España poseía inmensos territorios en el Sahara con riquisimos bancos de pesca de fácil explotación con una mínima industrialización; la realidad mostraba a finales del siglo XIX y principios del XX, que nada ni nadie había allí, ni tan siquiera para mostrar la bandera. El abandono y miopía de la Corte, como siempre, hacían que incluso algún ministerio reclamase el abandono de aquellos territorios. Como siempre, la empresa privada con todos sus inconvenientes, se hacia cargo del desarrollo y explotación de unos territorios pertenecientes al Estado que este por pura dejadez e incompetencia de los de siempre, era incapaz de explotar. 
La Revista de Navegación y Comercio, en su numero 121, Año V, de 15 de Septiembre de 1.893 lo veía así: España en el Sahara Occidental. Merced a los esfuerzos de patrioticas iniciativas, de las contadas personas que siguen el movimiento geográfico de Europa y la fiebre de expansión colonial que mueve a los estados mas poderosos, para abrir nuevos mercados a su industria y comercio; merced también a la protección que esta clase de empresas encuentra siempre en la estadística ilustre, señor Canovas del Castillo, la nación española posee en la costa occidental de África, entre cabo Bojador y cabo Blanco, una comarca importantísima, por la grande extensión de territorio que comprende, el numero considerable de sus habitantes, sus condiciones políticas, por hallarse frente a nuestro hermoso Archipiélago Canario, y las ventajas que puede reportar a la Metrópoli en el orden comercial y en la explotación de sus preciados bancos de pesquerias.
Nueve años hace que el Gobierno español, con plausible acuerdo, notifico a las potencias extranjeras la declaración del protectorado de España en tan vasto territorio. Las circunstancias entonces eran muy criticas, y el menor retraso en tan acertada resolución, hubiera sido de gravisimas consecuencias para el porvenir de la nación, puesto que se habían hecho trabajos en algunas Cortes de Europa, afín de anexionarse aquella comarca africana. Por esta causa, cuantos intervinieron en la adquisición de este dominio español, merecerán siempre gratitud de la nación.
Los jefes principales de las tribus indígenas que pueblan esta región sahárica, acogieron con entusiasmo nuestra soberanía, y de modo evidente dieron pruebas de someterse al pabellón español, que gallardamente flameaba en aquellas, hasta entonces, inhospitalarias costas, y cuya influencia política y comercial debía extenderse a poblaciones tan importantes como Atar, Shengueti, Uadan, Ualata y Timboctu…
Un primer intento de explotación mediante una factoría, acabo en fracaso debido a la imprevisión y al desconocimiento de los recursos y dificultades de comunicación y operacionales. Como resultado de esto, los juicios mas atrevidos y las mas estupendas noticias respecto a los inconvenientes que reportarían los territorios recientemente adquiridos, eran acogidos como articulo de fe, no solo por esa masa de opinión que acepta como bueno cuanto se le dice con letras de molde con tal de no molestarse en discurrir, sino también por ciertas personalidades de elevada posición social y política, a quienes el patriotismo debiera obligarles a meditar el alcance y trascendencia de sus palabras y apreciaciones.
Esto iba dirigido a todos aquellos cortesanos, que siguen existiendo, cortos de mira y que como siempre, sus banderas y patriotismos se acaban en sus intereses propios. Desgraciadamente eran y son los que siguen haciendo de nuestro Estado un feudo centralista y poco efectivo, por no decir incompetente.
Por fortuna para el país esta proposición (abandonar los territorios del Sahara) fue desechada en elevadas esferas, y de nuevo quedaron a salvo, casi de modo milagroso, los derechos y aspiraciones de la nación, generalmente maltrechos por la ignorancia de propios y la osadía humillante de los extraños.
Si el abandono oficial no llego a verificarse, por abandono hubo de considerarse todo pensamiento de explotación comercia y pesquera en el Sahara. Durante ocho años los indígenas vieron defraudadas cuantas esperanzas fundaron en el dominio español, y esta situación se hubiera prolongado tal vez indefinidamente, con mengua de nuestro prestigio, si el ilustre Marques de Comillas, mas atento siempre a los verdaderos intereses de la nación que a los suyos propios, no decidiera pacientemente restablecer las relaciones mercantiles con los indígenas -felizmente iniciadas bajo los mejores auspicios- mejorar los edificios donde se alberga el destacamento y los que constituyen la factoría, extender nuestra esfera política, abrir mercados a nuestra industria y preparar el camino que otras empresas utilizaran para completar el desarrollo de este dominio colonial…
Al Gobierno correspondía la iniciación y apoyo moral de estos ideales; pero nuestros políticos carecen de miras expansivas y solo se preocupan de aquellos problemas en que se encierra el germen de nuestras desdichas nacionales…
Pero también es necesario no prescindir de que la mayoría de nuestros males tiene su origen en el desconocimiento que existe en nuestros centros productores de la trascendencia de la moderna expansión colonial.
De la lectura de la prensa de la época ya se apreciaba la catástrofe que se avecinaba, y es que un Imperio, con mayúscula, como el que España poseía, no se podía mantener con los recursos políticos, militares y económicos que nuestro Estado tenia a finales del siglo XIX. Eramos un gigante con pies de barro.
La factoría era lo que muestran las fotos, mas un pequeño muelle de carga en donde los carabos indígenas descargaban la pesca, que era llevada a los secaderos para su tratamiento y posterior embarque a la Metrópoli. Evidentemente la Trasatlántica actuaba tratando de buscar una viabilidad comercial a sus inversiones, pero nunca sin poder afrontar las necesarias obras de infraestructuras y servicios necesarios para el desarrollo y explotación de un territorio tan dilatado.
