EL BRAVO DIEGO VELAZQUEZ

1.895. La rebelión cubana fuerza a las autoridades españolas a la adquisición de pequeños cañoneros y patrulleros para la vigilancia de las innumerables calas y cayos de la hermosa costa cubana. Los barcos con armas y material para la insurrección llegaban con abundancia amparados por los dólares americanos.
El 17 de junio de aquel año, el Ministerio de Ultramar, autoriza la compra de 7 cañoneros y 18 lanchas de vigilancia. La premura es grande y, como no, se recurre a los astilleros ingleses para solucionar rápidamente el problema. Solo media docena de lanchas son construidas en España por Noriega y Cia, en Cádiz.
Todos los cañoneros son construidos por J.G. Thomson & Co. de Glasgow, y de estos, 3 son de 300 toneladas (Hernán Cortes, Pizarro y Vasco Núñez de Balboa), 2 de 200 toneladas (Diego Velázquez y Ponce de León) y 2 de 100 toneladas (Alvarado y Sandoval)
El Diego Velázquez tuvo una destacada y gallarda actuación en la confrontación con los americanos, aunque, como ya sabemos, quedo simplemente en anécdota ya que el resultado de la guerra estaba ya escrito.
De nuestra pequeña Biblia sobre la Armada en el siglo XIX, Buques de la Armada Española a Través de la Fotografía. (1.849-1.900). escrito por Juan Luis Coello Lillo y por .Agustin R. Rodríguez González extraemos las características y vida operacional de este pequeño cañonero: El cañonero Diego Velázquez, junto con el Ponce de León, pertenecía al tipo de 200 toneladas de desplazamiento; también de casco de acero y una hélice, tenía 41,15 m de eslora, por 5,79 de manga, 3,02 de puntal y 1,55 de calado. Llevaba una máquina de triple expansión y 228 caballos indicados, con la que alcanzaba 12,5 nudos. Su armamento consistía en dos cañones de tiro rápido Nordenfeit de 57 mm y dos cañones-revólveres Maxim de 37 mm, contando con una dotación de 38 tripulantes. Su quilla se puso el 24 de julio de 1895, se botó el 7 de septiembre y se entregó a primeros de octubre, saliendo para las Antillas el día 8 de ese mismo mes.
Durante la guerra con los Estados Unidos, y al mando del teniente de navío D. Juan Carranza, el cañonero estuvo basado en Cienfuegos; desde allí escoltó varios convoyes de tropas por la costa sur cubana, burlando o ahuyentando a los bloqueadores. El 13 de junio de 1898 se le ordenó salir a reconocer a un vapor próximo al puerto, pensando que fuera un forzador del bloqueo, el Purísima Concepción. Preparado para lo peor y tras desembarcar los objetos de madera y defender a las dotaciones de las piezas con sacos de carbón, el Diego Velázquez salió de puerto, encontrándose con que el supuesto vapor español era el crucero auxiliar enemigo Yankee, armado con diez cañones de 5 pulgadas (127 mm) y seis de 57 mm. Pese a la disparidad de fuerzas, Carranza consiguió llevar a cabo un combate de evolución modélico, aprovechando el menor radio de giro de su cañonero para mostrar siempre el menor blanco posible, utilizar la mayor parte de sus cañones e impedírselo al enemigo. Tras 69 angustiosos minutos, el Diego Velázquez volvió a entrar en Cienfuegos, después de haber disparado 193 proyectiles, de los que algunos hicieron blanco visiblemente, causando un pequeño incendio a su enemigo, varias bajas y que suspendiera el fuego por algunos momentos. Por su parte el cañonero había recibido también algún impacto, causándole seis heridos. Tras desembarcarlos, Carranza volvió a salir, ahora junto a las lanchas Lince y Cometa, lo que decidió al Yankee a retirarse en espera de mejor ocasión. Tanto impresionó el pequeño cañonero a sus enemigos que, pese a que la distancia del combate no rebasó los dos mil metros, lo confundieron con el cañonero torpedero Galicia, un buque de casi el triple de desplazamiento y mucho mejor armado. Al finalizar la contienda, el Diego Velázquez marchó hasta la colonia francesa de la isla Martinica, de camino hacia la Península, pero terminó por ser vendido allí a la República de Venezuela, en cuya marina sirvió largos años con el nombre de Miranda, causando baja en la lista de buques de la Armada el 17 de julio de 1899.
