LA MARITIMA SOLLERENSE Y EL VILLA DE SOLLER

Soller es una evolución del árabe Suylar, y, desde la época musulmana se tiene constancia de la navegación en esta paradisíaca rada. El cultivo de la naranja y la necesidad de su exportación marcan el origen de la construcción del puerto en si, siendo iniciadas las obras en 1.772.
También, desde el siglo XVI, se tiene conocimiento de la actividad de sus astilleros, siendo de mucha aceptación por su valía, sus famosos pailebotes cuya construcción se realizo en la segunda parte del siglo XIX.
El trafico de pequeños mercantes se mantuvo activo, incluso con una línea a Sete, hasta los años cuarenta, y pequeños vapores como el VILLA DE SOLLER, segundo vapor de la matricula del puerto, propiedad de la Marítima Sollerense, mantenían el cordón umbilical con la Península.
Don Pedro Revuelta Mustienes. Capitán del VILLA DE SOLLER. Foto del libro Solo el Mar lo Sabe.JPG
Don Pedro Revuelta Mustienes. Capitán del VILLA DE SOLLER. Foto del libro Solo el Mar lo Sabe.JPG
Juan Pou Muntaner, en un apartado titulado La Marina en Mallorca, incluido en la enciclopedia Historia de Mallorca: Tomo III, editada en 1970 por J. Mascaro Pasarius, indica, sobre el buque y la compañía, lo siguiente: …»En 1903 se constituyó la naviera denominada «Marítima Sollerense» con un capital de 500.000 pesetas, cuya escritura fue autorizada el día 5 de abril, inscribiéndose en el Registro Mercantil el día 6 de mayo siendo nombrado Naviero-Director Don Antonio Mayol Simonet y Vocal Delegado Don Lorenzo Rosses Borras.
En junio de este mismo año la «Marítima Sollerense» contrató con el ingeniero naval Don Carlos Cardona, representante de la casa constructora Howaldswerke de Kiel, la construcción de un vapor, bajo la vigilancia del Lloyd inglés para la más alta clasificación, en el plazo máximo de cuatro meses.
El día 4 de septiembre fue botado el nuevo vapor al que se le impuso el nombre de VILLA DE SOLLER, verificándose las pruebas el día 15 de octubre a las que asistió el propio Naviero Director Sr. Mayol.
Las características del VILLA DE SOLLER eran: 49,72 metros de eslora, 7,16 de manga y 4,13 de puntal. Máquina de triple expansión de 450 caballos y 12 millas de velocidad con dos calderas tubulares y otra auxiliar para la maquinilla. Arbolaba aparejo de guayro.
Dotado de suntuosa cámara de primera clase emplazada en la popa con salón y cinco camarotes de cuatro literas cada uno. La cámara de segunda estaba situada en la proa y tenía capacidad para 40 pasajeros.
Llegó a Palma procedente de Kiel el día 7 de diciembre al mando del capitán Don Antonio Mayol y piloto Don Domingo Picornell y una vez cumplimentados los trámites para conseguir su abanderamiento, el día 11 a las cuatro de la madrugada salía para Sóller, a cuyo puerto llegaba por vez primera por la tarde del mismo día.
El 13 fue solemnemente bendecido por el Arcipreste de Sóller Sr. Maimó.
El día 22 salió por vez primera de Sóller para Barcelona y Cette con pasajeros y carga general.
Durante varios años prestó estos servicios, al mando del capitán Don Antonio Mayol en los primeros años hasta su fallecimiento ocurrido en 1904, en que se hace cargo del mismo Don Domingo Picornell.
A principios de 1912 navegó por cuenta de «La Marítima» de Mahón en la línea de Ciudadela a Alcudia y a Palma mientras era reparado en Barcelona el vapor CIUDADELA adquirido para cubrir la referida línea.
Durante la guerra europea lo adquirió la naviera catalana «Hijos de José Tayá», por cuenta de la cual navegó hasta el 15 de mayo de 1918 en que fue torpedeado y hundido por un submarino alemán en las proximidades de Villefranche en ruta de Genova a Barcelona con un cargamento de cáñamo.
