional, desde el Estrecho hasta su puerto final de destino. Para el lector interesado, el detalle de todos estos viajes puede seguirse en la magna obra del historiador naval Franco Bargoni, L’impegno navale italiano durante la Guerra Civile spagnola, publicada en Roma en 1992 por el Ufficio Storico della Marina Militare (existe traducción española, a cargo del Instituto de Historia y Cultura Naval, con el título La participación naval italiana en la Guerra Civil española (1936-1939), Madrid 1995).
Pero el Ebro/Aniene no iba a escapar indemne de sus peripecias en la contienda española, pues sería en el penúltimo de esos veintiséis viajes cuando la suerte que había acompañado a la motonave de Pinillos en todas sus singladuras iba a terminar por abandonarlo. El 15 de enero de 1939 el buque zarpaba de La Spezia con su cargamento habitual de material aeronáutico, haciendo escala en Palma de Mallorca el día 17, donde desembarcó una parte de la carga, para proseguir viaje el 20 hacia Sevilla junto con el aviso Orsa, encargado de su protección hasta el estrecho de Gibraltar, pero esta vez los planes se truncarían.
Cuando ambos buques navegaban en conserva a unas 100 millas al sur de Ibiza, hacia las 15.15 horas del mismo día 20 fueron atacados por un trío de bombarderos de fabricación soviética Tupoliev SB-2, los popularmente conocidos como “Katiuskas”, pertenecientes al Grupo 24 de la Aviación de la República, que dejaron caer una treintena de bombas. El Orsa pudo esquivar un par de ellas que cayeron en su proximidad, pero otras explotaron entre ambas naves, de ellas cuatro muy cercanas al Aniene, provocándole diversos daños y abolladuras en el casco entre el combés y la popa, y originando un incendio en su cubierta, al resultar alcanzados dos cajones que contenían trenes de aterrizaje para hidroaviones; afortunadamente sólo se registró un herido leve por metralla, el capitán aviador Cinquegrani. El incendio pudo ser dominado con prontitud, pero se advirtió una vía de agua en una de las bodegas de popa, lo que ponía en riesgo la navegación de la motonave, no quedando más solución que volver nuevamente a Palma, a donde llegaron los Aniene y Orsa al día siguiente, ahora con la compañía del destructor Antoniotto Usodimare. La carga tuvo que ser transbordada a otro transporte del bando nacional, en concreto al Castillo Bellver, uno de los numerosos “Castillos” adscritos a la llamada Gerencia de Buques Incautados, mientras que el Aniene era reparado de manera provisional, zarpando el día 26 de enero para su base de La Spezia, en cuyo Arsenal se terminaron los trabajos para dejarlo nuevamente en condiciones de prestar servicio.
Todavía tendría tiempo el Aniene de efectuar un último viaje hasta el archipiélago balear antes del final de la Guerra Civil, el emprendido el 25 de febrero desde La Spezia con la escolta del destructor Luca Tarigo y con llegada a Palma el día 28, tras haber hecho escala en Tarragona el día anterior.
Aparte de los veintiséis viajes consignados en la obra de Bargoni, no hemos podido averiguar si el Ebro/Aniene hizo todavía algún nuevo viaje con bandera italiana tras la terminación oficial de la Guerra Civil el día 1 de abril de 1939, con el presumible cometido de repatriación de parte del personal de la Regia Aeronautica destacado en España, ya que el material aéreo de este origen se quedaría en su casi totalidad en nuestro suelo. En todo caso, las autoridades italianas cumplieron puntualmente el pacto de retrocesión establecido para los diez barcos españoles que navegaron con la cobertura de la bandera del país transalpino, volviendo así el Ebro a recobrar su verdadera identidad al pasar en mayo de 1939 a manos de su legítimo armador, Líneas Pinillos. Finalizaba así el más intenso y excitante período de la vida marinera del buque, en el que se convirtió en el principal transportador de material de guerra de toda la Guerra Civil en ambos bandos, y a gran distancia de cualquier otro.
El Ebro navegaría durante otro cuarto de siglo con la contraseña de Pinillos, naviera convertida desde mayo de 1940 en sociedad anónima con el nombre de Compañía Marítima Frutera, adscrito siempre a las líneas regulares entre la Península y Canarias, siendo desguazado finalmente en Valencia hacia 1965.
