El nombre de MARQUES DE BOLARQUE ha sido usado en varios buques de nuestra contraseña. El ultimo un excelente Panamax de 80.000 TRB. Muchos años antes, en 1.916, en Gijón, la Sociedad Española de Construcciones Metálicas botaba un pequeño y feo carguero para navegación costera llamado también MARQUES DE BOLARQUE. Demasiado nombre para tan poco barco. Inmediatamente pasa a llamarse AURORA RIVERO y poco después LLODIO. Este nombre, desde el mismo 1.916, le acompañaría hasta su muerte, en el mismo Gijón, el 7 de junio de 1.966. Prácticamente 50 años de vida maritima.
Sus características técnicas, según el Lloyd´s Register of Shipping: Año 1.930-1931, eran las siguientes: …”señal distintiva, HSNJ; vapor a hélice con casco de acero; 763 toneladas de registro bruto; 458 de registro neto; 171,4 pies de eslora entre perpendiculares; 26,7 pies de manga; 18,7 pies de puntal en bodega; matricula de Gijón; maquina compound de dos cilindros; diámetro de los cilindros: 17 y 32 pulgadas; carrera de los cilindros: 22 pulgadas; potencia nominal: 40 nhp”…
Su velocidad en carga; 8 nudos y su peso muerto; 910 toneladas.
Su propietario; la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera. Sus compañeros de flota; SOTON, VALENTIN RUIZ DE SENEN, CIAÑO, SAMA y el viejo MOSQUITERA.
Su vida operacional la paso en la cornisa cantábrica, llevando carbón y mineral de hierro entre los pequeños puertos cántabros y Bilbao. El 7 de mayo de 1.920 aborda y hunde al pequeño pesquero con casco de madera LEON DEL CANTABRICO. Esta tragedia la narra el diario El Sol, de Madrid, en su edición de 8 de mayo de 1920, en su página 4, en que cita: …”Desde Santander. Un abordaje. Santander 7 (11 n.).—A ocho millas de la costa, y a la altura de Comillas, ocurrió, a las tres de la madrugada última un abordaje entre el vapor «LLODIO«, de la matrícula da Gijón, que había salido en la tarde del jueves de aquel puerto, con destino a Bilbao, llevando carga de carbón, y el pesquero de Santander «LEON DEL CANTABRICO«.
Este último embistió al «LLODIO«, a consecuencia de una mala maniobra que no pudo evitar el capitán del barco asturiano, a pesar de los esfuerzos que realizó, y el ‘LEON» se abrió en dos pedazos, hundiéndole rápidamente.
El naufragio fue tan rápido que los tripulantes del «LEON«, que iban sobre cubierta, apenas tuvieron tiempo para saltar al «LLODIO«, salvándose así de una muerte segura.
Cayeron al mar dos hombres, que se mantuvieron nadando y a quienes salvó un bote del «LLODIO«.
Como se advirtiese la falta de otros dos tripulantes del barco pesquero, el bote de salvamento estuvo recorriendo la zona del naufragio durante más de una hora, pero el reconocimiento no dio resultado satisfactorio.
Se supone que los dos marineros desaparecidos iban durmiendo en el «zampucho» de proa en el momento del abordaje, y perecieron aplastados dentro de los camastros.
Las víctimas del naufragio eran santanderinos y muy conocidos entre los pescadores.
Se llamaban Joaquín Femando San Esteban, de treinta y un años, soltero, y Juan Menchaca Fineguirre, de cuarenta y un años, casado”…
Durante la guerra civil es testigo mudo de algunos de los más tristes episodios de nuestra historia más oscura.
Otro más de los pequeños y anónimos cargueros de nuestra marina mercante.
Era no solo feo, si no también poco marinero. En los años 50 se decía por Musel a modo de guasa «Cuando el Llodio navega, es que está la mar queda» y «Si el «Llodio» está en la mar, todo el mundo puede navegar».
Me parece recordar también que era él, el que cuando tenía que atravesar una dársena, al llegar a la mitad debía empezar a ciar si no quería estrellarse contra el muelle. Eso nos da idea de la «potente» máquina que tenía.
De feo no tiene nada , hay que entender y saber mirarlo.
Yo navegue, en el vientres de mi madre, desde Santander hasta Ribadesella en octubre de 1937…