Vendido el VILLA DE SOLLER quedo liquidada y disuelta la Marítima Sollerense»…
Sus características técnicas, según el Lloyd´s Register of Shipping: Año 1904-1905 eran las siguientes: …»Vapor a hélice con casco de acero; 1 cubierta corrida; luz eléctrica; registro bruto, 443 toneladas; under deck, 296; registro neto, 247 toneladas; clasificado en el Lloyd´s como + 100 A1; botado en octubre de 1903; eslora entre perpendiculares: 161,0 pies; manga: 23,5 pies; puntal en bodega: 12,0 pies; castillo extendiéndose 43 pies en la proa; toldilla de 35 pies; superestructura central de 33 pies; matricula de Soller; 4 mamparos cementados; maquina alternativa de triple expansión; diámetro de los cilindros: 14 1/8, 22 ¼ y 36 5/8 pulgadas, para una carrera de 19 5/8 pulgadas; presión de trabajo: 178 libras; 45 caballos nominales; 2 calderas de vapor con 2 hornos; superficie de parrilla: 41 pies cuadrados; superficie de calefacción: 716 pies cuadrados; maquina construida por Howaldtswerke, de Kiel»…
El buque se perdio el sufrir el ataque de un submarino. En el libro ¿España Neutral? La Marina Mercante Española en la 1ª Guerra Mundial  (ISBN 84-934485-4-0), de la Editorial Real del Catorce, escrito por Enric García Domingo, se puede leer un relato, estupendamente documentado, sobre esta catástrofe marítima. Veamos, condensado, lo que narra el autor: …»La Extraña Aventura del Capitán Revuelta: El 15 de mayo de 1918 fue hundido a unas 50 millas de Hyéres, en la costa francesa, el vapor VILLA DE SOLLER (450 toneladas) propiedad de la casa Hijos de J. Tayá. El vapor español fue hundido por un submarino, que tomó prisioneros al capitán, Pedro Revuelta, y a un marinero, Francisco Redondo. Durante algunos días existió mucha confusión sobre el «secuestro», incluso se dijo que los prisioneros habían sido puestos en libertad, pero finalmente se supo que el submarino se había ido a pique con Revuelta a bordo. Las circunstancias que rodearon la perdida de este buque y de estas vidas proporcionan una de las más ricas anécdotas de entre las sucedidas a lo largo de este conflicto.
El principal testimonio de lo que sucedió es Francisco Redondo, segundo de a bordo del VILLA DE SOLLER y, como se verá, superviviente de dos naufragios. Según su testimonio, la nave regresaba de Génova con 18 hombres a bordo (veinte en realidad) y tenía como destino Barcelona cuando fue atacada por un submarino alemán, el UC 35, que sin previo aviso le lanzó un torpedo y lo echó a pique en tres minutos. Hubo varios muertos (doce, de los que sólo he podido recoger los nombres del mayordomo Francisco Pellicer y del camarero Roberto Morill), y el capitán, Pedro Revuelta Mustienes, y el citado Francisco Redondo, fueron recogidos y retenidos a bordo del sumergible. El capitán alemán se ofreció a remolcar al resto de náufragos, que iban sobre una balsa, pero Revuelta vio que la intención del alemán era sumergirse, tal vez para ahogar a los españoles, y advirtió a sus hombres que no amarraran la balsa.
Redondo
y Revuelta quedaron retenidos en el interior del submarino, y el narrador asegura que fueron despojados de todos sus objetos personales de valor, así como el cronómetro de a bordo y la documentación. El comandante alemán manifestó su intención de regresar a su base, un puerto austriaco, y también de eliminar de la zona un patrullero francés que controlaba el área. Veinticuatro horas más tarde, el 16 de mayo, a las 6:25 de la mañana, y después de una breve alarma cuando un hidroavión italiano intentó atacar el submarino, llegó el encuentro dramático con el patrullero francés, que de futura víctima iba a convertirse en verdugo. El pesquero artillado francés AILLY se adelantó con su artillería y destrozó la torre del sumergible; Redondo decidió abandonar la nave, pero Revuelta (tal vez malherido) quedó a bordo. Un segundo disparó remató el submarino, y sólo cuatro o cinco marinos germanos, Redondo y otro prisionero, seguramente un capitán francés, escaparon a la muerte. Redondo nadó hacia el AILLY gritando que era español, lo que sorprendió a un marino francés que gritó: «Hemos hundido un submarino español».
Foto del VILLA DE SOLLER con el casco pintado de negro. Foto del libro Soller. Imtges D´Ahir.jpg
Foto del VILLA DE SOLLER con el casco pintado de negro. Foto del libro Soller. Imtges D´Ahir.jpg
Pero una vez a bordo pudo aclarar los hechos, y el patrón del pesquero, Le Roux, le abrazó llorando. Mientras, Revuelta se iba al fondo con el submarino, exactamente a unas 45 millas al oeste de Capoforte, en la punta sur occidental de Cerdeña (38° 50’N y 7° 42′ E).