En cuanto a su gemelo Ponce de León, estuvo destinado en Puerto Rico, destacando en el salvamento del vapor Antonio López, regresando a la Península y prestando servicio hasta su pérdida por abordaje con un pesquero el 15 de octubre de 1915 frente a Bonanza, en la desembocadura del Guadalquivir
.
Estupendo, como siempre, resumen de este libro que siempre debe estar presente en nuestras bibliotecas.
De su bravo comandante nos habla la revista El Mundo Naval Ilustrado, Año II, Num. 32 de 15 de agosto de 1.898, del que transcribimos: D. Juan de Carranza y Reguera. Teniente de Navío de 1ª Clase.
Mandando este intrépido marino el cañonero Diego Velázquez el 13 de junio del año corriente, cupote la gloria de ser el primero que en aguas de las Antillas se batiera con un buque yanqui en mar abierta.
Según noticias que juzgamos fidedignas, ocurrió el suceso de la siguiente manera: A la una de la tarde del citado día supo Carranza que sobre la embocadura del río San Juan (Cienfuegos) había un barco sospechoso, y salió inmediatamente á practicar un reconocimiento, ordenando al Comandante del Lince que se mantuviera entre puntas exteriores.
Poco después de levar anclas el Diego Velázquez se divisó el buque enemigo, de unas 2,500 á 3.000 toneladas, y que no llevaba bandera alguna; siguió Carranza el rumbo de aquel barco hasta ocho millas del puerto y acércasele á distancia de 1.500 metros para que resultasen eficaces los disparos del Diego Velázquez. Viendo el enemigo tan cerca al audaz torpedero, abrió las portas de sus baterías, afirmó la bandera con un cañonazo y atravesándose largó una andanada sobre los nuestros, que fue recibida por la dotación con un ¡Viva España! Sin pérdida de tiempo contestó el Diego Velazquez al fuego enemigo, viéndose de un modo preciso que los proyectiles habían dado en el blanco. Generalizado el combate, sostuvo el cañonero español su puesto y su línea (apoyado su fuego por el Lince), maniobrando para burlar al enemigo, dando vueltas y describiendo zig-zags y aumentando ó disminuyendo la velocidad, según convenía.
En lo más rudo del combate se vio que el buque yanqui estaba envuelto en densa columna de humo, impidiendo esto que nuestros marinos continuaran la certera puntería. Por espacio de cinco minutos se apagaron los fuegos del enemigo.
Dos granadas de 16 cayeron sobre el Diego Velazquez, sin que su dotación cesara un momento de batirse con gran arrojo, ni aun los heridos, entre éstos el bravo Contramaestre; ninguno quiso abandonar su puesto.
Las averías que sufrió el cañonero no fueron de gran consideración; uno de los proyectiles entró por el escobén de estribor y rompió los retenedores del reducto, aventando el parapeto de carbón, sabiamente colocado allí por el Sr. Carranza. Un casco de granada perforó el cono que sirve de base al montaje. Otro proyectil entró por la banda, llevándose seis metros de la regala-baranda; un casco destruyó el cepo del ancla y otro perforó la cubierta.
El barco enemigo debió sufrir averías de mucha importancia, pues se retiró á toda máquina con fuego á bordo, al parecer, y con rumbo distinto del que traía. Supuso Carranza que se trataba de realizar un desembarco.
Las bajas del cañonero fueron: D. José Cacho Torres, Contramaestre, herido; cabo de mar de primera Eustaquio Bilbao y marineros Antonio Ferrer y José González, heridos; artilleros Francisco González y Ángel Bermudose, contusos.
Por tan brillante jornada, que desbarató los planes del enemigo, recibió el valiente Comandante del Diego Velazquez una delirante ovación al entrar de regreso en el puerto de Cienfuegos.
Conviene recordar que el Diego Velazquez tiene un desplazamiento de 170 toneladas y que se batió con un buque de 2.500 á 3.000.
Así tienen que pelear siempre los marinos españoles. Reciba el querido compañero Sr. Carranza nuestra entusiasta y cordial felicitación
.
Una pequeña historia de valentía y pundonor. Pero, ¡ cuanto se perdió en Cuba ¡
Foto 1. El Diego Velásquez. Del libro Buques de la Armada Española a Través de la Fotografía. (1.849-1.900).
Foto 2. Su valiente Comandante. D. Juan de Carranza y Reguera. Teniente de Navío de 1ª Clase. De la revista El Mundo Naval Ilustrado. Año 1.898.