Foto 1.- La motonave Ebro, de Líneas Pinillos, uno de los buques mercantes de participación más destacada en la Guerra Civil española. (Foto J.M. Blánquez, colección Juan Luis Coello)
2.- Motonave Darro, utilizada por la Marina Republicana como transporte armado con el nuevo nombre de Lealtad. (Foto J.M. Blánquez, col. Juan Luis Coello)
3.- Imagen del frutero Turia, tercera de las cuatro unidades de este tipo encargadas por el armador gaditano Miguel Martínez de Pinillos a la Compañía Euskalduna. (col. Juan Carlos Díaz Lorenzo)
4.-La motonave Sil, otra embarcación de Líneas Pinillos con intensa actividad durante la gran tragedia española de 1936-1939. (col. Juan Carlos Díaz Lorenzo)
Tenía entendido que el capitan del Ebro fue Juan Amezaga Sendagorta.
Hola:
Soy Mª Carmen , fui pasajera el més de agosto de 1963 desde La Palma a Alicante en el Ebro.En ese tiempo el Capitán se llamaba D.Pedro , el primer maquinista Pepe , a éste último llevo buscándolo todo este tiempo pero no he tenido suerte ,si algún miembro de la tripulación de ese entonces lee esta nota ,¿se puede poner en contacto conmigo?. Contestar a este comentario o llamar al 678608571.
Muchas Gracias,atentamente: Mª Carmen Ramón.
Hola, me gustaría saber si el buque EBRO si en la década de los años 30, hacía servicio de Mollendo o Callao puertos peruanos a la ciudad de NEW YORK y otras cosas mas que me puedan informar.
Gracias
Guillermo
El buque EBRO del articulo seguro que no.
Soy poseedor de un diario de abordo de la motonave ebro en el 1936, cargada de armamento y aviones y su capitan era D. Juan Amezaga Seendagorta
¿Podría leer el diario? Soy hijo de uno de los oficiales del Ebro que en 1936 estuvo con el capitán Amézaga.
mi correo es vazquezlloca@gmail.com digame de que manera le puedo enviar una copia. Saludos
Asi mismo creo que tengo fotos durante la navegación. Tengo que buscarlas si le interesan Saludos
He enviado un correo a la dirección indicada pero gmail me notifica recepción imposible. Mi correo es karlossalin@gmail.com
Quedo a su disposición muy agradecido.
Soy historiador, especialista en la intervención italiana en la guerra civil. en mi ultimo libro «MUSSOLINI&ESPAÑA, FRANCO&MUSSOLINI, UNAS RELACIONES DIFÍCILES (Edit. comuniter, Zaragoza)desarrollo una pequeña parte sobre este buque en uno de los capítulos, pues tuvo una gran importancia su colaboración a lo largo de la guerra. No ´se si usted me puede facilitar más información sobre el mismo. Un saludo.
Buenas tardes, he leído su mensaje en la página de la motonave Ebr y desearía ponerme en contacto con usted por ese tema. Mi nombre es Dimas Vaquero, Doctor en Historia y profesor asociado de la Universidad de Zaragoza, especialista en la intervención italiana en la guerra civil.
Saludos, si alguien sabe de un buque mercante llamado FRUTERO, que fue atacado durante la guerra civil, por favor que contacte conmigo, soy nieto de uno de sus propietarios, gracias. pascual.llovet@gmail.com
He podido leer y hojear el diario de prácticas de un aspirante a maquinista naval durante un gran número de viajes de el Ebro. Contiene datos de operación del motor y otros del buque y la firma del capitán.
Soy historiador, especialista en la intervención italiana en la guerra civil. en mi ultimo libro «MUSSOLINI&ESPAÑA, FRANCO&MUSSOLINI, UNAS RELACIONES DIFÍCILES (Edit. comuniter, Zaragoza)desarrollo una pequeña parte sobre este buque en uno de los capítulos, pues tuvo una gran importancia su colaboración a lo largo de la guerra. No ´se si usted me puede facilitar esa información que posee y completar la que yo reflejé en mi libro, respetando por supuesto su fuente de información.