El VILLA DE SOLLER llevaba una carga de cáñamo y azufre a España, pero se consideraba que prestaba servicio para el gobierno italiano y por ello el capitán Revuelta recibió póstumamente la Medalla de Plata del Valor Naval italiana»…
Estupendo relato de Enric García que ilustra esta tragedia.
La prensa del momento cargaba contra el Gobierno, por su pasividad, y daba constantes noticias del hecho en los días posteriores al hundimiento.
En el diario La Publicidad, edición del sábado 18 de mayo de 1918, y en el apartado La Noticia del Torpedeamiento, se citaba: …»La noticia que ayer dio La Publicidad de que el vapor VILLA DE SOLLER había sido torpedeado, causo honda consternación en los centros marítimos de esta capital.
Las noticias incompletas que se tienen del terrible drama del mar, han dado pábulo a los mas diversos rumores y comentarios.
El VILLA DE SOLLER era un vapor de 450 toneladas de desplazamiento, tripulado por 23 hombres al mando de su valiente y experto capitán D. Pedro Revuelta. Había pertenecido a unos armadores de Palma y paso luego a ser propiedad de la casa Fabregas y Garcías y hace cerca de un año fue adquirido por la casa Hijos de José Taya S. en C. a la que pertenecía actualmente.
Las noticias del hundimiento que se tienen, son por conducto del consulado de Italia de esta plaza, sabiéndose de cierto que parte de la dotación está a salvo y que el capitán y otro individuo fueron hechos prisioneros a bordo del submarino.
El buque, como ayer dijimos, fue hundido frente a la costa francesa, y regresaba en viaje de Genova, de donde, como otras veces venía abarrotado de cáñamo quo tan indispensable es, como primera materia, para ciertas pequeñas industrias muy generalizadas en nuestro litoral. Otros viajes, llevaba azufre, para un Sindicato de Agricultores de esta región. El buque como se ve, hacía un servicio nacional.
Lo que mayores comentarios ha motivado ha sido la noticia de que haya sido llevado a bordo del submarino torpedeador, el capitán del «VILLA DE SOLLER», que como el resto de la tripulación del buque era muy conocido en este puerto y entre el personal navegante.
Don Pedro Revuelta
goza de profundas simpatías entre sus compañeros de carrera y tiene fama de ser uno de los mejores capitanías de nuestro litoral, siendo muy querido de sus armadores.
Se esperan con ansiedad nuevas noticias»…
En el mismo diario La Publicidad, y con fecha de 24 de mayo de 1918, se leía: …»Los Crímenes de Alemania. Llegan los Náufragos del VILLA DE SOLLER. El Sino de los Marinos Españoles: Muerte del Capitán Revuelta.
Las halagüeñas noticias que las agencias Havas y Radio transmitieron a la prensa referente al salvamento del capitán Revuelta y del marinero Redondo no han resultado desgraciadamente ciertas. El capitán Revuelta ha sufrido una tragica muerte a bordo del submarino alemán en donde estaba preso…
…La luctuosa noticia viene a subrayar tétricamente el silencio parlamentario que se hizo alrededor de la pregunta del Sr. Moles. Con aquel silencio hacia España las honras fúnebres de sus marinos asesinados en medio del mar. No se clamara venganza por el asesinato de esos marinos. España continuara con su conformidad»…
El diario continua con agresividad y valentía preguntándose sobre la situación de los marinos que navegaban en buques españoles en aquellas fechas.
En el mismo diario y fecha, bajo el apartado La Llegada de los Náufragos, se leía: …»Ayer tarde, en el expreso de Francia, llegaron ocho náufragos de los que componían la dotación del vapor VILLA DE SOLLER, alevosamente torpedeado. Tuvimos el gusto de abrazar a los siguientes supervivientes: Jerónimo Sallares, primer oficial; Luis López del Castillo, segundo oficial; Matías Fernández, primer maquinista; Simon Pérez Vives, contramaestre; Vicente Bonet, marinero; Francisco Quevedo, fogonero; José Morey Mata, marmitón; Francisco Redondo, marinero.
¿Y los demás? Todas las probabilidades, los detalles, hacen preveer un fatal desenlace.
Dejemos explicar a los que han sobrevivido a la tremenda catástrofe.
El VILLA DE SOLLER emprende viaje.