6 comentarios en “EL BRAVO DIEGO VELAZQUEZ

  1. estoy interesado por la biografia militar de mi bisabuelo Rufino Eguino,teniente de navio, estuvo en el Ponce de Leon de segundo oficial, se que tambien estuvo al mando de un torpedero en los años de la guerra de Cuba, pero pierdo su pista no se si por retirada o su fallecimieto.Agradeceria cualquier informacion que pudiese proporcionarme, atte ,un cordial saludo.

    1. Sr. Eguino.
      mi bisabuelo se llamaba Rufino Gonzalez Eguino. Nacido en Sanlucar de Barrameda. Pensamos que debe ser familia directa de Rufino Eguino, cofundador de las carreras de caballos. Por favor si lee mi comentario y piensa que podemos estar relacionados ruego se ponga en contacto conmigo. A través de este portal.
      U

      1. Hola Victoria; efectivamente estamos relacionados si es que no somos parientes,mi bisabuelo ,Rufino Eguino Gomez Barreda al que me refiero en la comunicacion anterior ,era hijo de Rufino Eguino Sabatel,este ultimo como bien dices cofundador de las carreras de caballos de Sanlucar,Rufino Eguino Gomez Barreda se caso dos veces,la segunda vez con mi bisabuela, es posible que seas descendiente de los hijos que tuvo de su primer matrimonio.

        1. Hola soy M. Eugenia mi abuela me hablo que su madre era hija de Rufino Eguino, soy de Sanlucar y me gustaría saber un poco mas de la historia de mi tatarabuelo.

  2. EL BRAVO DIEGO VELAZQUEZ CAÑORERO DE LA ARMADA (CUBA 1898)
    HEROES ANÓNIMOS

    siempre pensé que al igual que mi abuelo, existirían infinidad de héroes anónimos a los que nunca llegaron a destacar por sus gestas y heroicidades,
    quizás por que nunca se llegaron a conocer lo suficientemente ó por otras causas. por este motivo quiero en nombre de todos ellos, relatar ésta historia
    que a mí me contó él, para que en su ersonase recuerde cariñosamente y a modo de póstumo homenaje a tantos y tantos hombres que alguna vez fueron héroes
    en momentos determinados de la historia de la Armada Española.

    como es lógico nuestro pueblo de San Fernando, tendría que ser una de las ciudades que más aportacion herócia y de gória le diera a esa historia,por que la
    Real Villa de la isla de León, se levantó, creció y desarrollo en torno a la armada, y naturalmente millares y millares de isleños han formado parte de tan glorioso
    cuerpo a lo largo de los años.

    uno de los tantos fué mi abuelo Franciso, que aún muy adolescentes sintió la llamada del mar,enrolándose como marino de guerra, primero marinero, más tarde cabo
    y por últimocelador de puerto, a lo largo de su dilatada vida perteneció a las dotaciones de numerosos buques de la Armada Española

    Lo que a continuación relataré lo tengo muy presente entre la nebulosa de mis recuerdos más lejanos, avivados por aquellas historias que mi abuelo me contaba con
    su enrroquecida, pastosa pero personal voz, seguramente a resultas de las larguísimas singladuras pasadas en las cubiertas de los barcos.