Pasados los años, hacia 1.920 se empezó a estudiar la necesidad de la instalación de una estación de T.S.H. que permitiese la comunicación de la remota estación y factoría, entre otras causas por los acontecimientos y disturbios que se producían en el protectorado.
De la revista Ibérica. El Progreso de las Ciencias y sus Aplicaciones, Año X, Tomo 1º,Vol XIX, Num. 478, pags. 306 y 307, del 19 de Mayo de 1.923, transcribimos un articulo titulado:La Estación Radiotelegrafica de Río de Oro: Montada primeramente para el servicio de la colonia y factoría de la Compañía Trasatlántica, la estación radiotelegrafica de Río de Oro, que pertenece al ramo de Guerra y ha sido instalada y se halla dirigida por nuestro brillante cuerpo de ingenieros militares, es de servicio publico desde el 1º de Febrero y esta servida por personal del Centro Electrónico y de Comunicaciones. para hacerse cargo del excelente montaje de la instalación, baste decir que durante la madrugada se recibe todo el servicio oficial que transmite directamente la estación de Carabanchel. También se va a montar muy en breve, pues se encuentra allí todo el material necesario, una potente estación en Cabo Yubi, y la que actualmente funciona en este punto se trasladara a la colonia de la Aguera (Cabo Blanco).
Un teniente de ingenieros que reside en la casa fuerte de Río de Oro, es el jefe del servicio, que con dos sargentos radiotelegrafistas de primera categoría, dos soldados motoristas y dos ordenanzas, constituyen el personal, para todo el servicio publico y privado.
La estación se halla instalada en la parte sur de la casa-fuerte; el local consiste en un pabellón construido expresamente para este servicio, y consta de planta baja y un piso; la primera se destina a la estación, y el piso sirve de habitación al personal. La planta baja esta distribuida en cuatro departamentos. En el primero se halla la sala de maquinas (motor de gasolina, alternador y dinamo excitatríz), en el segundo la sala de aparatos (transmisor y receptor), y en los otros dos el taller y cuarto almacén.
El alternador homopolar es de 500 periodos por segundo, con seguros de alta frecuencia, y su potencia es de 5,5 kilowatts; la dinamo es de 59 amperios y 110 volts. Estos aparatos están montados en un mismo eje y sobre un macizo de hormigón, y movidos por un motor de gasolina Vellino. El aparato transmisor esta constituido por un transformador de 220-8000 volts, de núcleo cerrado y ventilación natural, carrete de impedancia, condensador de aceite de 32 cristales planos, ventilador y relevador con sus interruptores, manipulador, resistencia de mesa, etc. 
Como la estación no se hallaba primeramente empleada mas que para transmitir con ondas superiores a 750 metros, hubo que poner en serie con la antena un condensador de cuatro cristales, y otro de 25 para poder cursar el servicio a 600 metros, que es la onda normal de la estación. Tiene esta además de un amperímetro de antena, un cuadro de distribución de mármol con conmutador de ondas, mesa de estación, y aparato receptor de dos circuitos acoplados por inducción y detectores de cristal. La antena es de paraguas, de cuatro hilos de bronce fósforoso de 3 mm. de diámetro y 140 metros de longitud cada uno. La contraantena tiene forma de cruz, de ocho hilos de bronce fósforoso de 3mm de diámetro y 150 metro de longitud cada hilo. La torre portaantena tiene 58 metros de altura, y 2 metros empotrados en el suelo; esta formada por una viga triangular de forma prismática, de un metro de lado, y de celosía de hierro, con dos ordenes de tres vientos, de varilla de hierro de 20 y 25 mm. de diámetro, con aisladores de mármol en su parte superior, y unida en la inferior por medio de seis husillos , con tuercas, a tres bastidores de hierro empotrados en tres macizós de hormigon; la cimentacion de la torre es también de este material.
La torre se halla montada en el patio de la casa-fuerte, a 5 metros de distancia de los locales de la estación.
Este fuerte, o factoría-fuerte, fue durante muchos años centro vital de nuestro país en el Sahara.Veremos mas adelante su producción y explotación y el tipo de embarcaciones de pesca de los nativos del lugar.
Foto 1. La factoría de Río de Oro. De la Revista de Navegación y Comercio. Año 1.893.
Foto 2. Río de Oro. Dependencias comerciales de la factoría. De la misma revista.
Foto 3. Fuerte y cuartel del destacamento. De la misma revista.
Foto 4. Nativos al servicio de la factoría. De la misma revista.
Foto 5. Factoría y locales de la estación radiotelegrafica de Río de Oro. Revista Ibérica.
Foto 6. Aparatos de transmisión y recepción de la estación radiotelegrafica de Villa Cisneros (Río de Oro). Revista Iberica.
Os boletos agraciados no Sorteo CM da Amizade Galego-Portuguesa celebrado hoxe sábado 12 de Xaneiro de 2008 na Libraría Sisargas exercendo de man inocente o noso libreiro Roberto Castro, son os seguintes:
1- Joao Quaresma- Lanchas e dornas
2- mch- O Patrimonio Marítimo de Galicia
3- Julio Quirino- O Bote Polbeiro de Bueu
4-Rute&Joao- A Odisea
Os amigos e amigas que participando nos blogues promotores de Portugal tivéchedes a sorte do voso lado, tendes que porvos en contacto cos promotores do sorteo a través de calquera dos nosos blogues, para proporcionarnos os vosos enderezos postais e procedermos ao envío por correo do libro que vos corresponde.