El día 14 del corriente, a las tres de la tarde, el vapor VILLA DE SOLLER salio de Genova con veinte hombres de dotación y con un completo cargamento de cáñamo. El día 15, a las dos de la madrugada, se encontraba en medio del golfo de Saint Tropez.
Estaba entonces de guardia el valiente segundo oficial Don Luis López del Castillo, cuando diviso por estribor, por la parte de tierra y muy cerca de ella, una silueta que no pudo apreciar de momento si era la de un “vedette” o la de un pequeño velero. El segundo oficial llamo al capitán Revuelta que se encontraba descansando en la cámara y al salir a cubierta pudo observar que se trataba de un submarino que navegaba a igual rumbo que el VILLA DE SOLLER y que tenia la proa y la torre del kiosco fuera del agua.
De pronto, se noto que cesaba la trepidación de los motores a petroleo del submarino, y que orsaba sobre babor haciendo proa al VILLA DE SOLLER, viendose la estela del torpedo, y a los tres o cuatro segundos una detonación que hizo vibrar al buque como si fuera de cristal.
-Yo di de bruces contra el compás- nos dijo el Sr. López –y el timonel se agarro a la revisa de la sirena para no ser arrojado fuera del buque, mientras venia guarda abajo la chimenea, y por el guarda calor vomitaba un volcán de humo, vapor y carbón. El torpedo había dado en el cuarto de maquinas. El VILLA DE SOLLER se hundió de popa, partiéndose, junto al palo trinquete, levantando entonces la proa, vertical, muy vertical, y hundiéndose a los tres o cuatro minutos del disparo.
Durante este corto tiempo el segundo oficial fue a arriar el bote al agua, pero los pescantes estaban torcidos y los botes inutilizados. Todos cuantos se encontraban en cubierta, se arrojaron al agua, zambulléndoles el gran remolino que hizo el vapor al hundirse.
Quedo flotando sobre el mar una balsa, pero con tan mala fortuna, que los cilindros de aire comprimido quedaron en la parte superior. El primero en llegar a la balsa fue el marinero Boned, llegando los demás a nado.
El VILLA DE SOLLER en el puerto de su nombre. Tarjeta Postal. J.Lacoste..jpg
El VILLA DE SOLLER en el puerto de su nombre. Tarjeta Postal. J.Lacoste..jpg

El primer oficial Sr. Sallares, pudo agarrarse a un salvavidas que quedo flotando, y tardo mucho rato en divisar la balsa. Estuvo a punto de perecer, pues se le enredaron los pies en un “stay”, mientras el buque se hundía.
El capitán Pedro Revuelta que en el momento de la explosión se encontraba en la cámara, al subir a cubierta, como que los mamparos de los corredores se habían desgarrado, dio con la pierna contra unos cantos de hierro, lastimándose lo suficiente como para impedirle nadar con libertad.
El segundo oficial, señor López, mas corpulento, y aligerándose de la ropa que llevaba, pudo ayudar a Revuelta a acercarse a la balsa, teniendo grandes dificultades para subir.
Como que el submarino se encontraba cerca ( a un centenar de metros), el bote que habían tirado al agua llego cerca de la balsa sin duda para…observar la agonía de sus victimas y un marinero alemán ayudo a Revuelta a subir a la balsa. Pero bien pronto aquel gesto humanitario se trocó en otro de gran crueldad.
¿Quién es el capitán? –pregunto en perfecto castellano el segundo comandante del submarino, el cual estaba en el bote.
Revuelta
no negó su categoría.
-siga con nosotros- le dijo el alemán y lo subieron al bote llevándoselo a bordo del submarino, al propio tiempo que ataban una revisa a la balsa y a la popa del submarino, de tal suerte que al echar a andar este ultimo, la balsa estuvo a punto de dar la voltereta.
-Sin duda con el propósito de que desapareciéramos- nos dijeron los tripulantes.
-Suelten el remolque- grito todavía Revuelta desde el submarino, ultimas palabras que le oyeron los náufragos, y sin duda pronunciadas para avisarles del peligro que corrían.
Luego el submarino desapareció, quedándose los siete que había en la balsa aterrorizados ante la oscuridad y la calma de aquella noche trágica.
-Después de auxiliar al primer maquinista- nos dijo Saliares –que presentaba síntomas de asfixia, quisimos inspirarnos valor unos a otros. Yo cantaba. Otros lanzaban grandes carcajadas… Eran síntomas de locura.