    Yo entoces no comprendía, o por lo menos no le daba importancia a sus relatos, me parecían cuentos de mi abuelo inventaba para mantener mi atención, seguramente
    siguiendo las instrucciones de mi madre,-su hija-, para con ello conseguir ella, un rato de tranquilidad y sociego, dado que siempre oí que a mis seis o siete años
    era un niño inaguantable.

    una de las historias que más me impresionó, fue que me conto el atardecer de un caluroso dia de verano, recuerdo que él estaba senado en una silla de madera y enea,
    muy vieja por cierto, y yo en un banquito de madera y los resgualdos bajo la sombra de la entrañable parra que había en el patio de mi casa de la calle calatrava.
    empezo así: ¿Sabes Carlitos, que en Cuba yo solo salve un barco?

    Escucha, mi barco se llamaba »Diego Velazquez», era un viejo cañonero mandado por el Comandante Don Juan Carranza, estamos en el puerto de la Habana, con bastantes
    buques más pertenecientes a la flota del atlántico mandada por el Almirante Don Pascual Cevera, de pronto oímos el retumbar de los cañones, era el amanecer del día 17
    de Mayo de 1898, un gran contingente de un barco de norteamericanos nos atacaban con el pretexto de que querían proteger a compatriotas suyos que estaban afincados en
    las islas de las insurrecciones y guerrilleros nativos, aunque la realidad era que querían apoderarse de Cuba.

    Nuestro comandante reaccionó valientemente al ataque yanki, plantando cara y pegando nuestro barcos al costado de estribor de uno de los buques enemigos, ordenando
    que se abriera fuego a discrección, pero aunque la flota española era numerosa, sus mandos expertos, la oficialidad competente y dotada de un magnifico espíritu
    y la marinería valiente y disciplina, nuestros , anticuados mal armados, frente a la poderosa flota norteamericana que estaba dotada de una potente y moderna
    artillería. Estábamos tan cerca de uno de los buques enemigos, que una bala de mosquetón perforó mi brazo derecho y por si ello fuera poco también quedé herido
    por la metralla en la mano del mismo brazo.

    Yo era el cabo del cañón de proa, y con desesperación veía como caían uno tras otro, mis compañeros de proa hasta el punto que solamente quedé yo en pie.
    con un supremo esfuerzo dado mi inutilidad por las heridas de mi brazo y mano, examine mi cañón comprobando que aun estaba operativo, disponiéndome a
    cumplir las órdenes de mi Comandante ¡fuego a discreción !.En aquellos momentos no pensaba en el peligro que corría mi vida ni tampoco en la dificultad
    que suponía, recoger proyectiles, introducirlos en el cañón y hacer los disparos, y todo ello con la terrible visión de numerosos cuerpos inertes
    y sangrantes a mi alrededor, el ensordecedor ruido de tantos cañonazos, la espesa humareda que cegaba mis ojos, no me impidieron cumplir con mi deber,
    y tuve tan buen acierto que mis tres primeras andanadas hicieron blanco en la proa del buque americano, hice un total de 130 disparos, aún no me puedo explicar
    como lo conseguí, y menos todavía como ni cuando regresamos al interior del puerto, la poca tripulación que quedó en pie luchó al límite de sus fuerzas,
    heroicamente, y nuestro barco sufrió destrozos de consideración, especialmente en la parte de proa que fue la que recibió numerosos impactos de proyectiles del
    calibre 16, causando múltiples averías como la del escobón de estribor, en el parapeto del carbón, perforación en la base de uno de los montajes, otro proyectil
    entró por la banda de estribor, cerca de la proa, llevándose más de 6 metros de la taparegala de madrea y destruyó finalmente el cepo del ancla, rompiendo
    dos cuadernas. Otro cascote perforó la cubierta por la traca yendo a parar al cañón de contramaestre, y todo ello con los consiguientes muertos y heridos
    de españoles. En fin, así te podría seguir contando y enumerando destrozos de aquella terrible mañana ¡Lo tengo grabado aquí!, -y se tocaba con rabia su frente-.

    como he dicho antes a principio esas historias parecían las clásicas »batallitas», que los abuelos siempre han contado a sus nietos, pero a medida que fui mayor
    y examinaba personalmente los recortes de prensa, condecoraciones, menciones escritas, etc. tuve conciencia de que mi abuelo había sido un héroe.