El Salvamento. Al hacerse de día, a las cinco, divisamos un velero, al cual hicimos señales pidiendo socorro. Había calma y en lugar de acercarse a nosotros, nos envío un bote, con el cual nos trasladamos a bordo del velero que resulto ser el CONSTANZA F, italiano, cuyos tripulantes se portaron muy bien con nosotros. Al primer maquinista, que todavía no había vuelto en si, le dieron de beber un poco de vermouth, y esto le animo algo. Aquel mismo día llegamos a Saint Tropez.
A bordo del submarino. Como que son ocho los tripulantes salvados venia el marinero Francisco Redondo, que había estado preso a bordo del submarino, le interrogamos sobre el particular.
-Yo, al ocurrir la explosión del torpedo, estaba en el rancho, fumando y hablando con otro compañero, y me tire al agua enseguida. Yo nado bien y procure huir del remolino, que supuse haría el barco al hundirse, y me dirigí al primer bulto que pude distinguir, encontrándome con el submarino, al cual subi. Al poco rato, llegaba el capitán lastimado en una pierna, y a los dos nos hicieron bajar por una estrecha escotilla, encerrándonos en un departamento de popa.
Siguió hablando el marinero Redondo de su estancia en el submarino.
Nos dijo que, a pesar del magullamiento de la pierna, Revuelta estaba sereno de animo. Los alemanes les dijeron que les llevarían a Pola, donde el capitan quedaría prisionero. Del porvenir de Redondo, ni una palabra.
Revuelta
tenia que permanecer acostado en una litera, y para trasladarse de un lugar a otro, le ayudaba Redondo, a quien de vez en cuando dejaban salir a cubierta. El capitán del VILLA DE SOLLER no pudo disfrutar de esos momentos de ilusoria libertad.
El combate. A las siete de la mañana del día 16 el marinero Redondo se encontraba en la cubierta del submarino junto con algunos tripulantes del mismo. Divisaron entonces dos veleros italianos que eran remolcador por un “chalutier” armado.
El submarino, según confesión del segundo comandante, había salido de Pola solo con cinco torpedos, siendo el ultimo el que asesino a algunos españoles embarcados en el VILLA DE SOLLER.
Faltos de torpedos, pues los tripulantes del submarino prepararon los cañones disparando contra los veleros italianos y el “chalutier” francés. Este ultimo corto el remolque y demostrando valentía singular sus tripulantes, hizo proa al submarino, disparando un cañonazo cuyo proyectil entro por el kiosco de mando, inutilizo parte de una de los dos maquinas de petróleo, saliendo por la proa, donde quedo un boquete por el que entraba el agua.
El submarino tuvo que lastrar rápidamente los tanques de popa para aproizar evitando así la entrada de agua, pero quedando ya imposibilitado, al menos de momento, para sumergirse.
El comandante ordeno a Redondo descender a la cámara. Redondo obedeció de pronto, bajo, pero como otro proyectil dio contra el casco del submarino, y notara que entraba agua al propio tiempo que reinaba la confusión entre los tripulantes, salio de nuevo a cubierta y se tiro al mar, nadando hacia el “chalutier” que todavía disparaba.
Dos impactos mas, ocasionaron serias averías al buque pirata, arrojándose al mar varios tripulantes. Redondo todavía pudo observar como el submarino levantaba la popa, como si se hubiera partido, y desaparecía.
El marinero Redondo, mientras se acercaba al “chalutier” iba gritando que era español, y una vez a bordo, y divisando a varios que nadaban desesperadamente, rogó al patrón del “chalutier” que fueran a recogerlos pues entre ellos podía estar su capitán.
Así lo hizo el patrón del “chalutier”, y aunque no estuvieron a tiempo para recoger a todos, pues pudieron observar como se ahogaban, salvaron a cinco alemanes y a otro prisionero, al que Redondo cree capitán francés. En resumen, a bordo del submarino, entre todos habían treinta hombres, salvándose tan solo siete.
A juicio del marinero del VILLA DE SOLLER, su capitán debía quedar en el departamento de popa del submarino, sin poderse mover y arrastrado al fondo junto con los restantes que no tuvieron tiempo de salvarse.

Foto del VILLA DE SOLLER en el puerto de Cette. De la web Wrecksite.eu.jpg
Foto del VILLA DE SOLLER en el puerto de Cette. De la web Wrecksite.eu.jpg

Algunos detalles. Es casi imposible con la precipitación con que escribimos estas cuartillas, relatar uno por uno todos los incidentes de la gran tragedia, de este crimen que ha de levantar en santa ira a todos aquellos que se llamen españoles y quieran exteriorizar sentimientos humanos.
Desde luego, los supervivientes que ayer llegaron no pueden asegurar de una manera terminante de que perecieran el resto de los tripulantes; pero si que aseguran que la vida la deben al cargamento del buque, al cáñamo que impidió que el buque se hundiera todavía con mayor rapidez.
Lo que si cuentan, y dan por segura la muerte de algunos, entre ellos el mayordomo D. Francisco Pellicer, a quien pudieron observar que estaba agarrado a un mastelero, dando grandes voces pidiendo auxilio. Al camarero Norberto Morill, que estaba a popa cuando el buque desapareció para siempre. Consideran desaparecidos al segundo maquinista y un fogonero que se encontraban en el cuarto de maquinas. El primer oficial, Sr. Sallares, mientras nadaba, vio a un tripulante que tenia la cabeza presa entre dos planchas que se habían desprendido con la explosión: tal vez el infeliz quería huir por el hueco, pero juntándose de nuevo le aprisionaron hasta estrangularlo.
Ya en la balsa, en la quietud de una noche llena de calma, oyeron los lamentos de otros compañeros, desesperados por no poder prestarles auxilio. ¿Podrían haberse salvado algunos? Todos los días esperaban noticias en Saint Tropez, luego en Tolon. Solo supieron que el día 16 un “chalutier” francés había rescatado a Francisco Redondo del submarino… y luego ninguna otra noticia.
Resulta que el segundo comandante del submarino que, según hemos dicho, hablaba perfectamente español, era oficial del buque aleman ROMA, que se encuentra refugiado en Cartagena.
Un día escapo de Cartagena embarcando en un submarino para poder torpedear a los buques españoles.
En las veintinueve horas que Revuelta y Redondo estuvieron dentro del submarino, pudieron observar que la alimentación iba escasa, y que sus tripulantes estaban hastiados de la guerra. Solo se complacían relatando crímenes.

El VILLA DE SOLLER en Cette. Decada de 1900s. Colección Jaume Cifre Sanchez.jpg
El VILLA DE SOLLER en Cette. Decada de 1900s. Colección Jaume Cifre Sanchez.jpg

Les abandonaron a los dos prisioneros en el departamento de popa que servia de dormitorio a otros tripulantes del submarino. Para comer les dieron un poco de manteca y fiambre de carne. No tuvieron para con ellos ninguna clase de consideraciones.
En cambio los náufragos no solo fueron bien atendidos por los tripulantes italianos del velero CONSTANZA F, para los cuales solo tienen palabras de elogio, sino que las autoridades francesas se han portado admirablemente, regalándoles ropa y facilitándoles comida.
La llegada de los náufragos. Ayer por la mañana se tuvo la noticia en la casa armadora del VILLA DE SOLLER de que los náufragos habían salido la noche anterior de Marsella con destino a Barcelona. Pudo tan solo comunicarse a contados amigos y a las familia, no obstante fueron muchos los que se personaron en la estación de Francia, para ser los primeros en darles la bienvenida al descender del expreso.
Recordamos entre otros, además de varios allegados y amigos de los supervivientes, al señor D. Ricardo Taya, Pablo Ferrer, Sole, Martí, presidente honorario de “El Fomento de la Marina Española” señor Galí, Evelio Mas, Solasgui, Mauri, personal de la casa armadora y gran numero de capitanes y pilotos.

El VILLA DE SOLLER en lugar y fecha indeterminados. Colección Jaume Cifre Sanchez.jpg
El VILLA DE SOLLER en lugar y fecha indeterminados. Colección Jaume Cifre Sanchez.jpg

Fue enorme la sensación que causo, al notar que entre los que llegaban faltaban doce tripulantes, entre ellos el capitan don Pedro revuelta, el mas conocido de todos, en esta capital, y de quien tanto se habia hablado estos dias, creyendolo ya a salvo.
El armador Sr. Taya, después de saludar efusivamente a los que llegaban, ordeno que fueran trasladados en coche a sus domicilios, quienes tenían aquí familia; alojándolos en una fonda, a los que carecían de ella.
Hoy, seguramente, serán llamados a declarar a la Comandancia de Marina, y algo mas tranquilos que ayer, después de haber pasado tantos días en un estado de animo agitadísimo, nos darán otros detalles»…
Tengo mas información, vertida por el mismo diario, que iré pasando a la web poco a poco según pueda reunir mas detalles de esta catástrofe.

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