    Abuelo, ¿ si tan cerca estuvieses de aquel barco, verías a los americanos?

    Claro que sí Carlitos . Tan cerca los vi que puedo asegurar que la mayor parte de su dotación eran negros.

    La entrada en el puerto ya de regreso fue inolvidable. El »Diego Velázquez» renqueante y maltrecho se acercaba al muelle majestuosamente, la dotación que aún
    se mantenía en pie militarmente formada en cubierta. los heridos menos graves sosteniéndose entre sí, y los cadáveres alineados bajo la toldilla.

    fue emocionante la maniobra de ataque , los muelles abarrotados de civiles y tropas que guarecen las costas aclamaban y vitoreaban nuestra hazaña, también
    nos esperaba el Comandante de Marina de La Habana, Don Ventura Manterola que subió a bordo para abrazar primero, a nuestro valeroso Comandante D.Juan
    de Carranza, después a la oficialidad y por último a la marinería y clases, sin olvidar naturalmente a los heridos. Con los curtidos rostros bañados en lágrimas
    en posición de firme, fue cantada la oración del mar y rezado el responso por los marinos caídos, oyéndose el grito salido de todas las gargantas de ¡ Viva
    España!

    Ya en tierra, un periodista consiguió acercarse a mi, ávido de saber los máximos detalles, de la para el, desigual batalla, yo le iba relatando los hechos según
    me iba acordando y de forma tropellada, pues afluían en mi boca sin ningún orden, pero lo que sí convendría destacar mi discrepancia con el periodista en cuanto a que
    el sostenía, racionalmente me parece, que los americanos al tener barcos más modernos tenían toda la ventaja, yo decía que no, porque, si el poder desarrollado en el
    choque, es igual al producto de la masa por la velocidad.

    »El poder de un buque es igual al producto de su poder ofensivo y defensivo, por el valor de su tripulación».

    ¿Entiende Vd. ahora, porque no podía estar de acuerdo con su idea?. El periodista lo entendió ¡ vaya si lo entendió !

    Esta teoría le valió al cabo Francisco González, salir en los periódicos de la época, cuyos recortes aún conservo, y recibir numerosas felicitaciones de sus jefes.
    A estas historias, siguieron otras y otras. Mi abuelo tenía una capacidad narrativa fabulosa, y cuando se encontraba en vena era una delicia escucharlo, pero todo lo
    que contaba era rigurosamente cierto, por lo que acompañaba con las correspondientes pruebas. También me contó algunas peripecias de su estancia en Filipinas, pero
    quiero terminar con su última hazaña.

    Estaba ya en el ocaso de su vida militar, era el año 1923 y se encontraba ya destinado en tierra, concretamente como celador de Puerto en Algeciras. Ocurrió
    que durante la celebración de una Procesión Marítima, el día de la Virgen del Carmen, Patrona de la Marina, en el mismo puerto algecireño una niña cayó al mar y entre
    que era de noche y nadie se decidía a lanzarse para salvarla, la niña estuvo a punto de perecer ahogada si mi abuelo a pesar de los 52 años que tenía no lo hubiera
    hecho, arriesgando su propia vida y sin importarle la precaria salud que entonces poseía.

    Este gesto le valió a mi abuelo la concesión de una nueva medalla que unir a las otras ya conseguidas y el detalle simpático de una indemnización en metálico de 40
    pesetas por el deterioro de su uniforme.

    Con este modesto trabajo, solamente he pretendido realzar la personalidad de mi abuelo, unos años después de cumplirse el centenario de su nacimiento, y con ella
    la de tantos héroes anónimos que formaron en las filas de nuestra querida Armada Española.

    Mi abuelo nació en Montevideo en Uruguay.

  3. Hola, magnifico articulo. Estoy interesado en la Sra. Salud Gómez de la Barreda y Jaime Barrero que fue esposa de Antonio Mª de Goñi Sol, que combatió como Teniente de Navío en el Crucero Cristóbal Colón en la Guerra de Cuba. Me interesa conocer los familiares de esta Sra. Gracias.

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